Hace unas semanas, el gobierno francés presentó al parlamento un proyecto de ley para que los coches que emitan más de 220 g/km de CO₂ tengan un impuesto de matriculación de hasta 40.000 euros en 2021 y 50.000 en 2022. Francia es el segundo mercado automóvil de Europa, por lo que sus decisiones suelen tener un efecto notable en la industria del automóvil.
Muchos países están acelerando la manera en la que matar al coche de combustión interna y favorecer el coche eléctrico. Algunos lo hacen por razones ecológicas y otros para tener una ventaja industrial sobre sus rivales (todos los países parten desde cero en esta industria). Algunos países incentivan los coches eléctricos, como Noruega, y otros, incentivan de forma tímida la compra de coches eléctricos e híbridos enchufables, al mismo tiempo que crean impuestos para encarecer los coches con motores térmicos, como Francia.
Hace unos años, el ejecutivo galo ideó el concepto de “bonus-malus”. Al comprar un coche eléctrico o híbrido enchufable, el cliente recibe una bonificación (un bonus), mientras que si se compra un coche que emite CO₂ se verá penalizado con un sobrecoste (un malus) en función de las emisiones. Es algo que también se aplica en el caso de los coches de segunda mano importados a Francia, pero con un baremo diferente y menos restrictivo en función del año del coche.
La nueva propuesta de ley, enmarcada dentro de la ley presupuestaria, rebaja el umbral de emisiones a partir del cual se aplica una penalización -el malus-. Este pasaría de a ser de 131 g/km en 2021 en lugar de los 138 g/km actuales. El impuesto mínimo a pagar sería de 50 euros. Luego, el precio se va incrementando progresivamente y de forma variable por cada g/km de más.
Estos incrementos, según el tramo, van de 10 euros a 1.000 euros por g/km hasta alcanzar los 40.000 euros para los coches que emitan más de 226 g/km. En 2022, el umbral a partir del cual se aplica ese impuesto de matriculación sería de 123 g/km de CO₂ con el tramo máximo -más de 226 g/km- que pasaría a ser de 50.000 euros.
A nivel práctico es un duro golpe para las marcas que venden deportivos. No hablamos de un Porsche 911 o un Ferrari Portofino, coches que rondan los 200.000 euros y cuyos clientes se gastan de media entre 60.000 y 80.000 euros en opciones. Por ejemplo, un Portofino (247 g/km) que cuesta actualmente al otro lado de los Pirineos 193.410 euros, costaría en 2021 unos 233.410 euros.
Sí, es un incremento importante, pero a ese nivel del mercado no es problemático. De hecho, seguiría siendo más barato que, por ejemplo, en Portugal, el tercer país caro de la Unión Europea para comprar un coche detrás de Holanda y Dinamarca. Allí, cuesta actualmente 235.163 euros. Y esos precios no son para nada un impedimento para vender un coche de ese tipo en Portugal.
Las marcas extranjeras en el punto de mira
El verdadero problema lo tienen las marcas generalistas. Por ejemplo, el Ford Mustang. Este modelo es el coupé más vendido del continente. En Francia, el Mustang GT (277 g/km) cuesta 48.800 euros. En 2021 pasaría a costar 88.800 euros... Es un ejemplo un tanto extremo, pero si miramos modelos llamados a tener más ventas y menos extremos, como el CUPRA Formentor, nos podemos hacer una idea de la problemática.
En Francia el Formentor de 310 CV (186 g/km) cuesta hoy desde 44 670 euros. Según este proyecto de ley, en 2021 habría que añadirle 8.670 euros de impuesto de matriculación y más de 12.000 euros de impuesto de matriculación en 2022. No está claro que haya muchos clientes dispuestos a pagar más cerca de 60.000 euros por un Formentor.
Obviamente, las marcas lo saben. Y CUPRA, como muchos otros, tendrán en sus gamas versiones híbridas enchufables de estos modelos deportivos. En el caso de CUPRA, el León y el Formentor, contarán con una versión PHEV de 245 CV que debería homologar menos de 30 g/km de emisiones de CO₂. Para hacernos una idea, el Skoda Octavia RS PHEV de 245 CV, con el que compartirán mecánica, homologa 25 g/km. Y actualmente, goza de una bonificación de 2.000 euros.
Es una medida descaradamente proteccionista, ya que las marcas francesas no suelen tener muchos modelos por encima de los 140 g/km, siendo el Renault Espace TCe de 225 CV el modelo con la peor cifra en emisiones de CO₂ (191 g/km) de los fabricantes galos. Las marcas más afectadas por estas medidas serán evidentemente las marcas premium en general y alemanas en particular, así como los modelos deportivos y los SUV más grandes.
Al final, las versiones gasolina se quedarán en Francia como coches halo, mientras que las ventas se harán con las variantes híbridas enchufables. De hecho, los híbridos enchufables acabarán siendo la tabla de salvación de muchas marcas. Y es que incluso un simple híbrido ya no será suficiente. Por ejemplo un Lexus NX 300h, uno de los modelos más vendidos del fabricante nipón, con 173 g/km tendría una penalización en 2021 de 6.724 euros.
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