La semana pasada, en el último día de test en el Circuito de Jerez, asistimos al primer pique del año con Lewis Hamilton y Fernando Alonso de protagonsitas. Bueno, en realidad, el protagonista principal fue el británico, que cegado por ver al asturiano encaramado a lo más alto de la tabla de tiempos con un R29 que hasta entonces parecía que no funcionaba, se puso como meta superar como fuera el tiempo de Fernando.
Al parecer, las órdenes de McLaren eran claras y concisas: superar el 1:19.846 que Alonso había marcado en la 3ª de una tanda de 9 vueltas. Quedaban apenas tres o cuatro minutos para el final de los test cuando Lewis saltó a pista con dos gotas de combustible en su McLaren y un juego nuevo de slicks. El resultado: un 1:19.632 que le daba el mejor tiempo (recordemos: con el alerón de 2008), y que dejaba a más de uno en boxes con la sonrisita de pensar qué manera más absurda de desperdiciar un preciado juego de slicks, que están limitados en esta pretemporada.
Pero es que Lewis ya había intentado batir el tiempo del asturiano, a falta de un cuarto de hora para el final, en una tanda de cinco vueltas, en las que el británico sólo fue capaz de parar el crono en un insuficiente 1:20.009. Fernando no podía quedar por delante de él, y pudo evitarlo en el último suspiro. Pero vaya, todo el mundo tomó buena nota de los esfuerzos que tuvo que hacer Lewis para superar un tiempo que Fernando marcó a los inicios de una tanda media, seguramente sin ninguna intención de romper el crono.
Este año podemos divertirnos de lo lindo.
Vía | El Mundo
