No es nada nuevo que la mano de obra humana esté siendo sustituida por máquinas: máquinas perfectas que no cometen errores, máquinas que no necesitan descansos, a las que no hay que pagar la Seguridad Social, que no se cogen vacaciones ni enferman. En febrero conocíamos la historia de una empresa china que ha sustituido al 90% del personal con robots, haciendo crecer la producción un 250%.
General Motors ha ido un paso más allá y ha conectado un cuarto de sus 30.000 robots de fábrica a internet y el gigante de Detroit ya está cosechando los beneficios de que sus 'empleados' no se tomen descansos.
Mejor mantenimiento gracias a los robots conectados
Tal y como ha declarado el director global de la firma, Mark Franks, en una conferencia en Chicago, en los dos últimos años, General Motors ha evitado 100 fallos potenciales gracias a los robots que tiene en sus plantas de ensamblaje. Esto ha sido posible gracias a la conexión a la red, que ha permitido analizar los datos que estas máquinas envían a servidores externos y que son almacenados en una nube.
La conectividad permite evitar interrupciones en las líneas de ensamblaje ya que la sustitución de un robot puede llevar hasta ocho horas, y esto se traduce en dinero, claro. Gracias al monitoreo online el fabricante norteamericano puede reducir su inventario y stock almacenado y ahorrar dinero.
Según Franks, los robots permiten que se pueda trabajar de manera segura junto a los humanos en la fábrica que produce el híbrido Chevrolet Volt, uno de los pioneros de la generación de coches eléctricos de hace un par de años. Pero todos estos avances en la robótica y la tecnología autónoma no hacen sino avivar el debate que existe entre la necesidad de progreso y la pérdida de empleos.
¿Mismas responsabilidades fiscales?
La industria del automóvil ha sido pionera en adoptar la automatización, convirtiéndose en el mayor cliente de la industria de la robótica. De acuerdo con la Federación Internacional de Robótica (IFR), en 2016 las fábricas automotrices instalaron 17.600 robots en comparación con los 1.500 fabricantes electrónicos y 1.900 productores procedentes de la metalurgia.
Y según informa la BBC, actualmente hay un ejército de 1,63 millones de robots funcionando en todo el planeta, y para 2019 se espera que esta cantidad llegue a los 2,6 millones. Los países con más penetración de robots autómatas en la industria son Corea del Sur, Singapur y Japón, y en América Latina México, Argentina y Brasil.
Según el Foro Económico Mundial, para 2020 desaparecerán 5 millones de puestos de trabajo en las 15 economías más desarrolladas del mundo por innovaciones como la robótica y la inteligencia artificial.
La IFR, como no podía ser de otra forma, defiende que el uso de robots no sólo crea empleos cualificados, sino que también baja el costo de los productos. Hay quienes sostienen que la pérdida de empleos tiende a compensarse con la creación de puestos de trabajo en áreas relacionadas con la automatización.
Cuando hablamos con el director general de la Asociación del Transporte Internacional por Carretera (ASTIC), Ramón Valdivia, acerca de la automatización del transporte de larga distancia, lo tenía claro: la robotización es una necesidad y la solución definitiva. "Un tercio del dinero que invierten las empresas va para combustible y otro tercio para el personal. A una máquina no hay que pagar Seguridad Social ni sueldos, no incumplen las normas de circulación ni traen multas", decía.
Aquí se abre una de las cuestiones que más dan de qué hablar, y es que si se sustituye la mano de obra humana por una máquina, ¿no tendrían las empresas que pagar impuestos por sus máquinas, al igual que un humano? Esto ya se lo ha preguntado el multimillonario Bill Gates, que pide que los robots tengan las mismas responsabilidades fiscales que los humanos.
La disyuntiva entre el progreso y la destrucción de empleo es inevitable. El ser humano deberá adaptarse y desarrollar su capacidad creativa para no quedarse atrás en la que será también una transformación del sector laboral.
Foto | Michael Kumm
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