La Unión Europea y el Reino Unido han llegado a un acuerdo sobre el Brexit a pocos días de terminar el plazo para lograr un acuerdo. El sector de la industria del automóvil ha sido uno de los puntos más duros de negociar, pero se ha logrado, gracias a las reglas de origen.
Eso sí, con una notable excepción: los coches eléctricos y los híbridos, cuyas baterías no proceden de la Unión Europea o del Reino Unido. Y eso podría afectar a toda la industria del automóvil.
El sector de la automoción es una de las industrias más interconectadas de Europa, con cadenas de proveedores en todo el continente. El Reino Unido compra el 60 % de los componentes de los coches fabricados en Inglaterra a Europa. Y el 80 % de esos coches fabricados en Reino Unido tienen como destino la UE. El Reino Unido es además un mercado de alto valor añadido y estratégico para las marcas que fabrican en Europa.
El Reino Unido es un mercado vital para las marcas europeas
La Alianza Renault-Nissan posee la fábrica Nissan de Sunderland, el grupo PSA posee una fábrica Vauxhall. El grupò BMW fabrica in situ la mayoría de los MINI. Pero incluso para marcas que no producen en suelo británico es una mercado vital. Por ejemplo, el Reino Unido es, con más de 65.000 coches en 2019, el tercer mercado de SEAT, detrás del alemán y el español.
En los segmentos premium, es igualmente importante. Si tomamos como ejemplo los turismos de Mercedes-Benz, el Reino Unido es su cuarto mercado más importante, por detrás de China, Estados Unidos y Alemania. En 2019, Mercedes-Benz vendió más de 170.000 coches en el Reino Unido. Si miramos las ventas de furgonetas, Reino Unido es su tercer mercado, con más de 44.000 unidades vendidas.
Un Brexit duro habría supuesto cientos de millones de euros en aranceles a ambos lados del canal de la manga. Así, ahora no habrá ni derechos de aduanas ni cuotas sobre la importación y exportación de mercancías. En cambio sí habrá una serie de controles, cuyos detalles y costes están aún por determinar, destinados a comprobar hasta qué punto ha sido un producto fabricado con componentes locales. Es la llamada “regla de origen”.
Regla de origen: el 55 % del coche debe ser de origen local
Según la regla de origen para que un producto esté exento de aranceles, un determinado porcentaje del valor del producto debe proceder de empresas locales. En el caso de un automóvil, ese valor deber ser de al menos un 55 %. Para el Reino Unido es una auténtico reto, pues el 75 % de las piezas de los coches que fabrican proceden de la Unión Europea y de Turquía.
Además, el Reino Unido no podrá contar con el cúmulo de origen local como sí lo hacen los que fabrican en el continente. Así, un coche fabricado en España con un 20 % de valor local, pero con el 35 % restante procedente de otros países de la Unión es considerado un coche con un 55 % de valor local.
¿Qué pasaría si un coche no alcanzase ese 55 % de valor local? Habría que pagar un 10 % de aranceles, en el caso del coche, y un 5 % si se trata de recambios. A priori es un regla que favorece a los fabricantes del continente, sin embargo hay un excepción que podría favorecer al Reino Unido, los coches eléctricos.
La excepción del coche eléctrico: la apuesta británica
El Reino Unido, con su prohibición de vender coches gasolina y diésel en 2035, está apostando por el coche eléctrico. Sin embargo, éstos con sus baterías procedentes de Asia, no habría podido cumplir con la regla de origen. Como lo explicó Michel Barnier, al frente de las negociaciones para el UE, “los británicos querían una flexibilidad adicional, que obtuvieron, para los coches eléctricos”.
Así, en definitiva, los coches eléctricos e híbridos gozarán de una regla de origen adaptada. El contenido local deberá ser solo del 40 % para los coches eléctricos e híbridos y del 30 % para las baterías. Esto hasta 2023. Posteriormente, el contenido local deberá ascender a 45 % en 2024 y al 50 % en 2026 para alcanzar el 55 % en 2027.
Evidentemente, es algo que también favorece a las fábricas europeas del continente que produzcan híbridos y eléctricos, pero también es una señal de aviso para que se pongan las pilas, nunca mejor dicho, de cara a fabricar baterías en Europa, más allá de lo previsto actualmente, donde España no tiene papel alguno.
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