Después de la primera noche en la que realmente podemos descansar como es debido, tenemos por delante la jornada más ligerita de todo el viaje. Desde Nashville pondremos rumbo a nuestro próximo destino, Louisville, Kentucky. El trayecto es de unas dos horas y media, aunque vamos a aprovechar el día para conocer algún que otro lugar y para hacer fotografías. Prisa no tenemos.
Nuestra hora de partida son las diez de la mañana, una hora poco habitual en este tipo de viajes, ya que las jornadas suelen empezar mucho más pronto. Antes de ponernos en marcha decido comprar un "tanque" de café de los que tanto gustan a los americanos. Para mi sorpresa la máquina de café de la recepción del hotel no acepta monedas, así que pago con tarjeta. Gran error.
Parece que hacer una compra en Nashville, Tennessee, con una tarjeta española, es una compra sospechosa. Total, que me bloquean la tarjeta de crédito y me llega un amable mensaje de texto que me insta a llamar a un teléfono para ponerme en contacto con el banco y desbloquear la tarjeta. Menuda gracia.
Nos ha gustado tanto la ciudad que antes de marcharnos decidimos dar un paseo con los coches por la calle principal y verla de día, ya que ayer sólo la vimos de noche. Todo muy colorido, pero noche al fin y al cabo. Nashville tiene un ambiente especial. Desde luego una ciudad recomendada cien por cien y a la que, en algún momento, me he propuesto volver. Merece la pena.
Hoy conducimos el Mercedes-Benz E 63 AMG S Estate, es decir, una ranchera de armas tomar. Es el coche más rápido de todo el grupo, y uno de los más interesantes sin duda, gracias a su tracción integral y a sus 585 CV. Un auténtico lobo con piel de cordero, que dejará a más de un conductor de deportivo con la boca abierta si le enseñamos los dientes. Si queréis saber más sobre el modelo, recordad que ya lo probamos el año pasado en Barcelona.
Buen tiempo, pitidos y Regreso al Futuro
Unos minutos después de recorrer Nashville ya estamos de nuevo en la interestatal, en este caso la I-65. Hace un día espléndido. Veníamos con cierto temor por la ola de frío que azotó Estados Unidos la semana pasada, pero parece que vamos abriendo camino al sol a nuestro paso. Los coches equipan neumáticos de invierno y tenemos cadenas, mantas y víveres en el maletero, por si acaso. Más vale prevenir que curar.
Aún así, me temo que no vamos a tener que usar las cadenas. El tiempo es sorprendentemente bueno, aunque según avanzamos hacia el Norte, las temperaturas van cayendo levemente. Estamos ya a media altura de Estados Unidos, a mitad de nuestro periplo Sur-Norte, pero todavía no hemos visto nieve ni temperaturas exageradamente bajas. Por ahora, va todo sobre ruedas.
Aprovechamos el trayecto por autovía para tomar fotos de los vehículos de la caravana, en especial del Clase C, que es el último en unirse al grupo y el protagonista del viaje. Durante todo el recorrido, desde Houston, hay otro protagonista, el pitido de los walkie-talkie que llevamos en cada coche. Hay un equipo especialmente gracioso, no sabemos cuál, que de vez en cuando decide mandar un molesto pitido al resto de coches.
Llegamos a pensar incluso que es un problema de los walkies, que no funcionan correctamente, pero no, lo cierto es que alguien nos quiere hacer rabiar y se está echando unas risas a costa del resto. Nosotros nos lo tomamos a risa también, pero es un sonido bastante molesto. Hasta después del viaje no descubrimos quién ha sido. Eso sí, lo que pasa en la Interestatal, se queda en la Interestatal, así que guardaremos el secreto.
En el camino a Louisville hay un lugar que queremos visitar. Se trata de un pueblecito llamado Bowling Green, donde hacemos una parada para tomar algo caliente. La plaza del pueblo parece sacada de Regreso al Futuro. No soy el único al que se lo parece, ya que varios compañeros comentan exactamente lo mismo. Un pueblo con encanto, muy fotogénico.
Por la carretera que lleva desde la Interestatal hasta el núcleo del pueblo, vemos casas de todo tipo. Desde los típicos trailer a pie de carretera hasta enormes casas que deben costar una fortuna. Los contrastes son grandes en Estados Unidos. Hay quien vive como un rey, y hay quien tiene muy poco. En general no se ven muchos coches de lujo en el centro del país, sino más bien coches viejos y destartalados, con óxido y motores V8 que se escuchan a leguas. Para encontrar vehículos caros, en general, hay que irse a las ciudades.
Tenemos pensado visitar el Museo Nacional del Corvette, aunque finalmente no llegamos a entrar. Sólo ojeamos los modelos que hay en el exterior, curiosamente un montón de Camaros nuevos de diferentes colores, y echamos un vistazo a la tienda. Los precios son bastante altos y busco un coche a escala para llevarme como regalo, aunque son de muy dudosa calidad y sólo hay unos pocos 1:43. Creo que no vamos a comprar nada esta vez.
Hoy el día va de visitar pueblos encantadores, así que en nuestra ruta a Louisville decidimos hacer un "detour" de unas 40 millas para conocer Bardstown, ya en Kentucky, donde repostaremos y aprovecharemos para echarnos algo a la boca, aunque sea un bocado rápido de gasolinera. ¿Mi elección? Un enrrollado (wrap) de pollo barbacoa. Y lo cierto es que está bueno. Me estoy aficionando a la cómida basura que tanto gusta a este lado del charco.
Cae la tarde y aquí ya empieza a hacer un poco más de frío. Se nota que cada vez estamos más al Norte y las temperaturas rondan ya dígitos de una cifra, aunque los coches marcan en grados Fahrenheit y hemos de hacer la conversión. Sacar la cabeza por la ventanilla para tomar alguna foto ya no es nada agradable. Tengo las orejas como un témpano. Casi que dejamos las fotos para cuando haya sol.
Ya es de noche y divisamos el skyline de Lousville en el horizonte. Aunque el recorrido era corto, hemos aprovechado para hacer muchas cosas por el camino, así que el día se ha alargado. Como tengo algo de trabajo acumulado, llego al hotel y me pongo manos a la obra. Decido omitir la cena y quedarme trabajando, que necesito ponerme al día. Mañana será otro día.
Tramo final. Llegamos a Detroit
Como sabéis, el destino final de nuestro viaje no es otro que la ciudad del motor, Detroit, donde se celebra el Salón del Automóvil. Hoy tenemos por delante la etapa más larga de todo el recorrido, con unas ocho horas de conducción. ¿Lo mejor de todo? Tenemos para nosotros el Mercedes-Benz S 550, un coche ideal para viajar. ¡Qué gusto!
La nomenclatura de algunas versiones de Mercedes son diferentes en Estados Unidos, pero el coche es el mismo. Se llama S 550 y es en realidad el equivalente al S 500 europeo. Vamos, que esconde bajo el capó un 4.7 litros V8 de 455 CV, capaz de mover con mucha agilidad a esta gran berlina. Eso sí, aquí los límites de velocidad hay que cumplirlos, que hay policías acechando en la cuneta cada poco tiempo y no se andan con tonterías. Lo mejor que podemos hacer es jugar con los ajustes de los asientos, buscar la postura ideal y relajarnos. Creo que estoy más cómodo que en el sofá de casa...
Hoy de nuevo la jornada empieza muy pronto, a las seis de la mañana, aunque poco después paramos en un Starbucks para desayunar. Café, un sandwich de hamburguesa de salchicha, queso y huevo, y a tirar millas, literalmente. Como veis, aquí desayunan muy ligero. Y sano. Muy sano.
Este es quizá el día menos interesante del viaje, ya que no hacemos ninguna parada de interés, más allá de las clásicas para ir al baño, fumar o repostar. Aquí ya la temperatura es baja, aunque sigue haciendo sol. Los lagos están todos helados, lo que nos anuncia que ya estamos en la zona más fría del país. Además, vemos los primeros restos de las importantes nevadas caídas una semana atrás. Teníamos miedo de encontrar nieve y hasta el último día ni siquiera la hemos visto.
Hoy toca una comida rápida, en el camino, así que decidimos parar en un lugar cualquiera, y otra cosa no, pero oferta de comida rápida, toda la que quieras. El grupo se divide, ya que unos quieren Taco Bell y otros nos decidimos por Burger King. Ahora bien, decido pedir cosas que no tenemos en Europa, como un Angry Whopper, con varios tipos de chili. Y vaya que si estaba enfadado, picaba pero bien.
En una de las paradas, en el centro de bienvenida del estado de Michigan, nos hace una visita un policía estatal (State Trooper), que comprueba cada una de las matrículas de los coches del grupo. A diferencia del año pasado, en este viaje no hemos tenido ni un sólo encontronazo con la ley. Ha ido todo sobre ruedas.
Continuamos el viaje y llegamos, por fin, a Detroit. Según salimos de la autovía, tal y como nos indica el navegador, nos damos de bruces con el skyline de la ciudad del motor. Aunque el hecho de que sea domingo puede tener también algo que ver, lo cierto es que parece una ciudad fantasma. Apenas hay gente por la calle y tampoco hay casi tráfico. El panorama es desolador.
En la galería de fotos podéis ver algunas imágenes de barrios residenciales, que en algún momento debieron ser de clase media-alta, pero que a día de hoy estan medio vacíos, con casas embargadas, quemadas, destruidas, etc... Para una ciudad decadente como Detroit, en bancarrota, el Salón es el evento más importante del año, ya que la ciudad recibe miles de visitantes y se inyecta un dinero que hace mucha falta.
El Clase C ha llegado sano y salvo al lugar de su debut oficial. Misión cumplida. Espero que os haya gustado la historia tanto como a mí vivirla, y eperemos que el año que viene se pueda repetir.
En Motorpasión | Roadtrip Pasión™: de Houston a Detroit (día 1 y día 2)