Por culpa de una ITV que cuesta 600 euros en Japón, envían los coches seminuevos troceados en container al otro lado del mundo. Y así es cómo se vuelven a montar

Por culpa de una ITV que cuesta 600 euros en Japón, envían los coches seminuevos troceados en container al otro lado del mundo. Y así es cómo se vuelven a montar
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Shaken. No es un extraño tipo de sushi ni un nuevo enemigo de Godzilla. Es la temible ITV japonesa. Una inspección que, en caso de superarla sin incidencias, cuesta 100.000 yenes, unos 700 euros. Y es obligatoria a partir del tercer año de vida del coche. Resultado, con cuatro años de vida útil, muchos coches japoneses se venden fuera del país en el mercado de segunda mano.

Los modelos más asequibles o accidentados son troceados, así caben más en un contenedor, y son enviados al otro del mundo, como a Pakistán o Afganistán, donde se vuelven a remontar para dejarlos como nuevos, o casi. Soldando y pintando el coche al aire libre son capaces de reconstruir un Suzuki y dejarlo como nuevo. O casi.

Troceado y en un contenedor marítimo: de Japón a Pakistán vía Emiratos Árabes Unidos

En Japón, tres años después de comprar un coche, este tiene que pasar la ITV local, llamada shaken. Y cuando el coche cumple cuatro años, esa inspección técnica se lleva a cabo cada dos años. Además, los vehículos de más de 10 años tienen que pasar la inspección cada año.

Esta inspección es bastante cara. Ronda los 100.000 yenes, entre 600 y 700 euros, por lo que estamos lejos de los 40 euros de media de España. Eso es si el coche supera con éxito y a la primera la inspección, claro.

Suzuki Wagon R 97
Suzuki Wagon R (2014-2017)

La cuestión es que la inspección es además extremadamente severa. Si bien en España un coche puede superar la ITV con una abolladura en el ala trasera, por ejemplo, es impensable en Japón. El coche debe estar en perfecto estado.

En caso de fallo en la ITV nipona, las posibles reparaciones realizadas para poner el coche en conformidad las hace directamente la ITV, con sus propias tarifas, las cuales no son nada baratas. O bien el automovilista se ha gastado su dinero en un taller antes de ir a la ITV o se lo gasta en la ITV.  Al final, la inspección suele durar más de un día, y puede costar mucho más que los 700 euros iniciales.

Frente a un mantenimiento cada vez más caro, a medida que pasan los años, la mayoría de japoneses cambian de coche a los cuatro años. Y ya nadie quiere un coche con más de 10 años, salvo si se es un apasionado. Guardar un Nissan Skyline GT-R R32 de los años 90 tiene sentido para el apasionado, conservar un Suzuki Wagon R de 2016 en 2025 no tiene sentido para casi nadie.

Ese coche, y sobre todo los que han sufrido un accidente, son subastados y comprados por centrales de compra. Estos coches son posteriormente enviados esencialmente a los Emiratos Árabes Unidos desde son exportados de nuevo, como a Pakistán o Afganistán.

Sin hacer mucho ruido, en 2022, los Emiratos Árabes Unidos se colaron en el Top 20 de los mayores exportadores de coches del mundo sin tener una sola fábrica de coches en su suelo. Exportaron en 2022 coches por valor de 7.000 millones de dólares.

En ocasiones, los contenedores en los que son exportados esos coches parecen albergar chatarra. Pero no, troceados, así caben más coches en un contenedor, amontonados cual Tetris mecánico. Una vez en destino, se reconstruyen, aunque sea haciendo un coche a partir de dos o tres diferentes, se pintan, limpian y se venden.

En este caso, el contenedor ha llegado a una localidad de Pakistán y contenía, entre otros, un Suzuki Wagon R troceado, cómo no. No pasa nada, lo primero es hacer el inventario de las piezas que han llegado. ¿Suspensiones? Sí, ahí detrás. ¿Puertas? Sí. ¿Techo? Check. ¿Asientos? Por ahí andan.

Una vez que lo tienen todo empieza la reconstrucción, siguiendo las mismas etapas que en una fábrica. Lo primero es volver a instalar las suspensiones y las ruedas. De este modo se puede mover el coche hacia la siguiente estación de montaje, el cobertizo.

Allí, van soldando las partes del chasis que han sido cortadas. Los diferentes pilares, una vez soldados, vuelven a conformar una suerte de chasis monocasco. Pero antes de volver a soldar el techo a los pilares, se instalan las puertas.

La siguiente etapa consiste en pintar el coche, no sin antes aplicar varios kilos de masilla para que todo quede muy liso. Luego, se procede a instalar el sistema eléctrico, los asientos, el interior y, por fin, el coche está listo.

Puede parecer todo una broma, pero la ingenuidad y los conocimientos de los que hacen gala para conseguir un coche reciente, es digno de admirar. Evidentemente, ese coche nunca tendrá la integridad y la rigidez que tuvo cuando salió de fábrica. Pero, en un país donde un Suzuki Wagon R nuevo está al alcance de una élite, una versión reacondicionada, ejem, reconstruida, es una auténtica ganga. Y de todos modos, siempre será mejor que un Lada del ‘72.

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