La pantalla central del Nissan GT-R, dispone de ocho modos con todo tipo de información. Ha sido diseñada por los creadores del videojuego Gran Turismo, y eso se nota. Fuerzas G de aceleración y frenada, fuerzas G laterales, temperatura del motor, presión del turbo, posición del acelerador… hay absolutamente todo tipo de información.
Pero lo que realmente nos interesaba ahora era la última posición, la del cronómetro. Para activar el crono, sobre el brazo derecho del volante hay un botón “start/stop” muy pequeñito pero muy bien situado. Él iba a dictar sentencia.
Aunque he rodado mucho en el Jarama, no tenía muy claras cuales eran las referencias de tiempos en las que se debería mover el Nissan GT-R. Busqué en Internet en www.fastestlaps.com pero los tiempos del Jarama que aparecen en la página son de hace casi una década.
Lo mejor que pude hacer fue preguntarle a mi amigo Miguel Ángel de Castro, uno de los mejores pilotos nacionales y segundo clasificado en estos momentos del Campeonato de España de GT con un Porsche 911 GT3 RSR, Javier pudo comprobar el año pasado cómo se las gasta.
Le pregunté cuál era un buen tiempo con un coche de estas características y me contestó que había tenido suerte, porque precisamente hace poco había rodado con un Porsche 911 GT2 en el Jarama y el tiempo con ese coche era uno de los pocos que recordaba. Lo que me dijo me dejó de piedra: 1:42.
Ese tiempo es ni más ni menos que siete segundos menos que el más rápido que aparecía en www.fastestlaps.com, marcado precisamente por Emilio de Villota con un Porsche 911 GT3.
Esa era la referencia de un piloto de carreras rodando rápido de verdad, pero yo evidentemente estoy a años luz de los tiempos que hacen ellos. Yo debería estar muy lejos de esos tiempos, así que me decidí a comprobarlo.
Salí a pista tranquilo, tratando de concentrarme en que mi objetivo era hacer una vuelta rápida al estilo “The Stig” que según dicen es un tal Michael Schumacher.
Con la mirada y con la mente hice un repaso de todas las curvas del Jarama, todos esos espacios que hay que aprovechar en el límite de la pista para intentar hacer un buen tiempo. Las referencias en un coche como el Nissan GT-R cambian por completo respecto al BMW M3 que era el último que había catado allí.
Por fin nos acercamos a la recta de meta y en las curvas anteriores me ocupo de configurar el coche a mi gusto: suspensiones en posición R, caja de cambios en posición manual y control de tracción en modo R también, ya que no me fío de mi como para desconectarlo por completo.
Entro en la curva previa a meta ya con ritmo alto, para que cuando pase por la recta de meta vaya ya a la velocidad necesaria. Justo cuando paso por la línea de meta pintada en el suelo pulso el botón del volante sin despegar la vista del asfalto.
Llego a alcanzar una velocidad punta de 230 kilómetros por hora en la recta, lo cual no está nada mal. Voy pasando una curva tras otra mientras el coche parece ir sobre auténticos raíles.
Aprovecho todo el ancho de pista y cuando encaro la rampa Pegaso se me pone la carne de gallina. Se que estoy rodando más rápido que en toda mi vida en el Jarama, y así me lo confirman las curvas ciegas de la parte alta del circuito, que paso a un ritmo endiablado ya que el coche parece tener la situación bajo control en todo momento.
Bugatti os aseguro que da miedo, mucho miedo, así que un poco antes levanto el pie para que el coche apoye de delante y entre en la curva con decisión. La frenada abajo es impresionante, y echo en falta unos arneses de cinco puntos para no irme hacia delante como me estaba pasando.
La fuerza con la que el coche sale encarando Monza es una pasada y sobre todo lo que más me gusta es que no es nada complicado llevarlo a este ritmo. Es más, el carácter del coche parece animarte a pisarle siempre más y más.
Paso por recta de meta y decido seguir y hacer otra vuelta lanzada, total los neumáticos no eran de calificación. El botón del volante dictará sentencia.
En esta segunda vuelta solucioné algunos pequeños fallos que había tenido en la primera y algo me dice en mi cabeza que ha sido mucho mejor. Habrá que comprobarlo, pero antes acabo la tercera vuelta más tranquilo y más lento, dejando que el coche refrigere, aunque no he notado en ningún momento fatiga de ningún tipo.
El que si que siente fatiga soy yo, que noto como los brazos se resienten de pelearme con el volante para meter el coche en las curvas. Entro hacia boxes sin querer mirar el cronómetro de la pantalla central hasta que haya detenido el coche.
Cuando me detengo por completo en medio de los boxes, miro hacia la pantalla y allí aparece mi tiempo. Ya no hay nada que hacer, los números dan su veredicto: 1:53.532, ese ha sido mi mejor tiempo con el Nissan GT-R en el Jarama.
En mi cara se esbozó una sonrisa de satisfacción, porque sin duda considero ese un muy buen tiempo teniendo en cuenta que con el BMW M3 E92 que probé hace unos meses para vosotros estaba rodando en dos minutos aproximadamente.
Este tiempo está muy lejos del 1:42 que me dijo Miguel Ángel de Castro con el Porsche 911 GT2, pero ¿en cuanto sería capaz de rodar él con el Nissan GT-R?
El Nissan GT-R había demostrado su eficiencia en pista y lo que es más importante, había demostrado que esa eficiencia era fácil de conseguir gracias a un conjunto muy bien equilibrado en el que motor, chasis, suspensiones, frenos y en general todos los elementos del coche funcionan en completa armonía.
Lo que no me cuadraba tanto era que en solo 80 kilómetros el depósito hubiese bajado hasta la mitad de su capacidad, ya que lo había llenado hasta arriba con 50 euros de 98 octanos. En la tapa del depósito dice que hay que echarle 100 octanos, pero es casi imposible encontrar ese grado de octanaje en España.
Javier Costas estaba conmigo haciendo las fotos del coche, y creo que nunca olvidaré su cara cuando le dije que estaba haciendo una media de consumo de 38 litros cada 100 kilómetros.
Por la tarde iba a rodar con el Nissan GT-R por carretera abierta, así que tendría tiempo de sobra para comprobar cuál era el consumo real del coche en condiciones normales.
Continuará...