En la carrera del Gran Premio de Australia hemos podido asistir a una clase práctica de ese refrán que reza que "los últimos serán los primeros". Seguramente, quien lo mencionó por primera vez no tendría ni idea que existiría un equipo de nombre Brawn GP que haría que su refrán no funcionase al 100% hoy, pero no ha estado demasiado lejos de clavarla.
Hoy el vigente campeón del mundo, Lewis Hamilton, ha salido desde la 18ª posición, y última al salir los dos Toyota desde el pit lane, de la parrilla, y con un McLaren teóricamente muy lejano en cuanto a prestaciones de lo que se espera del coche del campeón, ha demostrado que también es capaz de suplir las carencias de un monoplaza con su agresividad y su talento. Saber cómo se defendería Hamilton con un coche flojo era la gran incógnita hasta ahora, pero creo que ha superado con nota el reto, escalando 14 posiciones en carrera, y sin cometer los errores que otros sí han cometido.
Tampoco ha estado nada mal, por no decir que ha sido soberbia, la remontada de los dos pilotos de Toyota. Eso sólo nos demuestra una cosa: el TF109 es un cochazo que vuela, porque si sólo hubiera remontado uno, aún se podría poner en duda si ha sido el coche o el piloto, pero que Trulli acabe 3º y Glock 5º tras salir ambos desde el pit lane es algo a tener muy en cuenta. ¿Qué podrán hacer los Toyota cuando salgan desde donde le pertoca? Parece que esa deseada primera victoria puede estar más cerca que nunca, pero no hay que dormirse en los laureles, porque el resto de equipos mejorarán, y tarde o temprano irán incorporando esos dobles difusores si son ratificados tras la carrera de Malasia.
Y bueno, por acabar de darle la razón al "los últimos serán los primeros", y ya que parece que los dos Brawn GP nos chafan un poco el titular, que nadie olvide que este equipo llegó a clase 10 minutos tarde, por lo que tampoco iba demasiado desencaminado el autor de esa frase que tan bien encaja hoy en cualquier crónica de la espectacular carrera vivida en Australia.