“Nuestra intención es erradicar los coches diésel y gasolina de aquí a 2040”. Así de claro se mostró Nicolas Hulot, el ministro francés de la transición ecológica y ex presentador de televisión, en referencia al sitio del automóvil en su “plan clima” de acción.
El “plan clima” de Nicolas Hulot, que presentó hoy, se articula en seis grandes temas y 23 ejes de acción, que van desde poner fin a los permisos de explotación de gas y petróleo y "erradicar la pobreza energética". Y entre ellos, evidentemente, el automóvil está en el punto de mira.
Mucho ruido y pocas nueces
El anuncio es efectivo y deja huella. La intención del gobierno es acabar con la comercialización de los coches diésel y gasolina en Francia de aquí a 2040, explicó el ministro. Si bien ha reconocido que es un objetivo de cierto peso, especialmente para los fabricantes franceses. “Es para mí una verdadera revolución”, añadió.
Obviamente, el gobierno francés no pretende prohibir la venta de automóviles con motor de combustión interna de gasolina o de ciclo diésel, sino hacer todo lo posible para que la demanda de este tipo de automóviles decaiga de tal forma que ya no sea rentable proponerlos a la venta en Francia.
Para ello, empezarán con unificar los impuestos de los carburantes antes de cinco años, es decir, que el litro de gasóleo cueste lo mismo que un litro de súper 95 mediante los impuestos. Por cierto, era una promesa del candidato Macron en las elecciones presidenciales.
Otra medida anunciada por el ministro es la de ayudas económicas para las familias más pobres para la compra de un coche menos contaminante siempre y cuando su viejo vehículo se retire de la circulación. La medida se aplicaría a todos los coches diésel anteriores a 2001 y gasolina antes de 1997. Suena a plan PIVE y es exactamente eso. Eso sí, no ha especificado el importe de la ayuda o el baremo que emplearán para determinar si una familia tiene derecho a esa ayuda o no.
¿Es posible erradicar los coches diésel y gasolina para 2040?
Erradicar los gasolina y diésel en poco más de 20 años en un país como Francia supone un reto de épicas proporciones. Incentivar la compra de coches más respetuosos con el medio ambiente, ya sean eléctricos, de GLP, de gas natural o de pila de combustible (hidrógeno) supone un cambio en las infraestructuras del país de proporciones igualmente épico (aunque quizá factible si empiezan hoy).
Por otra parte, a escala de la industria del automóvil 20 años es pasado mañana. El ciclo de vida comercial de un coche suele ser de unos 7 años de media (si es un fracaso, menos, y si es un éxito se puede estirar mucho más), por lo que en dos generaciones de modelos los fabricantes que deseen vender en Francia tendrían que tener listos alguna propuesta (y entendemos que un híbrido PHEV no serviría por su motor de combustión interna). La mayoría de marcas ya están desarrollando alternativas, especialmente para prescindir del diésel, pero 2040 es muy pronto para esta industria.
Por otra parte, Francia es el undécimo productor mundial de automóviles (1.970.000 coches en 2016) y además de las marcas francesas y proveedores importantes, como Valeo o Michelin, Toyota (con el Yaris) y Smart (con el ForTWo) fabrican en suelo francés. En total, hay 4.400 centros de producción vinculados al automóvil y da trabajo directo a 440.000 personas. Nadie tiene claro que los gobiernos que sucedan al de Emmanuel Macron sigan por esa senda y quieren ver peligrar los trabajos de un sector que representa el 16 % de la facturación industrial gala.
Ahora bien, todo es posible, incluso que el petróleo se agote antes de lo previsto, pero de momento tiene toda la pinta de ser un anuncio de cara a la galería.
