Durante los últimos años la filántropa y piloto de rallyes Renée Brinkerhoff -con el apoyo de su equipo Valkyrie Racing-, ha viajado por todo el mundo conduciendo un Porsche 356 clásico de lo más peculiar por una muy buena causa. Ya ha conquistado terrenos en seis de los siete continentes de la Tierra, al tiempo que recaudaba fondos para la lucha contra el tráfico de personas.
Su meta: llegar a la gélida Antártida a finales de este año. No es un reto sencillo para ningún vehículo, pero para conseguirlo ella cuenta con su Porsche 356A de 1956, que ha sido preparado especialmente para el clima más austral del planeta. Entre otras cosas, sustituyendo sus ruedas traseras por enormes orugas.
Más de 30.000 kilómetros por una muy buena causa
La Antártida será la culminación del “Proyecto 356” de Valkyrie Racing, que se lanzó en 2017 y con el que Brinkerhoff pretende completar los más de 32.187 kilómetros recorridos (20.000 millas) a lo largo y ancho de algunas de las regiones más inhóspitas del planeta a los mandos de un deportivo clásico que tiene ya más de 65 años. La recta final de su gesta será la más complicada, y puede seguirse en la cuenta de Instagram del equipo.
El último tramo de la misión de la piloto cubrirá 356 millas (573 kilómetros) en un guiño a su inseparable coche, con el que además del año de nacimiento ya comparte innumerables recuerdos. Empezó a competir hace nueve años nada más y nada menos que en una Carrera Panamericana en México, considerada como uno de los eventos de carreras de rally de asfalto más peligrosos del mundo.
Sin embargo, uno no se limita a llevar un automóvil normal a la Antártida para dar una vuelta, ni siquiera la intrépida Brinkerhoff. Así, el equipo de Valkyrie Racing colaboró en la preparación del coche junto a Kieron Bradley, ingeniero senior que trabajó en el departamento de diseño de chasis en Lotus, quien en 2011 ostentó el récord del viaje por tierra más rápido al Polo Sur.
Bradley comenzó por reducir el riesgo de que el Porsche se hunda en el hielo, utilizando esquíes en lugar de las ruedas delanteras y sustituyendo las traseras por orugas. A pesar de sumar peso, las modificaciones reducen la presión del coche sobre el suelo. Y si sucediera lo impensable, también aumentan la flotabilidad del Porsche en caso de que llegase a romper el hielo.
Además, al 356 se le han añadido elementos como una jaula antivuelco, un punto de cabrestante situado cerca del motor en la parte trasera, un kit de supervivencia a bordo y una ventana trasera especial que servirá de ayuda para salir en caso de emergencia.
Una vez que finalice su recorrido por la Antártida, Brinkerhoff correrá por la pista de hielo de Union Glacier, donde pretende establecer un nuevo récord de velocidad, presumiblemente, con un juego más normal de ruedas con clavos. Teniendo en cuenta que la pista tiene capacidad para soportar el peso de aviones grandes, asumir que las preocupaciones sobre romper el hielo en este caso, en un ligero Porsche 356 de 1956 son realmente escasas.
Con el fin de esta aventura el próximo mes de diciembre terminará el Proyecto 356. Hasta ahora, Brinkerhoff y Valkyrie Racing han recaudado ya medio millón de dólares (o 431.000 euros) para combatir la trata de personas. El equipo ya ha anunciado que al final del viaje, grabarán en el coche los nombres de todos los donantes que como mínimo, hayan contribuido a la causa con 356 dólares (306,78 euros al cambio).
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