¿Y si comparamos un Mercedes-Benz AMG GT S con un BMW i8? (Parte 2)
Pruebas de coches

¿Y si comparamos un Mercedes-Benz AMG GT S con un BMW i8? (Parte 2)

Ayer en la primera parte de esta comparativa estuvimos viendo las características generales de estos dos superdeportivos y sus puestos de conducción. Hoy llega el momento de centrarnos en lo más importante de las pruebas, las sensaciones. Y qué quieres que te diga, precisamente de eso no escasea el BMW i8 ni el Mercedes-Benz AMG GT S, sensaciones ofrecen a montones, a veces incluso a borbotones.

Más de 300.000 euros juntos en una comparativa poco ortodoxa, para qué nos vamos a engañar. Arrancamos, espero que os guste.

Bmw I8 Mercedes Amg Gt Motorpasion
Bmw I8 Mercedes Amg Gt Motorpasion

Vamos primero con el BMW i8 por aquello de seguir el orden alfabético, el híbrido de la comparativa, un modelo dispuesto a plantar guerra en el segmento de los superdeportivos con un concepto diferente y un motorcito de explosión que bien podría ser motivo de mofa entre sus compañeros de categoría. Pero cuenta con la ayuda de un propulsor eléctrico con bastante mala leche.

En modo eléctrico (EV) se mueve con agilidad, pero no deja de ser un modo de conducción reservado a circular por zonas de acceso restringido porque su autonomía es escasa y las prestaciones no son dignas de su estética. Con los dos motores trabajando la cosa cambia pero no es tan fácil, tenemos que elegir entre el modo ECO PRO que apuesta por los mínimos consumos sacrificando climatización y prestaciones, el más equilibrado COMFORT o el SPORT, donde hasta cambia la visualización del cuadro de instrumentos.

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La verdad es que el modo ECO PRO sólo lo seleccioné para probarlo, pero en un coche como éste apetece obtener una respuesta tremenda cada vez que hundes el pie en el acelerador. La mayor parte de los kilómetros los hice en COMFORT (que ya hace trabajar prácticamente en todo momento al motor de explosión) y en SPORT sólo para los momentos en los que buscaba deleitarme.

Muy buena aceleración en los primeros metros

Sorprende el sonido del pequeño tricilíndrico. Sí, está amplificado falsamente para que dé más sensación de motor gordo, pero el sonido es bonito y no parece un tricilíndrico. Y lo segundo que sorprende del BMW i8 es cómo acelera desde parado. El par del motor eléctrico lo catapulta hasta más o menos 60 km/h. A partir de ahí el empuje va disminuyendo progresivamente hasta que, rodando a alta velocidad, ya no impresiona.

El i8 es fácil de conducir, a los pocos kilómetros ya eres su amigo y puedes decidirte a buscar un buen tramo de curvas para pasar un buen rato juntos. Se calculan bien sus cotas a pesar de sus extrañas formas por lo que las maniobras o circular por ciudad no entraña gran dificultad, pero la visibilidad trasera es bastante mala. Y es un coche cómodo al margen de su dificultad de acceso (un asidero plegable no sería ninguna tontería para salir).

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El tarado de las suspensiones es más que amable con nuestros riñones para el tipo de coche que es, aunque luego la carrocería no balancea. Pero en los baches resulta muy seco, más que el Mercedes. Un punto importante es la retención, algo crítico en los híbridos y que a veces enturbia la diversión. El i8 reduce al soltar el acelerador pero no es de los que se clavan y te obligan a ir siempre dando gas hasta el último momento para evitar retenciones excesivas.

Como rodar por autopista es más que aburrido nos vamos por las curvas y descubrimos un i8 que te obliga a conducir muy fino. ¿El motivo? Una electrónica muy intrusiva, yo creo que demasiado. En un momento en el que hasta el utilitario más pequeño lleva neumáticos más anchos de los que verdaderamente necesita, llega BMW y racanea con el i8. Sí, es por aquello de ser híbrido y gastar poco, pero la verdad es que arrastra las ruedas rápido.

El i8 es preciso, responde perfectamente a tus órdenes y también es muy noble, te permite cometer errores, es decir, te crees mejor conductor de lo que eres. Pero yo habría apostado por unos neumáticos más anchos porque el límite de adherencia es incomparable al del Mercedes. Aunque el BMW pesa 85 kilos menos, cuando está en pleno apoyo en mitad de una curva empieza a derrapar antes.

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Y ahí llega la reina electrónica para poner todo en su sitio… y cortarte el rollo. Y no creas que el único punto en el que las ruedas se antojan estrechas es en las curvas, cuando toca frenar fuerte de verdad también echas de menos unos neumáticos mayores. Con todo, el i8 es un coche con el que se puede rodar muy rápido, acelera mucho y más cuanto más baja es la velocidad a la que circulamos.

Mercedes-Benz AMG GT S

Cambio de tercio, toca el AMG GT S. Si el sonido del i8 era chulillo lo del GT es para echarle de comer aparte. El V8 ruge con ganas y el escape emite un sonido espectacular que puedes modular si no quieres ir dando la nota por todos lados. En función del modo de conducción seleccionado (Individual, Comfort, Sport, Sport + o Race) el sonido cambia, aunque también tienes un botón para que siempre vaya dando alaridos.

Ya sólo con arrancar el motor y ver ese morro tan largo como su nombre te condiciona y te hace consciente de que estás al volante de un coche muy especial. Eso es lo que he echado en falta en el BMW, que conducirlo es demasiado normal al margen de sus prestaciones. La visibilidad es mejor en el i8 excepto los retrovisores exteriores que están muy retrasados. Además hay que ser consciente de sus dimensiones y de lo lejos que está el eje delantero para no tocar bordillo sin querer al hacer maniobras.

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La suspensión puede ser muy dura, dura o semi-dura, en el último caso aprecias más las irregularidades que en el i8 pero es menos seco en los baches y hasta se podría decir que es cómodo (teniendo en cuenta el tipo de coche que es). Para que te hagas una idea, es infinitamente más cómodo que un SEAT “ponaquíelnombredelmodelo” Cupra, por poner un ejemplo (que hay muchos).

Todo es preciso en el GT S y, al contrario del i8, es un coche con el que te tienes que ganar su amistad, nada de ir de curvas sin conocerle bien porque, si no respetas sus normas, lo más seguro es que acabes enroscándote. Y es que el enorme capó encierra mucha caballería y mucho par que hay que manejar con respeto.

Respect

Saliendo de parado en modo Race sin provocar la derrapada se mueve de atrás sí o sí, pero si sigues gas a fondo y vas engranando velocidades ojo, porque al meter segunda se vuelve a mover aunque vayas recto y con buen asfalto, pero es que cuando metes tercera convencido de que a esa velocidad ya se acabaron los sustos… ¡ZAS! Coletazo de nuevo. Es increíble, el motor parece no tener fin, tira, tira, tira y tira sin desfallecer.

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Para dar gas con decisión a la salida de las curvas hay que ir poco a poco

Luego llegan las curvas y ahí estamos nosotros con nuestro aparato de más de 4,5 metros, sentados casi en el eje trasero y con 1.645 kilos de peso. ¿Puedes ir deprisa? Mucho, pero con tacto. Aquí en función del modo te permite jugar más o menos, en modo Race te permite más que suficiente como para que ni se te pase por la cabeza desconectar del todo las ayudas.

El paso por curva es espectacular cuando has cogido la confianza suficiente como para tirarte sin parar en exceso el coche. Y es que, la postura de conducción tan retrasada hace que no te sientas tan cómodo rápidamente y te obliga a ir poco a poco. Poco a poco hasta que tu fe en el eje delantero es total y acabas apoyando el coche con muchas ganas. Luego das gas sin dudar pasado el ápice de la curva… Y te das cuenta de que es un coche que exige manos.

Se suelta de atrás con relativa facilidad y tienes que estar preparado por varios motivos: vas muy rápido, pesa, es largo, tiene mucha potencia y hay mucha sección de goma en contacto con el suelo. Una mezcla interesante cuando le coges el rollo, pero no antes. Ya te lo decía antes, se trata de construir una amistad paso a paso, porque si te vienes arriba antes de tiempo, el susto está garantizado.

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Las grandes diferencias

Son dos coches tremendamente diferentes, con el Mercedes la gente se gira antes de que llegues porque te oyen venir. Sin embargo el BMW les pilla por sorpresa porque suena poquito por fuera y, cuando lo ven, alucinan y hasta te piden fotos. No digamos ya si abres las puertas, entonces pueden hasta hacer corro alrededor del coche para ver el show.

El BMW es racional, ecológico, equilibrado y ahorrador a pesar de ser todo un superdeportivo (he probado urbanos que gastan más que el i8). El Mercedes es pasión pura, potencia bruta, sonido ensordecedor y olor a goma quemada. Los que disfrutan con lo último en tecnología se vuelven locos con el i8, el AMG GT S es para los que se les pone la piel de gallina al escuchar el bramido del V8 que emana por el escape. ¿Con cuál te quedas?

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