Filipinas es un país que se ha hecho famoso entre los aficionados al motor por no tener piedad con decenas y decenas de vehículos. Las autoridades del país asiático guardan un celo muy estrecho sobre el tráfico de drogas y la evasión de impuestos, y eso de vez en cuando se lleva por delante algún que otro coche.
Este puede ser el caso de un espectacular McLaren 620R. Un fantástico coche de altas prestaciones que se ha convertido en el protagonista involuntario de una historia con muy, muy poco recorrido para desgracia del superdeportivo británico.
Directamente del contenedor al depósito
Filipinas se ha hecho viral en repetidas ocasiones entre los círculos de los que amamos los coches y las motos. El país gobernado por Rodrigo Duterte no se anda con muchas tonterías y se toman muchas molestias para reprimir la delincuencia, del tipo que sea.
En este caso el Oficina de Aduanas ha hecho pública la interceptación e incautación de un contenedor que recientemente llegó al puerto de Manila. En su interior se suponía que debía encontrarse un Porsche Cayman, cuando los agentes aduaneros abrieron en lugar del pequeño deportivo alemán se encontraron algo mucho más bestia: un McLaren 620R.
El coche en cuestión es una edición especial con especificaciones casi de coche de carreras de la categoría GT4. Partiendo de un McLaren 600LT se añade un nuevo kit aerodinámico con nuevos apéndices y un enorme alerón de fibra de carbono, asientos de carreras y un motor 3.8 V8 biturbo llevado hasta los 620 CV. La producción inicial de 350 unidades se redujo a 225 unidades.
La aprehensión del supercoche británico tuvo lugar el 3 de agosto, días después de que el contenedor llegase a territorio filipino. Su incautación está motivada por un delito de fraude del propietario, declarando un bien por un montante mucho menor al que en realidad se estaba importando a Filipinas.
Según los cálculos efectuados por las propias autoridades aduaneras, el McLaren 620R tendría un valor de 33 millones de pesos filipinos (unos 575.000 euros al cambio de hoy), con unos impuestos y tasas asociados de 16.771.688,91 pesos (más de 292.000 euros). En su lugar el importador habría declarado tan solo 1,5 millones de pesos (26.121 euros), ahorrándose algo más que un pellizco: intentó pagar en torno al 90% menos de impuestos.
El extremo cuidado con el que el ejército de aduanas de Duterte vigila la entrada de bienes en el país asiático tiene como finalidad evitar estos fraudes y conseguir maximizar la recaudación del estado. Ahora el destinatario y el encargado del transporte se enfrentan a cargos por evadir al fisco.
La peor parte de todas irá a parar seguramente para el pobre McLaren 620R, al que es más que probable que dentro de un tiempo veamos cómo un bulldozer le pasa por encima o alguno de los espectaculares procesos de destrucción desalmada a los que nos tienen acostumbrados en Filipinas.
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