Seguramente a casi todos nos gustaría mejorar las prestaciones de nuestro coche. La tentación es grande, pequeñas modificaciones pueden cambiar el carácter de un coche, pero no todas las mejoras son aplicables a cualquier motor. Parece que este es el caso del protagonista de nuestra historia, dueño de un Ford Mustang GT500, cuyo motor pretende que alcance algo más de 800 CV.
En efecto, cualquiera, cegado por las mejoras que podemos conseguir, puede acabar no calculando bien los riesgos que asume al modificar su motor. Hay que tener en cuenta que los motores son diseñados para una cantidad de fuerza concreta, y aunque se fabrican con margen suficiente, si pasamos determinado punto, puede ser fatal para nuestro motor.
Personalmente esta escena me recuerda al momento en el que carburo un coche radiocontrol de gasolina. Si afinamos mucho la carburación, el coche correrá más, pero también aumentamos las posibilidades de acabar con nuestro motor en la basura. Lamentablemente para el dueño de este Mustang GT500, la reparación seguramente costará mucho más que en el caso de un coche teledirigido.
Vídeo | Youtube
Vía | Autoblog
En Motorpasión | Los Ford Mustang del SEMA Show 2010