Vamos a ser sinceros, posiblemente el Rally de Jordania es la prueba que menos me gusta de todo el calendario del Mundial de Rallyes. La mezcla entre sus tramos muy rápidos y sin apenas vegetación, unido a que prácticamente no se ven aficionados en sus cunetas hace que los recorridos jordanos me parezcan más bien sosos que otra cosa. Eso si, este hecho se ha visto este año un poco ensombrecido debido a la bonita lucha que pudimos ver en cabeza de la clasificación.
Hemos podido ver a un Jari-Matti Latvala desatado, tomándose la prueba más como un raid que como un rally en si. Solo había que ver la power stage para ver al finlandés levantando polvo en cada curva y apretando para intentar llevarse la victoria final. Sin embargo, la buena actuación de Ogier le llevaba a hacerse con la victoria final por tan solo dos decimas, una de las menores de la historia.
Pero sin duda la imagen del fin de semana la volvía a dejar Petter Solberg. El noruego, como de costumbre, llegaba a la ultima etapa con posibilidades incluso de luchar por el triunfo. Sin embargo un nuevo exceso de ganas le dejaba de nuevo fuera de la pista tras perder el control de su Citroën DS3 WRC tras un cambio de rasante. Algo muy parecido a lo ocurrido en México, con la variante de que en está ocasión Solberg se quedaba atascado y fuera del rally.
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