De todas las averías que puede sufrir un coche, las relacionadas con el sistema eléctrico son siempre de las más difíciles de diagnosticar. Y es que pueden estar provocadas por algo tan simple como que un roedor se introduzca en las entrañas de nuestro vehículo sin que lo sepamos para mordisquear algunos cables.
Esto último es muy común en automóviles que han pasado mucho tiempo parados en un mismo lugar, como por ejemplo esos 'barn finds' que os traemos de vez en cuando. Pero en Nueva York ya es un problema generalizado que atormenta a miles de conductores, tanto de coches clásicos como de modernos.
Entran por el calor y se quedan para anidar
Tal y como cuenta el New York Times, los problemas suelen empezar de un día para otro cuando el coche empieza a comportarse de forma extraña, el cuadro se ilumina con nuevos testigos de avería o, directamente, el motor no arranca.
Es en el taller donde los mecánicos encuentran los cables y relés roídos junto a restos de comida que, evidentemente, los dueños jamás dejaron ahí. Todo esto, además de las heces, son los primeros signos de que las ratas han decidido anidar en algún rincón del vehículo.
Este fenómeno convierte a los mecánicos de Manhattan en cazadores improvisados, que tienen que expulsar primero a los roedores antes de arreglar lo que han estropeado. De los 28 entrevistados por el diario neoyorquino, 20 reconocieron que los casos han aumentado sensiblemente desde la pandemia.
Así lo afirma uno de ellos desde su taller en la 'Cocina del Infierno': "Coches nuevos, coches viejos, todo el mundo viene aquí ahora por problemas con ratas". Unos trabajos que en su opinión "me dejan mucho negocio, pero son asquerosos".
Precisamente el coronavirus es una de las causas que apuntan los expertos. Por un lado, los confinamientos domiciliarios de hace dos años y la ausencia de personas en la calle parece que animaron a los roedores a abandonar el subsuelo de la ciudad, aventurándose a buscar comida en los cubos de basura a pie de acera.
Asimismo, estos animales buscaron nuevos nidos y los encontraron en el interior de los coches aparcados. Atraídos por el calor de los motores, comenzaron a roer los materiales aislantes (incluidas las fundas de los cables) para construir sus propias 'habitaciones' en el vano motor y otros huecos.
Otra causa derivada de la pandemia es que el miedo al contagio en el transporte público impulsó en parte la compra de vehículos particulares. Según el Departamento de Vehículos a Motor del Estado de Nueva York, las matriculaciones de coches nuevos aumentaron un 19% entre 2019 y 2021. Más coches, lógicamente, significan más oportunidades para los animales.
Por el momento, y mientras las ratas no retroceden de nuevo a las alcantarillas de Nueva York, los escarmentados conductores procuran no dejar sus coches quietos por demasiado tiempo, impregnando los alrededores con repelentes.
¿Puede ocurrir lo mismo en España? Por el momento, en nuestro país no parece que los roedores hayan experimentado ese éxodo generalizado a la superficie de las ciudades, lo cual deja este tipo de averías como casos aislados. Pero igualmente, un coche parado por mucho tiempo en un entorno sucio siempre acumula papeletas para convertirse en albergue de estos pequeños 'okupas'.