En casa del herrero

En casa del herrero
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HOY SE HABLA DE

Perdona que haya llegado tarde hoy a nuestra cita semanal. Estaba escuchando a unos amigos que han ofrecido una charla en el Departament d'Interior de la Generalitat de Catalunya y te lo quería contar. Era una charla de sensibilización vial como tantas que ofrecen a chavales de colegios, a trabajadores de empresas cuando lo piden, o a conductores sin puntos aunque no lo pidan.

Y hoy estaban en Interior, curiosamente —o quizá no tan curiosamente— un par de semanas después de lo del jefe de Tráfico dimisionario. En casa del herrero, intentando que las cucharas y los cuchillos no sean de palo, sino de buen acero templado a fuego lento.

Creo que no te he hablado todavía de mi posición respecto a las víctimas de tráfico, y el suyo es un terreno que da para mucho. De un lado, está el cómo te cuentan la experiencia del siniestro y sus consecuencias, lo que te sacude un mazazo emocional cada vez que lo escuchas, y tanto da cuántas veces vayan. Del otro, la figura de la víctima de tráfico frente a la sociedad. Una sociedad que por lo general les da plantón, cuando no la espalda.

Y por encima de todo, el altruismo que lleva a las víctimas de tráfico a abrirse a los demás... para intentar que nadie más tenga que pasar por lo que han pasado ellos. Porque no quieren que en casa de ese herrero que somos tú yo como conductores haya más palos. Porque saben de primera mano lo que significa y lo que conlleva cada uno de esos palos. Porque prefieren que tú y yo sigamos siendo funcionales, algo que ellos no podrán volver a ser jamás.

fauna en ruta: discapacidades

Desde un punto de vista muy personal (y egoísta a más no poder), me resulta muy enriquecedor hablar con personas que han sufrido y sufren por eso que asépticamente llamamos factores de riesgo. Personas que tienen una historia que contar, un historia muy potente. Va, déjame que te presente a los amigos que participaban esta mañana en la charla, que son buena gente.

Josep, a quien conozco desde hace ya un tiempo, fue atropellado brutalmente a los 38 años mientras esperaba en el arcén que llegara la grúa para ayudarle con su furgoneta; con 25 años Mireia saltó por los aires cuando su pareja decidió adelantar con la moto en una retención que se había formado en la autopista; Xavi tenía 26 años cuando simplemente resbaló y cayó al suelo en una carretera que tenía grava en el suelo. Tomó la curva demasiado por el exterior.

Fue un instante para cada uno de ellos, apenas un segundo tras el cual se les vino encima una condena de por vida. Tetraplejias y paraplejias que se sobrellevan como se puede después de meses de hospitales y rehabilitaciones, entornos —parejas, familiares, amigos, conocidos— que reaccionan cada uno de una manera. Toda una lección de vida para quienes quieran acercarse a escucharles.

En la carretera, todos somos una cadena

fauna en ruta: peatón

Soy un privilegiado. Y seguramente tú también lo eres. Somos privilegiados porque cada mañana no nos planteamos ni una ínfima parte de las cosas que se tienen que plantear ellos antes de conseguir salir a la calle. Somos privilegiados mientras tengamos claro cómo funcionan los factores de riesgo y antepongamos unas medidas preventivas para evitar sufrir un siniestro vial.

Sin embargo... pienso ahora en cómo todos formamos parte de una cadena. ¿De qué le sirvió a Mireia tener o no claras las cosas si el que entonces era su pareja decidió adelantar sin guardar distancias ni tener visión suficiente? Con su moto fueron a dar contra unos coches que había inmovilizados en la calzada. Ahora es ella la que está inmóvil de cintura para abajo.

¿De qué le sirvió a Josep conocer las limitaciones de su coche, si tras adelantar de forma imprudente y salvarse de una muerte casi segura fue a parar con su furgoneta en mitad de un campo, y resultó atropellado mientras esperaba la llegada de una grúa? Desde hace 20 años, necesita ayuda para realizar las tareas más básicas del día a día.

fauna en ruta: agenda, fostión con el coche

Uno no lleva apuntado en la agenda el día que ha de pegarse un leñazo con el coche, con la furgoneta, con la moto. Xavi, por ejemplo, resbaló de la forma más tonta a 40 o 50 km/h, justamente uno de los tres o cuatro días que en su día habrá salido de casa sin más protección que el casco. Aquel día —explica— fue la última vez que salió sin protegerse la espalda. Se rompió varias vértebras.

Quizá el caso de Xavi se escapa un poco de la idea de la cadena, pero también sufrieron —y sufren— alrededor de él montones de personas. Sin ir más lejos, su paso por el Instituto Guttmann le supuso un trauma adicional a su propio padre, que fue conductor voluntario de ambulancias y conoce bien el sufrimiento de las víctimas de tráfico que allí aprenden a convivir con las lesiones medulares.

Y si estamos de acuerdo en que cuando estamos en la carretera todos formamos parte de una misma cadena, entenderás por qué me parece aberrante que alguien diga, por ejemplo, que él con su coche hace lo que le viene en gana, y que si se mata es problema suyo. Hoy yo he llegado tarde a nuestra cita semanal, pero he llegado. Hay gente que aún hoy sigue esperando junto a la puerta.

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    • interesante

      Nos empeñamos en creer que estamos solos en el Universo, y mientras no aprendamos que en este mundo TODOS estamos conectados mal nos seguirá yendo. El problema es que el ser humano no sabe escuchar, y por mucho que las víctimas de tráfico quieran abrirnos los ojos para que no nos ocurra lo mismo que a ellos, seguiremos pensando que "eso nunca me pasará a mí". Tal y como se ha dicho en el artículo, es de elogiar que estas víctimas tengan que recordar una y otra vez lo que sufrieron. Y todo por nuestro bien, aun sabiendo que, tristemente, las charlas, coloquios, o anuncios que puedan ofrecer servirán de poco; tal vez los efectos duren un par de días, Después volveremos a pensar lo mismo. Así que yo, por lo menos, me gustaría dar las gracias. Gracias a estas víctimas por su constante lucha y por no perder la ilusión de un utópico mundo sin accidentes de tráfico. Y gracias a Josep por tan emotivo artículo. Esperemos que su efecto sobre las conciencias de todos nosotros duren bastante más de un par de días.

      Un saludo.

    • interesante

      Estas víctimas de accidentes que han decidido explicar su historia son en extremo generosas y merecen gran respeto. ¿Quién les obliga a recordarlo todo, a explicarlo a gente que ni lo quier oír?
      Todos somos evidentemente una cadena, y en la carretera hace falta disciplina, no sólo para no tener directamente un accidente, sino también para que la situación del tráfico sea óptima para todos los demás.

    • El día en que dejemos de apagar el cerebro por un pique, en que comprendamos que no tiene nada de heroico morir en la carretera... Habremos ganado todos mucho.

      Y que conste, me señalo el primero como culpable, porque hay muchas cosas que sólo he entendido con la edad, o escarmentando en cabeza ajena.

      Saludos

    • Yo tuve un accidente de moto grave por idiota, por creerme intocable e infalible y sobre todo por imprudente. Así me paso, que me tire dos años de recuperación, meses sin poder ir al baño solo, o ducharme o salir a dar un paseo. Pero eso no es lo peor, lo que peor sienta es el disgusto que le metes a tu familia... Hoy día soy incapaz de subir en moto o incluso ir en bici por la calzada, me da pánico, no quiero verme como me vi, ni loco.

      No hagáis el burro que tarde o temprano se paga y se paga caro.

    • Triste es morir tu en un accidente, pero mas triste es destrozarle la vida a alguien por una imprudencia / pique / demostrar que tu la tienes mas larga... Probablemente todos te acaben perdonando, pero tu nunca te lo vas a poder perdonar.

    • Lo que somos los que no somos víctimas de un accidente de tráfico es en realidad supervivientes, ellos son los normales aunque sean minoría. Los unos sobrevivimos por actitudes correctas y buena suerte, los otros por experiencia, prudencia y buena suerte, los de más allá por ser perfeccionistas, prudentes, apasionados del volante y buena suerte, y la gran mayoría por exclusiva buena suerte, potra absoluta. En conclusión, que todos le debemos a la buena suerte no ser víctima de un accidente de tráfico porque lo que te puede quedar bien claro después de muchos años en la carretera es que por bien que hagas las cosas el punto final que inclinará la balanza de un lado o de otro será tu buena estrella. Todo el que todavía no haya descubierto eso es que no ha conducido bastante, así de fácil. Hace falta tanta buena suerte tu primer día de carné como cuando llevas cuarenta años al volante, el que se crea más listo que eso sencillamente que espere, ya se dará cuenta.

      No obstante, y a pesar de apreciar en lo que vale la experiencia personal que aportan estas personas, sobre todo la de enfrentarnos a cómo puede ser la vida si nuestro mundo cambia de golpe, en ocasiones me fastidia un poco que me sermonee alguien que se ve así porque no llevaba puesto el cinturón a mí que no sé estar sentado en el coche sin llevarlo. Prefiero la experiencia de quien conducía bien, de forma prudente y aún así una u otra circunstancia, casi siempre ajenas, le llevaron a donde está. Esas son las lecciones que me estremecen de verdad, en las que por H o por B me puedo ver realmente reflejado.

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    • Avatar de toni22m Respondiendo a toni22m

      Un resbalón con la moto, unos adelantamientos muy justos... son actitudes que se ven cada día, mucho más que no llevar el cinturón.
      Y está bien que los jóvenes lo vean. Muchos adolescentes y jóvenes ven en esas maniobras 'por los pelos' un signo de habilidad (y por lo tanto tendrán tendencia a intentar 'igualarlas'). No está de más que alguien les baje a la realidad y les muestre qué pasa cuando 'la pirula' no sale bien.
      Las víctimas de accidentes no lo son siempre, como bien se muestra, por imprudencias grandísimas cometidas por una 'mala persona', sino porque alguien más o menos normal, como nosotros, apuró un poco más de lo debido,se distrajo un momento... Está muy bien que nos lo recuerden. Muchas gracias a todos ellos.

    • Avatar de toni22m Respondiendo a toni22m

      Seguramente el caso de Mireia es el que más se ajusta a lo que comentas. Traduzco parte de su testimonio (aunque creo que se entiende bastante bien, pero bueno):

      La persona que llevaba la moto se acercó demasiado al camión, había toda una caravana de vehículos que estaban parados y fue incorporarnos al carril izquierdo y chocar directamente contra el coche. (...)

      Entonces pensaba en la parte positiva, ¿no? "Bueno, estoy viva", pero entonces pensaba: "Puf, ¿pero a qué precio estoy viva?", y entonces me volvía a hundir, y pensaba en todo lo que hacía en mi vida, que no podría volver a hacer.



      En el artículo me quise quedar en un punto de introducción a todo este tema, pero ya digo que la historia de cada uno de ellos da para mucho, y sin duda es escuchándoles a ellos cuando te das cuenta de la dimensión que tienen las cifras del fin de semana.

      Por dar algunas pinceladas... Josep era policía local, karateka, submarinista, aventurero. Ahora su vida ha quedado condicionada por el lapso de tiempo en el que se le llena la bolsa de la orina y alguien se la tiene que vaciar. O volviendo a Mireia, por ejemplo, que con 25 años tenía como afición bailar salsa, en plan serio y tal. No te cuento más. Y todo, por una imprudencia que no cometió ella.

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