Una de las noticias que más nos removió la patata a los aficionados al motor en 2017 fue sin duda alguna el récord marcado por el Dodge Viper ACR en Nürburgring. Sin el apoyo de ninguna gran marca, sin patrocinios multimillonarios y con un coche que ha acabado su vida comercial, un grupo de fanáticos del Viper se propusieron lo que parecía imposible, y se quedaron a un paso de conseguirlo.
Una historia de fanáticos y quemados del Viper
Ahora, unos meses después de su aventura en el infierno verde, nos cuentan aquella aventura desde dentro, narrada por sus propios protagonistas y dejando hablar al soberano motor V10 de 8.4 litros de cilindrada y una potencia de 650 CV conseguido con aspiración natural. Un sonido que te envenena la sangre.
Esta historia se remonta a principios de 2016 cuando el Grupo Fiat decide desterrar para siempre a su víbora, anunciando que no les salen las cuentas para continuar vendiendo al deportivo americano. A partir de entonces los fanáticos se multiplicaron y decidieron honrar su memoria, hasta el punto de que unos pocos locos decidieran lograr el récord como el coche de producción más rápido en Nürburgring.
Actualmente ese cetro lo posee el Porsche 918 Spyder con un tiempo de 6:57, pero los acérrimos del Viper pensaban que la versión ACR podría mejorar ese crono y recuperar el título que el Viper ostentó tiempo atrás. Empezaron a recaudar fondos y juntaron más de 200.000 euros con los que comenzaron a dar forma al proyecto.
Primero consiguieron mejorar el registro hasta los 7:03 minutos a la primera de cambio, pero eran conscientes de que había margen de mejora. Por eso volvieron para conseguirlo. La suerte nunca estuvo a su favor en realidad, puesto que la climatología, los problemas mecánicos o los incidentes al volante con un walkie metido entre los pedales les pusieron las cosas complicadas.
Incluso tuvieron que lidiar con cambios de pilotos, pero cuando finalmente tuvieron las condiciones indicadas, lo lograron con Lance Arnold a los mandos: marcaron un tiempo de 7:01 minutos. Sólo 4 segundos más lento que el Porsche pero con un motor de aspiración natural y tracción a las ruedas posteriores.
Arnold completó su vuelta pero aún le quedaba margen para realizar otra a continuación, por lo que no aflojó. Sabía que podía completar el circuito aún más rápido y se lanzó de nuevo. Por desgracia todo acabó de manera inesperada y muy triste, reventando el neumático delantero izquierdo a más de 200 km/h y destrozando el Viper ACR.
Desde luego que la historia no tiene desperdicio. Pero antes de acabar, de regalo, la vuelta completa del Viper ACR pilotado por Arnold: