Si hay un apartado del Reglamento General de la Circulación que resulta sencillo de leer y entender, ese es el uso de las luces del vehículo. Y, sin embargo, a la vista de lo que nos encontramos circulando por ahí, cualquiera diría que el capítulo en cuestión está redactado en arameo.
El sistema de alumbrado del vehículo tiene tres finalidades: ver, ser vistos y avisar a los demás de nuestras intenciones. Y ya está. Si usamos mal las luces, es posible que tengamos problemas por no ver bien, por no dejar que los otros nos vean o por no comunicarnos con la gente.
¿Tan complicado es? Vamos a verlo.
Todo parece indicar que la Ley está a punto de cambiar y que pronto será necesario llevar algún tipo de alumbrado durante el día. Ya veremos si son las luces de corto alcance, también llamadas de cruce o simplemente las cortas, o si nos volvemos civilizados y usamos directamente las LCD. Mientras ese día va llegando, hay que recordar que actualmente la Ley obliga a utilizar como mínimo las cortas cuando baja la visibilidad, más para ser vistos que para ver. Por eso, no sirve de nada decir eso de “pero si yo ya veo”. Lo que hay que plantearse es si los demás nos ven bien.
Al atardecer o por la mañana, cuando apenas hay visibilidad, cuando el sol nos pega en medio de los ojos, sólo unos faros encendidos pueden hacer que nos vean los otros conductores. Cuando el cielo se nubla y cuando pasamos por un túnel ocurre lo mismo. Si no ponemos las luces, al menos las de cruce, nos volveremos invisibles ante los demás.
No hay que escatimar. Encender las luces no nos va a gastar la batería, como piensan algunos conductores, ni nos va a hacer pasar más por la gasolinera, ya que el incremento del consumo de combustible queda en nada cuando lo situamos en el contexto de la conducción diaria y cuando lo contrapesamos con el precio de la seguridad. Resulta penoso ver cómo más de uno circula en días grises o al atardecer con el alumbrado de posición, que a la práctica es más un elemento decorativo que unas luces con las que hacerse ver cuando oscurece. Las luces de posición no se deben usar nunca de forma aislada mientras nos movemos. La Ley prevé que su uso quede restringido a las inmovilizaciones en condiciones de baja visibilidad.
De noche o cruzando un túnel, cuando circulamos por autopistas, autovías o carreteras interurbanas podemos emplear las luces de largo alcance, también llamadas de carretera o simplemente las largas, para ver mejor lo que nos rodea, siempre y cuando no deslumbremos al resto de la gente. No hay que tener miedo de usarlas. No sólo lo agradecerán nuestros ojos, sino también los conductores que nos sigan puesto que les iremos mostrando el camino. Si uno de ellos nos adelanta, será cuestión de cambiar a cortas cuando nos esté pasando para no deslumbrarle.
Y ya que hablamos de deslumbramiento, nunca está de más recordar que si algún iluminado nos ataca con sus faros, lo peor que podemos hacer es mirar hacia él. Si nos dejamos llevar por el instinto de mirar hacia la causa de nuestro deslumbramiento, fácilmente nos encontraremos como la Caroline de Poltergeist, yendo hacia la luz, lo cual puede acabar fácilmente en una colisión frontal. Si nos deslumbran, lo más aconsejable es desviar la mirada, si puede ser buscando la línea del arcén, y disminuir la velocidad sin salirnos nunca del carril, no vaya a ser que tengamos compañía por uno de los lados y nos demos contra ellos.
Ni tanto, ni tan calvo
Luego tenemos a esos conductores exagerados que parece que llevan su coche a un desfile, con todas las luces habidas y por haber en marcha, vengan a cuento o no.
Resulta especialmente molesto el uso indebido de las luces antiniebla. Las antinieblas delanteras, que son opcionales, se pueden encender cuando llueve intensamente, cuando hay niebla o nubes de polvo o humo, cuando pasamos por una carretera revirada con carriles estrechos o cuando no nos funcionan las cortas. En el resto de circunstancias no está justificado su uso y molestan al resto de conductores.
Pero si hay unas luces que tocan las narices cuando se encienden fuera de lugar esas son las antinieblas traseras. Son de un rojo intenso, ya que las bombillas que utilizan son mucho más potentes que las de la luz de freno y en condiciones de visibilidad normal molestan hasta deslumbrar. Por eso deben usarse sólo cuando hay lluvia muy intensa, niebla espesa o nubes densas de polvo o humo. Una vez que desaparecen las causas que motivan su uso, hay que apagar las antinieblas traseras de manera inmediata.
Y de día…
Con el actual Reglamento en la mano, hay que tener en cuenta tres situaciones en las que es obligatorio encender las luces, de corto alcance como mínimo, para hacerse ver aunque luzca el sol a pleno rendimiento:
- En carriles reversibles. Son esos carriles señalizados con flechas dobles, separados con dobles líneas discontinuas y coronados con unos semáforos cuadrados que se encargan de indicar en cada momento el sentido de la circulación que corresponde a cada carril.
- En carriles adicionales. Son esos carriles añadidos por circunstancias del tráfico cuando la capacidad original de la vía se queda corta. En estos casos, se convierte temporalmente una calzada de dos carriles, por ejemplo, en una de tres carriles algo más estrechos de lo normal.
- En carriles habilitados para el sentido contrario al habitual. En este caso, no sólo deben llevar encendidas las luces de cruce los vehículos que utilizan el carril especial, sino también los vehículos que circulan en sentido habitual por el carril contiguo al habilitado para el sentido contrario.
Luces con las que avisar
Si una de las funciones del sistema de alumbrado es avisar a los demás, quizá sea conveniente repasar aquellas luces que el conductor tiene que activar para comunicarse con los demás.
- Intermitentes. Son unas luces muy divertidas, que lo mismo se encienden que se apagan. Hay que usarlos con sentido común para avisar al resto de usuarios de la vía de cualquier desplazamiento lateral que implique un cambio de carril o un giro hacia otra dirección. Son una herramienta de comunicación y por eso a la hora de emplearlos tenemos que hacernos entender. Si con un mal uso de los intermitentes confundimos a los demás, casi es mejor no utilizarlos.
- Luz de emergencia. Es el uso simultáneo de todos los intermitentes. Se utiliza en casos de emergencia para marcar la posición del vehículo y hacerlo visible al resto de conductores. También se emplea en paradas que se hacen en lugares con poca visibilidad. Se usa en autopistas y autovías, cuando hay una retención de tráfico, para avisar a los conductores de esta circunstancia. También en autopistas y autovías, cuando por avería se circula a poca velocidad. Y en los traslados de urgencia, cuando un particular usa su propio coche a modo de ambulancia. Finalmente, los autobuses de transporte escolar y de menores utilizan este dispositivo cuando encochan y desencochan ocupantes en sus paradas.
- Ráfagas. Según el Reglamento, las ráfagas o destellos se utilizan, siempre a intervalos cortos y sin deslumbrar, para avisar a otro conductor de nuestra intención de adelantarlo y para advertir a alguien de un riesgo de accidente. Nada más. Cualquier otro uso que se le dé a las ráfagas, como alertar a otro conductor de la presencia de la Policía, puede ser sancionado.
Dejando de lado estos sistemas de comunicación, tenemos la luz de freno y la luz de marcha atrás, que se activan automáticamente cuando el conductor actúa sobre los mandos correspondientes. En cuanto al freno, hay que tener en cuenta que puede pisarse de forma repetitiva para avisar a los demás de una frenada brusca. Sobre la luz de marcha atrás, lo mejor es colocar cuanto antes la palanca de cambios en esa posición para que quienes nos siguen entiendan que vamos a maniobrar.
Para usarlas bien, las luces tienen que funcionar
De cajón, ¿verdad? Para garantizar que el sistema de alumbrado funcione, hay que revisarlo de forma periódica. No sólo hay que verificar que las bombillas y los mandos funcionan adecuadamente, sino que de vez en cuando hay que limpiar las ópticas del coche para evitar que la suciedad les quite transparencia.
En cuanto al cambio de lámparas, hay que tener en cuenta no sólo que es obligatorio llevar un juego de repuesto excepto cuando se trata de luces de Xenón, sino que a menudo resulta bastante complicado acceder a los casquillos para sustituir las bombillas. Por eso, cuando nos hacemos con un coche nuevo conviene practicar el cambio de lámparas bajo condiciones normales para evitar que la primera vez que nos vemos en ese trance sea en plena noche, con las prisas y soportando una lluvia de las que nos empapan hasta los huesos. Y también hay que tener en cuenta que cuando falla una bombilla, su pareja tardará poco en caer. Así que más vale estar preparado, por lo que pueda pasar.
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