Aunque quizá algo claustrofóbico, Corea del Sur tiene el carril bici definitivo: de 32 km de longitud, cubre la distancia entre las ciudades de Daejeon y Sejong, y su principal atractivo es que es está formado por paneles solares.
Estos, además de proporcionar sombra a los ciclistas dispuestos a hacer el viaje, sirven para generar energía.
Se trata de un carril para bicicletas de dos sentidos que se extiende entre las dos ciudades y se sitúa en medio de la autopista, con tres carriles de tráfico a cada lado.
El acceso a esta vía ciclista tiene lugar a través de túneles subterráneos y parece no tener fin.
La vista desde dentro es mucho menos claustrofóbica que desde el aire, mostrando una estructura protegida del tráfico rodado a ambos lados y bastante amplia, y con salidas intermedias, también en el subsuelo.
Los paneles solares proporcionan energía para alimentar el sistema de iluminación de la carretera, e incluso puntos de recarga para coches eléctricos.
Corea del Sur, con poco terreno para levantar infraestructura, está construyendo grandes granjas solares sobre el agua. En concreto, más de 92.000 paneles solares dispuestos en forma de flor descansar sobre un embalse para poder alimentar 20.000 hogares.
Es una de las plantas solares flotantes más grandes del mundo y se encuentra en una nación que se ha quedado atrás en la adopción de energías renovables
