Vocho, Fitito, Tiburón y Cuatro Latas: los maravillosos nombres que les damos a los coches más emblemáticos en los países que hablamos español
A menudo le damos un mote a nuestro coche y sin embargo, nunca lo haríamos con nuestro móvil o nuestra casa. Y es que el coche, con todos sus inconvenientes, es cómo una extensión de nuestra personalidad, la libertad de movimiento y las vivencias que habremos forjado con el tiempo a su volante, no nos las da un móvil. También bautizamos a los modelos más populares y emblemáticos, esos coches que han puesto un país sobre ruedas y que forman ya parte del imaginario colectivo de una nación.
De España a Argentina pasando por México, del Vocho al Fitito pasando por el 4 latas, estos son algunos de los geniales nombres que les damos a los coches más emblemáticos en los países de habla hispana.
Pulga, Sapito, Vocho y Escarabajo
El Volkswagen Typ 11, dicho así, no es muy conocido, pero es sin duda uno de los coches que más apodos ha recibido a lo largo de su historia. De hecho, prácticamente no hay un país en el que se haya vendido y en el que no haya tenido un apodo. Y es que inicialmente Volkswagen nunca le puso nombre, sólo era el Volkswagen Typ 11. De ahí que de forma natural, el público le pusiera un nombre afectivo en relación a su aspecto.
En España se llamó Escarabajo, porque recordaba a un escarabajo. También en Argentina se le conoció como Escarabajo, cuando por fin llegó a ese mercado en 1980, aunque eran unidades fabricadas en Brasil y era ya un modelo muy desfasado. En Colombia, se le conoce como pulga y en Perú, sapito. En ambos casos, en relación a su aspecto redondo y casi morfológico.
En México, curiosamente, se le conoce como Vocho, un nombre derivado del francés “boche”. Pronunciado “bosh” es un regionalismo que significa cabeza dura o tonto. Es un apelativo despectivo que los franceses daban a los alemanes desde la guerra de 1870, cuando Alemania les arrebató las regiones de Alsacia y Lorena, hasta bien pasada la Segunda Guerra Mundial.
Pelotilla y Fitito: dos nombres, un mismo destino
El Fiat 600, desarrollado por Dante Giacosa, padre del Fiat 500, fue presentado en el Salón de Ginebra de 1955. Con su espacio interior amplio en relación a las dimensiones exteriores, empezó a fabricarse en Barcelona en 1957 como SEAT 600. Con su motor de 633 cc y una potencia de 21 CV podía alcanzar los 95 km/h. Y eso en los años 60, para un coche tan pequeño y redondo, era digno de mención. Su aspecto redondo le valió en España el apodo de pelotilla.
El Fiat 600 tuvo un éxito sin precedentes en España, donde se fabricaron más de 800.000 unidades hasta 1973 bajo la marca SEAT. Pero también lo fue en América del Sur y especialmente en la Argentina. Allí, el Fiat 600 fue durante cuatro décadas el coche más vendido. Al otro lado del charco se le conoce como bolita y sobre todo como Fitito. Podría uno pensar que es como un término afectivo que se debe a que es el pequeño de la Fiat, pero al parecer no es así.
Tendría su origen en la palabra inglesa “Fit”, en relación a una apuesta entre los ingenieros de Fiat y los de British Leyland, de visita en Fiat de cara a una posible colaboración. “How many people can fit inside?”, debieron decir. (¿Cuántas personas caben dentro?). Para demostrar que el interior era amplio, 11 operarios italianos lograron subir a bordo del Fiat 600. Fueron los propios ingleses que apodaron entonces el coche “Fitito”, dando un toque italiano a la palabra fit.
En todo caso, ya sea en España o en la Argentina, el 600 ha sido el coche con el que muchas familias accedieron por primera vez al automóvil.
Cuatro Latas
El Renault 4 L fue vendido en más de 100 países entre 1961 y 1992, de Francia a Japón, donde sigue de moda. Modelo emblemático de la marca del rombo, con más de 8 millones de unidades producidas, se le conoce en España como "cuatro latas". Es una referencia a su aspecto rudimentario, como si estuviese hecho con cuatro latas, tomando por base su nombre comercial de Renault 4 L.
Se trata del primer coche low cost de Renault, de ahí sus soluciones técnicas sencillas y aspecto casi austero, con mucha chapa a la vista a bordo. De hecho, se dice que para el diseño en Renault se conformaban con que fuera un poco menos feo que sus rivales.
¿Y por qué Renault 4 L? Inicialmente, eran tres las versiones que Renault iba a vender. El modelo de acceso a la gama era el R3 con motor de 603 cc, sólo cuatro lunas laterales y unos simples tubos de acero a modo de parachoques. Luego estaba el R4, con el mismo aspecto rudo, pero con un motor de 747 cc, y por fin el Renault 4 L, por R4 Luxe, lujo en francés. Es el modelo con seis lunas laterales, parachoques cromados y motor de 747 cc que finalmente se quedó en el mercado. El R3 y el R4 fueron sencillamente rechazados por la clientela que sólo se interesaba por el 4 L.
El Tiburón
El Citroën DS es sin duda uno de los coches más bonitos de la historia. Esculpido y no diseñado por el escultor italiano Flaminio Bertoni, tiene su hueco en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), junto con el Jaguar E-Type. Y si bien en Francia su apodo de diosa es una consecuencia fonética de DS, dos letras que pronunciadas en francés suenan como diosa en francés, en España recibió el apodo de Tiburón.
A ras de suelo gracias a su suspensión neumática, con sus formas afiladas que parecen surgir de la nada y su agilidad en carretera hicieron pensar a más de uno en las cualidades del tiburón.
Los haiga
Haiga no hace referencia a un modelo concreto sino a toda una categoría de coches, sobre todo estadounidenses. Existen varias versiones del origen de la palabra haiga para referirse a “un automóvil muy grande y ostentoso, normalmente de origen norteamericano”, según la definición de la RAE.
Una de las más conocidas, que he escuchado a menudo en Barcelona, implica a los toreros. Se dice que los Cadillac, Buick y otros Lincoln de la época eran los coches favoritos de los toreros que habían alcanzado fama y dinero. Y en cuanto podían entraban en el primer vendedor de coches de importación y pedían “el coche más grande que haiga”.
En Galicia, en cambio, se atribuye esa palabra a los precursores de los clanes de narcotraficantes del sur de Galicia que tras la Guerra Civil hacían todo tipo de contrabando con Portugal, “importando” desde medicamentos a radios y sobre todo tabaco.
Ellos también, sin estudios pero con olfato para los negocios, llegaban a Coruña o Vigo pidiendo “el coche más grande y mejor que haiga”. El cual solía ser a menudo un modelo estadounidense, pues gracias a las numerosas bases militares estadounidenses que habían entonces por toda España eran más fáciles de conseguir que algún Mercedes, BMW o Porsche. Y es que en los años 50 y 60 las importaciones de coches a España estaban limitadas a una cierta cantidad de coches al año por ley.
Quizá haya algo de verdad en estas leyendas urbanas, pero también quizá haya algo de envidia en quienes se referían a esos coches como “haigas” para que ese error de lenguaje destiñese sobre su conductor.