¿Qué pasa cuando los sensores de un coche autónomo se quedan obturados? Hace unos años ya, en 2011, recuerdo haber preguntado a un ingeniero de Ford, responsable de explicar el Park Assist, sobre la posibilidad de que los sensores montados en un paragolpes quedaran cubiertos con barro o fueran golpeados e inutilizados, y su respuesta fue poco alentadora. Sí, con un sensor tapado, el sistema no funcionaría bien. Ya, obvio, pero mi mente pensaba en un riesgo mayor que el de no poder aparcar. Yo estaba pensando en coches autónomos.
Y hete aquí que estos días aquel temor que manifestaba yo en 2011 se ha hecho realidad. La culpable en este caso es una polilla enorme, la madre de todas las polillas, que fue a estamparse contra el radar de un Tesla Model S. Sucedió en Estados Unidos hace unos días.
Tal como lo explicaba en Reddit el usuario Redebo, la historia podría haber quedado en una simple anécdota bien narrada, si no fuera por el riesgo que implica si pensamos en un mundo feliz repleto de coches autónomos, todos ellos interconectados y bla, bla, bla. Leamos el relato de Redebo:
Allí estaba yo, con el Autopilot a 85 mph en un tramo solitario de 93 millas entre Kingman y Las Vegas. De repente, la consola parpadea en rojo y me insta a tomar el control del vehículo. El Autopilot ha caído. El control de crucero cae y me da un siniestro aviso: "La visibilidad del radar se ha reducido".
Veo una gasolinera solitaria en la carretera y reduzco la marcha bajo la luz fluorescente de la marquesina que cubre los surtidores. Me bajo del coche mientras un coche de estudiantes de intercambio alemanes observa con curiosidad ese Tesla Model S aparcado junto a las mangueras. Temiendo lo peor, me asomo por la parte delantera del coche y me encuentro con esta vista.
El engendro diabólico de Mothra me había atacado e inutilizado mi autonomía. Pero sin miedo, una rascada rápida con el limpiador de cristales de goma sobre la abertura del radar, ¡y mi tecnología fue restaurada!
Y aquí termina otra batalla entre Tesla y las fuerzas del mal de la galaxia.
Para Tesla, se trata de un riesgo poco común
Según ha explicado Tesla a Tech Insider, es bastante poco común que un bicho de esa medida vuele hasta el sensor del radar y lo cubra de tal manera. Destacan también que en el modelo actual eso no es posible, porque el sensor ya no queda expuesto, sino que se emplaza tras la nueva nariz del frontal, una vez rediseñado este sin la parrilla de pega que llevaban antes los eléctricos de Musk.
El mismo manual del usuario del Tesla Model S se refiere al riesgo de que se obturen los sensores, afectando al Autopilot:
[La dirección autónoma] Autosteer no es capaz de determinar de forma precisa las marcas de los carriles en caso de baja visibilidad (lluvia copiosa, nieve, niebla, etcétera) o con una cámara o sensor obstruidos, tapados o dañados. Muchas circunstancias imprevisibles pueden perjudicar el funcionamiento de Autosteer. Tenga siempre esto en cuenta y recuerde que, en consecuencia, Autosteer puede no guiar al Model S de forma apropiada. Conduzca siempre con atención y esté preparado para tomar medidas de forma inmediata.
Y aquí termina otra batalla entre la conducción autónoma y los riesgos que se pueden presentar de la forma más tonta, en esta o en cualquier otra galaxia, siempre que haya revoloteando polillacas premium como esa de la foto. Si los parabrisas se hacen enormes desde hace tantos años es para tener un enorme campo de visión, aunque se nos estampen los insectos. Quizá en un futuro los fabricantes tengan que pensar en sensores redundantes, o algo así.
Foto | dack9 | Redebo
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