Nada es eterno, y hablando de coches, esto se cumple a rajatabla. Cuando un fabricante diseña un coche, sabe que hay componentes que a lo largo de la vida útil del coche se van a estropear o degradar (es normal), y otros deberían durar más tiempo, aunque no siempre ocurre.
El mantenimiento del coche sirve para prolongar la vida útil de todos los componentes y que las características del vehículo permanezcan lo más iguales posible a cuando estaba nuevo. Distingamos dos tipos de mantenimiento, el correctivo y el preventivo. Los son igual de importantes.
Si hablamos de mantenimiento correctivo, nos referimos a aquellas operaciones que no queda más remedio que hacer: reparar o sustituir, porque un componente ha fallado. Si tenemos mucha suerte (y recalco lo de mucha), no tendremos que realizar apenas mantenimiento de esta índole.
Por otro lado, está el mantenimiento preventivo, que hay que realizar de acuerdo a un plan de mantenimiento periódico. Esta vez nos anticipamos a las averías o al fallo de los componentes. Ya lo dice el refrán, es mejor prevenir que curar. Es el tipo de mantenimiento que más se descuida.
Dos variables afectan directamente al envejecimiento de los coches: el paso de los kilómetros y el tiempo, además del trato. Esos dos factores también inciden sobre el valor del coche (fiscal y en el mercado). Un coche con 20 años que tenga 1.000 kilómetros tiene un deterioro diferente que un coche de un año con 20.000 kilómetros.
El mantenimiento preventivo se hace en función de los kilómetros, pero si en un año no se ha alcanzado dicho volumen, hay que realizar el mantenimiento igualmente. Por ejemplo, el aceite pierde sus propiedades y hay que cambiarlo cada año, aunque hayamos hecho pocos kilómetros.
¿Hasta qué punto puede uno mantener su coche?
Antiguamente, cualquiera podía mantener su coche con simples conocimientos de mecánica. Hoy día hablamos de coches muy complejos y con sistemas que requieren personal especializado y muchas horas de formación y experiencia (si se hacen las cosas bien). Ya no está al alcance de cualquiera.
Sin embargo, sigue habiendo operaciones elementales de mantenimiento que cualquier usuario puede hacer, sin problemas con la garantía, y sin ser un experto en mecánica. Cualquier libro de instrucciones nos indica cómo hacer lo más sencillo, o cómo identificar algunas averías.
A lo largo de especial, explicaremos de forma amena y sencilla cómo mantener un coche, sin necesidad de apenas conocimiento alguno. No pretendemos hacer un manual de reparación ni documentación para talleres, sino acercaros el qué hay debajo del capó, y entenderlo. Además, es un mundo apasionante.
Un turismo está formado por una gran cantidad de componentes mecánicos, electrónicos, eléctricos, etc. Cada componente tiene una función y requiere un cuidado diferente, aunque también hay piezas que no necesitan (en principio) que nadie las toque durante toda su vida útil.
Lo más normal es acudir a profesionales para realizar la mayoría del mantenimiento, ya sea el propio concesionario, o taller autorizado, o una gran superficie de mecánica o el taller de barrio. Pero insistimos, hay cosas que se pueden hacer por uno mismo, sin llenarse las manos de grasa, y sin ser un experto en nada.
Los que hayan visto algún documental del tipo “La vida sin nosotros” habrán comprendido que en esta vida, todo lo que no se mantiene, no perdura, porque todo se degrada. Da igual que hablemos de gasolina, de tapizados, de los plásticos, de la carrocería, los neumáticos, amortiguadores… nada es eterno.
No solo se trata de evitar las incómodas y molestas averías, a veces nos puede ir la vida en ello. Uno de los síntomas más evidentes de cualquier crisis es que se venden menos coches nuevos, pero también se reduce el gasto en cosas tan necesarias como el mantenimiento. Y hay en circulación coches sin mantener que son bombas de relojería.
De hecho, el mantenimiento es una obligación para el dueño o el responsable del coche, de lo contrario, perderemos el derecho a circular. Las ITV, además de un gasto, son una forma de hacer criba de esos coches que son peligrosos o no cumplen con las normas que todos hemos de cumplir.
Por mucho que mantengamos el coche perfecto, no eliminaremos la posibilidad de que falle, valga 100 euros ó un millón. Eso sí, reduciremos mucho la posibilidad de fallo. Un buen amante de los automóviles se caracteriza por tener su coche inmaculado, porque sabe la importancia de todo esto.
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