El Williams FW14B es seguramente la mejor máquina fabricada en los astilleros del equipo de Frank Williams. Firmado por Adrian Newey, el coche para la temporada de 1992 dominaría el campeonato. La primera carrera del año en Phoenix había vivido ya un doblete del equipo británico, encabezado por Nigel Mansell. El Gran Premio de México, segunda carrera del año, tendría un guión similar.
La primera fila de los números 5 y 6 de Williams no sorprendió a nadie, con un Nigel Mansell que marcó la pole position con apenas dieciséis milésimas de ventaja sobre su compañero de equipo, el italiano Riccardo Patrese. Ayrton Senna había sufrido un accidente el viernes durante los entrenamientos oficiales del primer día en la Parabólica pero estuvo listo para competir el domingo, partiendo desde la sexta plaza.
Un Michael Schumacher particularmente inspirado era tercero y aunque estaba a nueve décimas de los Williams, también había sido más de un segundo más veloz que el cuarto clasificado, su compañero de equipo en Benetton, Martin Brundle. El alemán empezaba a demostrar un talento increible en la que tan solo era su octava carrera. Entre otras sorpresas, los Dallara con motores Ferrari eran más rápidos que los propios Ferrari de la Scuderia.
En cuanto a la carrera en sí, los Williams mandaron desde la salida sin ninguna oposición. Sin necesidad de llegar a forzar el ritmo en ningún momento, Nigel Mansell cruzó la línea de meta en primera plaza, casi trece segundos por delante del otro Williams. Los Benetton fueron los únicos coches capaces de plantar cara a pesar de usar el modelo B191B a la espera del nuevo coche para la temporada de 1992.
Inicialmente, Brundle adelantó a Schumacher e intentó atacar a los Williams pero pronto el más joven de los dos pilotos recuperó la posición. Tras situarse en tercera plaza de nuevo, la defendió con un ritmo inalcanzable para los otros rivales y acabó ocupando la tercera posición tras pasar por debajo de la bandera de cuadros. Era el primer podio de una carrera deportiva llamada a pasar a la historia.
Brundle, por su parte, acabaría abandonando por culpa de la rotura de su motor Cosworth, mientras que Senna se retiró tras solo once vueltas con la transmisión estropeada. Un triste final para el McLaren que había sido campeón en 1991, que se retiraba tras el Gran Premio de México. En Brasil, McLaren contaría con el nuevo coche con el que esperaban plantar cara a Williams, aunque se planteaba como una difícil tarea.
La cuarta posición la ocupó precisamente el otro McLaren, el de Gerhard Berger. El austríaco había pilotado con mimo el coche número dos, sin excesos y sabiendo que los Benetton y sobre todo los Williams estaban a otro nivel. Estos puntos dejaban a Berger por delante de Senna en el campeonato y mientras el brasileño tenía cuatro puntos en dos carreras, Mansell sumaba veinte gracias a sus dos victorias.
Tras Berger, el recientemente desaparecido Andrea de Cesaris firmó un muy buen quinto puesto que le daba tanto a Tyrrell como a Ilmor (proveedor de motores) los primeros puntos del año, aunque ya estaba a una vuelta del vencedor. El sexto puesto fue para un nombre histórico como Mika Häkkinen, con el Lotus. En el podio, se respiraba alegría con tres pilotos muy satisfechos de sus resultados.
Nigel Mansell era consciente de que estaba ante la mejor oportunidad de su carrera deportiva de ganar el título de campeón del mundo que se le había escapado en tantas ocasiones, mientras que Riccardo Patrese se encontraba con un coche increiblemente competitivo en una etapa de su carrera deportiva en la que muchos pilotos tienen que conformarse con coches de media parrilla. Michael Schumacher celebraba con entusiasmo el primero de los 155 podios de su carrera deportiva, confiado en que el futuro le traería éxitos.