Esta semana os hemos comenzado hablando de cómo la ciudad de Hesinki pretende que sus ciudadanos conduzcan menos sus coches a través de las calles ofreciéndoles una batería de alternativas gestionadas a través de una aplicación para smartphone. A apenas 90 kilómetros de allí, otra capital, Tallin, en Estonia, iniciaba hace un año y medio una iniciativa compartiendo parte de los objetivos del proyecto finlandés.
Se trataba de reducir el impacto medioambiental atacando al transporte privado de una forma más directa que sus vecinos del Norte. Así fue cómo los ciudadanos de Tallin comenzaron a disfrutar de transporte público gratuito en enero de 2013. Hasta el momento, había habido varios de estos experimentos en el mundo, pero nunca con una urbe de este tamaño.
En Tallin viven aproximadamente 430.000 personas. La medida, no exenta de polémica, fue sometida a referéndum, y salió adelante con el 76% de los votos registrados (¿Os imagináis a vuestro ayuntamiento haciendo algo así?). Pasados los meses, parece que el plan del alcalde de Tallin, Taavi Aas Edgar Savisaar, no sigue los derroteros que su equipo de gobierno imaginó.
Así lo asevera un estudio realizado por el Royal Institute of Technology sueco. El problema es que el uso del transporte público casi no ha aumentado en un año desde que colarse en autobuses, ferries y tranvías comenzara a ser una práctica legal. La demanda se ha incrementado un 1,2%, para ser exactos.
El estudio sueco sí muestra que la iniciativa ha sido beneficiosa en los distritos más pobres. Sin embargo, más allá de este beneficio social, los ciudadanos de Tallin no están dejando sus coches aparcados en casa para ir al trabajo en transporte público. En todo caso, lo que está ocurriendo es que la gente camina menos.
No obstante, las autoridades siguen manteniendo un claro optimismo con respecto a la idea del transporte público gratuito en la ciudad. Según sus propias fuentes, el tráfico de las principales arterias se ha reducido en un 14%. Además y como no podría ser de otro modo, la medida sigue gozando de una gran popularidad entre sus habitantes, no tanto entre los turistas, que siguen teniendo que pagar.
Es pronto para condenar una medida así de ambiciosa, por los objetivos que persigue. Merece la pena "seguir experimentando" con diferentes modelos (la mayoría, como sabemos, son más bien punitivos) a tenor del mal ambiente que se respira en el mundo. Sólo el transporte en unas pocas ciudades como Copenhague se salva de la quema.
Vía | Citiscope
Imágenes | Archer10 (Dennis) (CC) Colectivo Ecologista Jalisco (CC), Luis LuCheng (CC) en Flickr
En Motorpasión Futuro | ¿Se equivocó París con sus medidas para limitar el tráfico y reducir la contaminación?, Estonia incentiva con 18.000 euros la compra de eléctricos (2012)