La Fórmula 1 a veces tiene estas cosas. Carreras locas, con resultados inesperados, con ganadores por los que nadie habría apostado. Todos hemos visto carreras así, y en cierto modo el Gran Premio de España de este 2012 tuvo un poco de esta magia de antaño. Una de las carreras más locas que se recuerda en los últimos años fue la de Mónaco en 1996, que dió el momento de gloria a Olivier Panis, simpático piloto francés que pilotaba para Ligier.
Durante el warm up, Olivier Panis ya avisó de lo que podía pasar, marcando el mejor tiempo, en seco, mientras otros pilotos preparaban el coche para la lluvia esperada. Al final, entre warm up y carrera la lluvia llegó, y dejó el circuito empapado. Esto hacía pensar en una carrera interesante, con Michael Schumacher en la pole position, por delante de Damon Hill y los dos pilotos de Benetton, Jean Alesi y Gerhard Berger.
A causa de la lluvia, se decidió celebrar una sesión extra de quince minutos para que los equipos pudieran acostumbrarse a las condiciones del asfalto, pues no había llovido en todo el fin de semana. Algunos equipos decidieron no salir a pista para no arriesgar a tener un accidente y quedarse sin tiempo o piezas para reparar los coches de cara a la carrera. Al final, esta empezó media hora más tarde de lo inicialmente previsto.
Cuando empezó, la primera sorpresa de la carrera nos la llevamos en la mismísima vuelta de reconocimiento. Andrea Montermini estrelló su Forti-Ford en el túnel y no pudo hacer la salida. En la primera vuelta, Jos Verstappen se salió de pista a causa de haber salido con neumáticos lisos (aunque el asfalto estaba mojado, no llovía en el momento de la salida). Además, los dos Minardi tuvieron un encontronazo y terminaron fuera de la carrera.
Todo esto sucedió en la primera curva del gran premio. La segunda sorpresa llegó cuando Michael Schumacher, que había perdido el liderato en favor de Damon Hill, perdió el control de su Ferrari en la curva del puerto, terminando su carrera contra el muro. Rubens Barrichello abandonaría en esa fatídica primera vuelta tras realizar un trompo en la Rascasse. En cinco vueltas, quedaban solo trece participantes, y el número siguió bajando a medida que pasaban las vueltas.
Llegada la mitad de carrera, Damon Hill abandonó por un problema en su caja de cambios, y Jean Alesi heredó el liderato. Con una pista que se iba secando, la victoria del francés parecía segura. Pero a veinte vueltas del final, un problema de suspensión le apartó de la carrera. Esto le dejó el liderato a Olivier Panis, con el Ligier, que rodaba por delante de David Coulthard (quien usaba un casco de Michael Schumacher pues los suyos fueron robados) y de Johnny Herbert.
Al final, entre colisiones y problemas mecánicos, tan solo tres coches cruzaron la línea de meta, pues Heinz-Harald Frentzen abandonó voluntariamente la carrera a tres vueltas del final, con el objetivo de asegurar los puntos, pues no tenía sentido luchar con su compañero de equipo y arriesgar un abandono doble, evitando también así un posible accidente. Una locura de carrera que solo tres pilotos sobrevivieron completamente.
Esto le dió su primera y única victoria a Olivier Panis, así como la última victoria de Ligier en la Fórmula 1, la primera en quince años. Aunque solo tres coches terminaron la carrera, siete pilotos fueron clasificados pues dieron más del 90% de vueltas del gran premio. Como en esa época recibían puntos solo los seis primeros pilotos, todos los puntos fueron otorgados.