Probamos el Mercedes EQA, el SUV medio convertido en coche eléctrico que destaca por su confort de marcha con 426 km de autonomía
Hemos tenido una primera toma de contacto dinámica con el Mercedes EQA, el coche eléctrico que la marca alemana acaba de presentar. Se trata de un SUV de 4,4 metros de largo, con 426 kilómetros de autonomía en ciclo WLTP que llegará a los puntos de venta en primavera.
Una de las cosas positivas de la situación que vivimos actualmente, es que la limitación de viajes internacionales ha hecho que las marcas se las vean y se las ingenien para que sigamos probando sus coches antes de llegar al mercado. En esta ocasión, habían enviado un Mercedes EQA 250 a Madrid para que lo pudiésemos conducir muy brevemente el mismo día en que fue desvelado al gran público.
La cita era ya de noche, a las 19:00 y bajo un diluvio incesante, el EQA de color blanco nos recibía en la puerta de la sede de la marca para España, en Alcobendas (Madrid).
En los últimos tiempos he tenido ocasión de conducir casi todos los coches eléctricos que han llegado al mercado, más incluso que coches de mecánicas tradicionales. Es normal que así sea porque la electrificación del automóvil está suponiendo el cambio más radical que ha vivido esta industria en los últimos 50 años y por tanto las marcas se juegan mucho con estos coches que, aunque por el momento no son productos de gran volumen, sí son clave para su supervivencia y éxitos en el futuro.
Tras haber probado artilugios como el Porsche Taycan Turbo S de 761 CV, el Jaguar I-PACE de 400 CV, el Audi e-tron Sportback o el BMW iX3 más recientemente, tenía ganas de conocer cómo se comportaba esta nueva opción dentro de la gama Mercedes EQ, el hermano pequeño del EQC.
Leyendo información sobre esta versión inicial EQA 250, me llamaron la atención dos datos: el primero el tamaño, que le sitúa en un segmento nuevo para los eléctricos Premium, el de los SUV medios. El otro dato sorprendente es la potencia. Con 190 caballos, creo que es el coche eléctrico de aspiraciones interurbanas menos potente de cuantos haya probado, así que había que ver cómo se llevaban de bien o de mal esos menos de 200 CV con los 2.040 kg que pesa el EQA, casi media tonelada extra respecto a un GLA con el que guarda muchas similitudes pero al mismo tiempo media tonelada menos que un EQC.
Diferente por fuera, pero conocido por dentro
Mercedes en este EQA ha seguido una receta algo menos agresiva en cuanto al diseño exterior de la aplicada en el EQC. Mientras este último cuando se lanzó al mercado sí difería mucho del SUV grande de la marca, el GLE, en el caso del EQA las similitudes con el GLA son más que evidentes.
Sus carrocerías son muy similares en las formas principales y dimensiones, de hecho comparten plataforma, mientras se reservan los rasgos de personalidad para el eléctrico únicamente a la parte delantera y a la trasera.
En el frontal encontramos una parrilla específica en color negro que es puramente decorativa porque no está abierta y por tanto su motivo es únicamente darle un aspecto diferente al de un GLA a la parte delantera.
Preside esa "parrilla" la estrella de Mercedes que va flanqueada por dos franjas horizontales que recuerdan a las de los Mercedes-AMG. También en la parte superior una fina línea LED blanca recorre el coche de lado a lado uniendo ambos grupos ópticos y marcando el estilo del coche cuando se ilumina.
El otro cambio notable respecto a un GLA lo encontramos en la identidad óptica de la parte posterior, donde otra linea de luces LED recorre horizontalmente uniendo ambas ópticas en los extremos.
Me gustó más en fotos que en persona, aunque a decir verdad como llovía mucho tampoco quise dedicarle más tiempo al exterior, así que tal vez esa primera impresión cambie cuando esté más tiempo con él en un futuro.
Me meto dentro y lo primero que encuentro es un habitáculo muy bien resuelto, en el que la práctica totalidad de los mandos me son familiares. Son los mismos que en cualquier otro Mercedes, con todo lo bueno que eso supone.
El volante multifunción, las dos pantallas unidas entre sí de 10,25 pulgadas cada una (26 cm), el pad en la consola central que permite "escribir" con solo acariciarlo, las grafías y los menús y submenús del sistema. Todo me resulta absolutamente familiar ya que todo es idéntico a cómo seria en un Mercedes con motor de combustión.
Primeros metros en el EQA
Engrano la D moviendo hacia abajo la palanca selectora, que sale de la columna de dirección como mandan los cánones en Mercedes, y comienzo a circular con él.
Los primeros kilómetros los realizo en autovía bajo un intenso aguacero que me exige extremar las precauciones y circular despacio. En esas condiciones el EQA destaca por su fantástica insonorización interior, algo que parece obvio en un coche eléctrico pero que no necesariamente lo es tanto.
El silencio reina y se escucha más el movimiento de los limpiaparabrisas que el salpicar de las ruedas que levantan litros de agua a nuestro paso gracias a los neumáticos de invierno que por suerte montaba el coche, ya que circulábamos a 4 grados.
Cuenta con cuatro modos de conducción: Individual, ECO, Confort o Dynamic. Iba en el modo Confort en esos primeros kilómetros. Cuando la lluvia da algo de tregua, piso con contundencia el acelerador y siento cómo el coche empuja con fuerza.
Es tracción delantera, pero al mismo tiempo es capaz de ganar velocidad con contundencia e instantaneidad gracias a esa inmediatez de la que hacen gala los coches eléctricos.
Los 375 Nm de par motor se trasladan automáticamente al asfalto y sientes cómo tu cabeza se pega al reposacabezas, aunque es cierto que si sigues con el pie a fondo esa fuerza no continúa más allá.
No es una cifra de par muy alta para mover semejante masa, pero lo hace con más brío y agilidad de la que inicialmente esperaba pre juzgando sus cifras.
Cambio de modo a Dynamic y aparte de cambiar la configuración gráfica del cuadro de pantallas, también lo hace la iluminación LED interior que tiene mucha presencia tanto en las puertas como en los perfiles de la consola central o en las salidas de aireación.
En Dynamic las reacciones son más directas, responde con más rapidez a los movimientos de acelerador y gana velocidad en menos tiempo apretando lo mismo el acelerador. Estoy en autovía y la toma de contacto tampoco iba a permitir irnos a hacer curvas con él, aparte que el tiempo no acompañaba. Ya lo haremos.
El atributo más destacado más allá del silencio es el confort de marcha. A pesar de sus 4,4 metros de largo, el EQA destaca por el alto nivel de confort que ofrece a sus ocupantes, gracias principalmente a la suspensión adaptativa capaz de hacer que apenas sientas los baches y ondulaciones.
El otro aspecto que me gusta es el tacto robusto que ofrece. Tanto la calidad de los materiales como los acabados y en general el conjunto dan en todo momento la sensación de ir al volante de un coche con aplomo, contundente y bien asentado.
Los consumos que son otro de los elementos más a tener en cuenta en un coche eléctrico no estaban siendo especialmente altos, pero tampoco más bajos que los de otros competidores más potentes.
El ordenador de abordo marcaba unos 22 kWh/100 km y a medida que le exigía más a la mecánica para probarla, subió hasta los 26,3 kWh/100 km para luego volver a estabilizarse en el registro inicial, aunque para hacer una buena prueba analizando consumos habrá que probarlo más en profundidad.
Sí pude apreciar que su bajo centro de gravedad gracias a las baterías de 66,5 kWh dispuestas por el suelo le dan aplomo en el paso por curvas. Es más ágil que su hermano mayor el EQC y gracias a ese peso muy bajo, da gusto sentir que conduces un coche más ligero. Por su parte se percibe como un coche de tracción delantera a nada que pises de más el acelerador con el volante girado, con una clara tendencia al subviraje.
Lo otro que sorprende encontrar son las levas con las grafías positiva y negativa detrás del volante. No sirven para cambiar marchas arriba o abajo porque solo tiene una, pero sí sirven para activar y modular los distintos niveles de regeneración de energía.
Tiene niveles de intensidad de recuperación (D+, D, D- y D--) y un nivel automático (Dauto) en el que el coche va constantemente monitorizando el tráfico que le rodea, los flujos de velocidad de nuestro vehículo respecto a los otros y va regulando automáticamente la velocidad llegando incluso a frenar más contundentemente de lo que esperaba si es necesario.
Volviendo hacia la sede de Mercedes en España, tuve ocasión de probar dos cosas más en el coche. Una fueron las luces, que en condiciones de niebla y baja visibilidad me sorprendieron por lo blanco que iluminan. Ya sin niebla también pude poner las largas y al igual que las cortas, emiten un haz de color muy blanco que permite ver con nitidez.
El otro aspecto que pude probar fue el modo ECO, aunque de forma muy breve. Al llevarlo activado se nota que el coche va más dormido, es perezoso a la hora de reaccionar a los movimientos de acelerador, ya que no hace nada en los primeros centímetros de pedal y así consigue que los consumos se reduzcan.
La suavidad que el coche me había demostrado al comienzo alcanza otra dimensión en el modo ECO en el que el conjunto mecánico ayuda a que el coche se sienta más sutil y suave que nunca.
El mayor punto en contra, creo que se esconde tras el pedal de freno, que como ocurre muy habitualmente en los eléctricos se nota muy asistido para favorecer la recuperación de energía de frenado y eso impide que puedas frenar con la precisión que a veces te gustaría.
Una cuestión de precio
Tras esta primera toma de contacto breve, el Mercedes EQA me ha demostrado que tiene las dotes necesarias para ser un coche eléctrico de éxito. Es un Mercedes, se percibe con la robustez que esperas de un Mercedes y al mismo tiempo es confortable como buen Mercedes. Ah, y un punto importante: tiene un tamaño mucho más lógico que un SUV grande para una mecánica eléctrica.
Ahora bien, la clave del éxito del Mercedes EQA estará como siempre en el precio de partida: 49.900 euros, situándose bajo la barrera esperada de los 60.000 euros y que lo convierten en el coche eléctrico no urbano más barato entre las marcas Premium y en un escalón sensiblemente inferior al de su hermano mayor el EQC que cuesta 78.600 euros, lo cual le garantizaría casi por seguro el éxito entre los que busquen pasarse al coche eléctrico.
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