La industria del automóvil lleva enfrentando una situación de continua caída bastante tiempo. A la desaceleración en el mayor mercado automotriz del mundo, China, se le unió la guerra comercial con Estados Unidos, la incertidumbre del Brexit, unos consumidores desanimados y recientemente la estocada final: el coronavirus.
El último informe de Bloomberg acerca de los efectos de esta pandemia en el sector analiza los cambios de la demanda de automóviles en medio de esta crisis sanitaria y nos recuerda que son los consumidores los que tienen el poder de terminar de hundir la situación: es la denominada elasticidad de la demanda.
Si la gente no quiere comprar dará igual qué situación se viva
El coronavirus de Wuhan ya se ha extendido a 130.000 casos (que sepamos) en 120 países, y ha provocado la muerte de 4.200 personas, mientras que unas 65.000 se han recuperado.
Sin entrar a debatir acerca de si se está exagerando o no en cuanto a la tasa de mortalidad de esta enfermedad en comparación con otras, como la gripe, la realidad es que el mundo está parando su actividad normal y ya asistimos al escenario más apocalíptico: el del cierre de fronteras.
Países enteros como Italia se han sellado, mientras China empieza a ver los primeros rayos de sol en cuanto a la contención de la enfermedad. Esto está provocando un brutal impacto en la economía global, y ha terminado de golpear a la industria automotriz, abocada a cerrar fábricas y pendiente de los proveedores y del suministro de piezas.
Fiat Chrysler ha detenido temporalmente las operaciones en algunas de sus fábricas italianas y firmas como Nissan ha experimentado en febrero una caída del 80 % de las ventas en China, su principal mercado. En Navarra el Grupo Volkswagen se prepara para aplicar un ERTE en cuanto la falta de suministros se haga patente.
Eso sin hablar de las citas automovilísticas que ya se han pospuesto, como el Salón de Pekín y el de Nueva York o que directamente se han cancelado, como el de Ginebra, con las correspondientes pérdidas para las marcas.
Mientras tanto, los mercados se unen a la histeria, las bolsas del todo el mundo cierran con caídas, el Fondo Monetario Internacional empieza a advertir de la desaceleración y el precio del crudo se desploma, animado por una guerra interna de precios en la OPEP.
Según la consultora LMC Automotive este año será aún peor y reduce su pronóstico de ventas un 4 % o 3,7 millones de unidades, hasta los 86,4 millones, el nivel más bajo desde 2013. Y podría ir a peor, puesto que las interrupciones de la cadena de suministro han causado mayores costos de logística.
Una asociación de la industria advirtió la semana pasada de que las ventas de automóviles en Italia, la tercera economía más grande de Europa y país más afectado por el virus tras China, podrían reducirse en más del 15 %.
"El impacto de Covid-19 en la industria automotriz ha ido mucho más allá del punto inicial de China, lo que ha resultado en revisiones de pronósticos a la baja en la mayoría de los principales mercados", ha dicho Jonathon Poskitt, Director de pronósticos de ventas globales de LMC en declaraciones recogidas por Autonews.
El tema está en que sea el Brexit, la guerra comercial o el coronavirus el que impacte en la industria, si los consumidores no creen que sea el momento de comprar coches, si la demanda se relaja demasiado, hay poco margen para maniobrar.
"La demanda puede desaparecer rápidamente, como lo ha demostrado China", ha dicho Michael Dunne, director ejecutivo de la consultora ZoZo Go. Y añade: "La gente ahora no está pensando en adquirir artículos de alto coste", refiriéndose a los vehículos.
Es aquí donde se aplica la psicología de compra. Para entender el concepto de elasticidad de la demanda podemos poner como ejemplo el pan o un medicamento indispensable: aunque que suba su precio el consumidor seguirá comprándolo. Es el típico ejemplo de demanda inelástica.
No ocurre así con la demanda elástica, donde juegan condicionantes que hacen que decidas si compras o no compras en función de muchos parámetros, como por ejemplo la incertidumbre que está provocando el coronavirus. En este escenario, la compra de un coche no es una prioridad ni una necesidad y su consumo puede ser reemplazado.
Los consultores parecen estar de acuerdo en que es la psique, la mente humana, el factor que más ha de tener en cuenta la industria: "Si va a haber un shock económico que agite la industria automotriz, vendrá de los cambios en la psicología del consumidor y la confianza y los patrones de gasto", explica a Bloomberg el consultor financiero Alex Calderone.
"Son las medidas de distanciamiento social las que tienen el potencial de ser las más peligrosas para la economía", ha sentenciado.
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