Tras la temporada de 1992, Ayrton Senna estaba muy enfadado con la Fórmula 1. Enfadado con la superioridad de los Williams Renault, enfadado con McLaren por perder los motores Honda, y, según otros, enfadado con la FIA que amenazó al brasileño con retirarle su Superlicencia. Quizás en este último punto tengan que ver la llegada de las ayudas electrónicas.
La respuesta de Ayrton Senna fue rápida. Aprovechando el patrocinador común entre su escudería, McLaren, y el Team Penske, Ayrton Senna quiso asustar a Bernie Ecclestone y a Ron Dennis probando uno de los monoplazas del equipo con los que competían en la CART.
El test se realizó en el Firebird Raceway de Phoenix y su cicerone fue de lujo, Emerson Fittipaldi, piloto de Penske. A pesar de que el test fue secreto, no tardó mucho en salir a la luz pública. Como era habitual en un talento como Ayrton Senna, los resultados hablaron por si mismos. Senna batió por medio segundo a Fittipaldi. Finalmente, el test se quedó en eso, un test, y Ayrton Senna jamás volvió a subirse a un monoplaza de la CART.