Probamos el BMW 420i Coupé, un gran turismo que marida el placer de conducir con un exuberante diseño
Los coupés, al igual que los descapotables, son una especie en peligro de extinción. BMW es una de las pocas marcas que todavía insiste en ofrecer un coupé de 4 plazas en su gama. Con esta segunda generación de BMW Serie 4, la marca alemana no rompe con su tradición de proponer una versión dos puertas de su BMW Serie 3, aunque se llame Serie 4. En esta ocasión probamos la versión de acceso a la gama, el BMW 420i Coupé, y descubrir si tiene sentido un gran turismo con un motor de 184 CV.
El nuevo BMW Serie 4 se posiciona como un modelo completamente diferente con respecto al Serie 3, cuando en realidad bien podría haberse llamado Serie 3 Coupé. A nivel visual, los dos coches no tienen nada que ver. El diseño del Serie 4 es mucho más exuberante. Si eso es bueno o malo, lo decidirá la clientela.
Aun así, la base técnica entre los dos coches sigue siendo la misma, aunque con ligeras diferencias. El chasis del Serie 4 es 21 mm más bajo, la vía trasera ha sido ensanchada 23 mm, la distancia entre ejes es la misma (2851 mm) y la puesta a punto de la suspensión pretende ser algo más dinámica con respecto a la berlina. En todo caso, las modificaciones son las justas para mantener intacto el espíritu de gran turismo con toque deportivo que siempre ha caracterizado a los coupés de la marca.
Un acogedor interior
A bordo, el salpicadero es el de un BMW Serie 3. Tal cual. Es el mismo diseño, los mismos materiales, la misma calidad percibida, al misma calidad de ensamblaje y el mismo sistema de infoentretenimiento, con pantalla táctil y rueda de control iDrive. Tanto por ergonomía como rapidez y diseño de la interfaz, sigue siendo a día de hoy uno de los mejores sistema de infoentretenimiento del mercado.
Y no hay más diferencias en el interior salvo los asientos traseros -es un coche estrictamente de cuatro plazas- y la ausencia de puertas traseras. En la Serie 4, como en todo coupé, las mejores plazas están delante. Vamos sentados un poco más bajos que en el Serie 3, pero gracias a la enorme cantidad y amplitud de los ajustes a disposición tendremos una posición de conducción perfecta.
Los asientos traseros y solo para dos personas son, lógicamente, más pequeños que en el Serie 3. Pero el espacio para las piernas es bastante amplio y solo los pasajeros más altos deberán tener un poco de cuidado con el techo más bajo. Es un coupé y hay que sacrificar el espacio sobre el altar del diseño.
Un 4 cilindros de lo más clásico
A nivel mecánico, estamos frente a un clásico 4 cilindros 2.0 litros turbo con culata de 16 válvulas. Lo que viene siendo el típico motor que veríamos en el GTi de cualquier marca. De hecho, es tan clásico que hasta carece de microhibridación. Un equipamiento muy actual que los 420i y 430i son los únicos de la gama Serie 4 en no disponer de él, mientras que 420d y M440i sí cuentan con la ayuda de la electricidad.
Este 2.0 litros desarrolla 184 CV. Y aunque sea un motor que puede subir a más de 6.000 rpm, no hace falta. Su potencia máxima llega a 5.000 rpm y los 300 Nm de par motor máximo están disponibles desde 1.350 rpm hasta 4.000 rpm. Va asociado exclusivamente a un cambio automático de 8 relaciones.
De origen ZF es uno de los mejores cambios automáticos por convertidor de par del mercado. Es suave y los desarrollos son acertados y bien escalonados, no hay un salto brusco entre marchas cortas y largas. La única crítica que se le puede hacer es que no sea tan rápido como un doble embrague si usamos las levas del volante o el pomo -el cual sigue fiel a la tradición: hay que tirar de él para subir una marcha y empujarlo para bajar-.
Aunque fuese un poco más rápido, no sé si hubiera cambiado notablemente sus prestaciones (sería más bien una cuestión de desarrollos). Y es que seguirían siendo 184 CV para 1.600 kg. Es solo una cuestión de sensaciones.
Al volante
Las sensaciones son, más que nunca, lo más importante para quien le gusta conducir. Y no son las que puedan dar sus cronos. El 420i puede acelerar de 0 a 100 km/h en 7,5 s y permite adelantar con serenidad (80 a 120 km/h en 5,7 s), pero son tiempos modestos. No deja de ser apenas más rápido en el 0-100 km/h que un SUV familiar como el Peugeot 3008 180 CV (lo hace en 8 s).
Las sensaciones que ofrece no son las de hundirte en el asiento como si te catapultaran al horizonte. Además, el motor ni siquiera suena especialmente bien. No, lo que propone es algo más sutil. Ofrece algo cada vez más exclusivo en estos tiempos: placer de conducción. Simple y llanamente.
En regla general, el BMW 420i es un coche refinado. No es tan silencioso y refinado como lo sería un Lexus, pero es un excelente y agradable sitio en el que hacer kilómetros, ya sea en vías rápidas o secundarias. Inevitablemente, la suspensión tiene un punto de firmeza excesiva para la ciudad, como casi siempre en BMW. En todo caso, no lo hace incómodo. Se mantiene esa sensación de confort y refinamiento.
Pero que esas prestaciones correctas y refinamiento de a bordo, no nos engañen. El 420i es un auténtico y puro BMW. Muy directa y precisa, la dirección tiene una respuesta nítida y equilibrada. El coche transmite una tangible sensación de equilibrio, con los dos ejes trabajando en conjunto para tomar las curvas como si fuésemos sobre raíles. El morro va exactamente donde hemos puesto la mirada, al vértice de la curva, mientras que el tren trasero termina de redondear la trazada ayudando a tomar la curva.
Además, hace gala de agilidad. En las curvas encadenadas conserva siempre la trazada que hemos escogido sin necesidad de corregir. Pero eso no significa que la trasera no pueda irse. Si aceleramos demasiado pronto al salir de una curva o si entramos con demasiado ímpetu o sobre los frenos en una curva, el eje trasero tenderá a irse de lado. Eso sí, siempre es progresivo y muy fácil de recuperar. Hasta el punto que en más de ocasión lo provocaremos para ayudarnos a tomar una curva con más brío de lo habitual.
Con tanto entusiasmo al volante y un motor con la potencia que algunos calificarían de justa, se podría pensar que el consumo va a ser elevado, sobre todo en conducción deportiva. Sin embargo, no ha sido el caso.
A lo largo de nuestra prueba, la media ha sido de 8,5 l/100 km con, he de confesar, bastante conducción deportiva de por medio. En carretera, secundaria y autopista, es posible lograr sin esfuerzo un consumo entre 7 y 7,5 l/100 km. Resumiendo, como coupé premium y gran turismo, a BMW, este Serie 4 les ha salido redondo.
Frente a sus rivales
La competencia no es muy numerosa en el segmento del Serie 4. Están los sospechosos habituales, Audi A 5 y Mercedes Clase C Coupé, mientras que el Lexus RC hace acto de presencia y poco más. El Mercedes Clase C Coupé, al que le quedan pocos meses de vida comercial, está un escalón por debajo del Serie 4 en términos de presentación a bordo. Por otra parte, aunque dinámico, tiene una puesta a punto en la que finalmente ha primado el confort.
El Audi A5, por su parte, es la otra cara de una moneda que compartiría con el Serie 4. El A5 es mucho más refinado, la calidad percibida a bordo es superior, es más conservador en su diseño y su propósito es hacer kilómetros con (mucho) estilo y sin que nadie a bordo se canse lo más mínimo. En cuanto al dinamismo se queda en un segundo plano. Es un coche totalmente opuesto al Serie 4, tanto es así, que es incluso tracción delantera.
En cuanto al Lexus RC 300 h, únicamente disponible con motor híbrido de 223 CV, se ve relegado al papel de extra. Es muy lujoso, refinado y tiene estilo, pero su comportamiento dinámico sale a la luz si usamos el coche al 60 % de sus posibilidades, como mucho. Es casi como cualquier berlina de Lexus, pero con dos puertas y menos espacio detrás.
BMW 420i Coupé: nuestra valoración
7,6
A favor
- Chasis muy dinámico
- Cambio suave
- Consumo
En contra
- Equipamiento de serie justo (demasiadas opciones)
- Suspensión algo firme
Este BMW 420i no deja de ser un modelo de acceso a la gama. Pero no por ello desprovisto de interés. Al contrario, ofrece todas las cualidades de los modelos superiores a un precio, digamos, razonable. Ofrece espacio, un toque premium (y lujoso en nuestra unidad de pruebas que costaba 63.800 euros), refinamiento, prestaciones y, sobre todo, placer de conducción.
Quizá, su estética exterior, no sea del gusto de todos. Pero qué más da. Al fin y al cabo, mientras estamos al volante disfrutando del coche, no vemos ese morro tan controvertido.
Ouch. Me había prometido no hablar del frontal y finalmente lo hice. Enfin, el coche es así de bueno que termina uno por olvidar casi por completo la calandra de la discordia.
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Motor |
Gasolina. 4 cilindros en línea de 1.998 cc; dos árboles de leva por culara, sobrealimentado por turbo. |
potencia máxima |
184 CV a 5.000 rpm |
par máximo |
300 Nm desde 1.350 hasta 4.000 rpm |
transmisión |
Tracción trasera. Cambio automático de 8 relaciones. |
dimensiones (Largo x ancho x alto) |
4.768 x 1.852 x 1.383 mm |
batalla |
2.851 mm |
maletero |
440 litros |
peso |
1.600 kg |
80 a 120 km/h |
5,7 s |
0 a 100 km/h |
7,5 s |
velocidad máxima |
240 km/h |
consumo medio homologado (WLTP) |
6,3 l/100 km |
consumo medio en prueba |
8,5 l/100 km |
PRECIO |
desde 47.900 euros |
El coche para esta prueba ha sido prestado por BMW. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas. |
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