Si hablamos de las míticas máquinas de rally de Grupo B seguro que te vienen a la cabeza coches espectaculares como el Lancia Delta S4, el Audi Quattro S1, el Peugeot 205 T16 o el Ford RS200, pero quizá no se te ocurra nombrar a Mazda. Lo cierto es que el fabricante de Hiroshima llegó a desarrollar una bestia de Grupo B, aunque no lo creas.
Mazda llegó algo tarde a "los años dorados" del mundo de los rallies, pero creó un Mazda RX-7 Evo tan espectacular y demencial como el resto de coches de la parrilla. Y esta unidad en concreto de las imágenes sale a subasta en septiembre gracias a RM Sotheby's, con apenas tres kilómetros en el odómetro. Del precio mejor ni hablamos, porque ni se ha publicado una estimación.
La marca japonesa planeó originalmente una producción de solo 20 unidades del 'Evolution' para Grupo B, y este es el chasis MRTE 019 fabricado en junio de 1985, que nunca llegó a competir y quedó a buen recaudo en la sede de Mazda Rally Team Europe, en Bélgica, antes de pasar a manos privadas en los años noventa.
Se cree que solamente siete de estos RX-7 Evolution llegaron a ensamblarse para competir y, como el resto de fabricantes, cuando la FIA puso fin al Grupo B, Mazda se quedó con los coches y sin una categoría en la que competir con ellos. Antes de esto, eso sí, Mazda consiguió un meritorio tercer puesto en el Rally Acrópolis de 1985, con Ingvar Carlosson a los mandos de uno de estos RX-7.
A principios de los años 2000 un entusiasta de los rallies llamado David Sutton le echó el guante a este coche y lo restauró para dejarlo como recién salido de la fábrica en apenas seis meses de trabajo. De hecho, empleó más tiempo en decorarlo tal y como lo habría hecho el equipo Mazda en su día que en dejarlo en perfecto estado de revista.
Motor rotativo, por supuesto
Bajo la carrocería del RX-7 Evo se esconde un motor Wankel birotor 13B de algo más de 300 CV, con carburador Weber 51 IDA modificado por MRT, capaz de subir de vueltas hasta cifras estratosféricas para un coche -más habituales en motos-. En el coche de carreras el motor se instalaba 10 centímetros más retrasado que en el RX-7 de serie y se equipaba con lubricación por cárter seco.
Mazda también innovó en término de materiales, con paneles de carrocería o capó de fibra de vidrio sobre la estructura de acero, y llantas Enkei de magnesio, consiguiendo un peso del conjunto inferior a la tonelada. ¡Menudo juguetito!