La sombra de una subida de aranceles a la industria automotriz europea por parte de Estados Unidos lleva mucho tiempo sobrevolando las reuniones diplomáticas. En octubre la Administración Trump obtuvo el permiso de la Organización Mundial del Comercio para imponer aranceles por valor de 7.500 millones de dólares a productos europeos como el whisky, el queso o el aceite de oliva, así como productos de Airbus.
Esta guerra comercial también podría afectar a los coches europeos, aunque según recientes declaraciones del presidente saliente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, Washington no impondrá nuevos aranceles a los vehículos europeos.
Con la esperanza de otro aplazamiento
"Trump va a hacer algunas críticas, pero no habrá aranceles en el sector automotriz", dijo Juncker a una cabecera alemana. "Estás hablando con un hombre totalmente informado", aseveró.
A pesar de que estas declaraciones son una prueba bastante fehaciente de que Washington suspenderá una subida de aranceles de hasta el 25 % a los coches y componentes europeos que entren en el país, Estados Unidos aún tiene hasta el 14 de noviembre para dar una respuesta.
Según explica Autonews Europe, Matt Blunt, quien encabeza un grupo comercial de General Motors, Ford y Fiat Chrysler Automobiles, dijo el jueves que el grupo sigue "en contra de la imposición de aranceles de la Sección 232 en automóviles o componentes. Sería perjudicial para la economía y la industria automotriz", ha declarado.
Y el mes pasado, BMW, que es el mayor exportador automotriz de EEUU, dijo que había advertido a los funcionarios estadounidenses de que la intensificación de una guerra comercial global podría amenazar los empleos en su planta en Spartanburg, en Carolina del Sur, donde la firma bávara exporta alrededor del 70 % de su producción.
Lo cierto es que esta subida impositiva, que ya se ha retrasado anteriormente durante seis meses, tendría un enorme efecto dominó en los fabricantes de automóviles europeos y muchos proveedores en los Estados Unidos.
En el caso de España, y a pesar de su fuerte industria automotriz representa el 17,3 % de las exportaciones totales de bienes, las que van dirigidas a Estados Unidos representan una cuota reducida, por lo que el impacto sería poco relevante, según nos cuentan nuestros compañeros de El Blog Salmón.
Para entender el origen de este tira y afloja entre Estados Unidos y la Unión Europea debemos remontarnos a mayo de 2018, cuando Estados Unidos comenzó a investigar las importaciones de coches al país en aras de la seguridad nacional.
"O compráis más productos norteamericanos, o los coches europeos tendrán más aranceles". Este fue el decimoquinto (por decir algo) ultimátum que Trump, en su frenética política proteccionista, dirigió a la Unión Europa en febrero.
Y seguimos igual. En vilo.
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