Se suele decir que los más pudientes son los que más contaminan con sus jets privados. Elon Musk, el apóstol que promete salvar la humanidad, ya sea vendiendo coches Tesla o enviándola a Marte, es el que más usa su jet privado. Sin embargo, el viajero que probablemente haya más contaminando volando en avión es un consultor comercial, especializado en automoción, de Nueva Jersey, Tom Stuker.
Tom Stuker ha volado ya más de 24 millones de millas, es decir, 38,6 millones de km. Es una distancia equivalente a efectuar más de tres veces un viaje a la Luna, ida y vuelta.
Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, las emisiones en avión suponen una media de 285 g/CO₂ por pasajero y kilómetro. En el caso de Tom Stuker, la emisiones de sus viajes serían en torno a los 11.012 millones de kg de CO₂. O 11 millones de toneladas de CO₂.
No es que Tom tenga que viajar a menudo por trabajo, sino que en 1990 compró un billete de avión vitalicio, para él y un acompañante. United Airlines ofrecía a modo de promoción un pasaje vitalicio por 290.000 dólares, 270.000 euros de la época, que permitía viajar a donde fuera cuando fuera, sin ningún tipo de limitación, mientras su poseedor esté vivo. Stuker fue uno de los pocos, sino el único que lo compró.
Una vida de lujo a costa de la compañía aérea
Desde entonces ha vivido prácticamente en el asiento 1B, su favorito, de la Business Class de United Airlines. Y no es sólo una figura de estilo. Una vez, cuenta en el Washington Post, se tiró 12 días seguidos en un avión, sólo se bajaba para esperar su siguiente conexión en la sala VIP de un aeropuerto.
¿Dónde está la gracia de volar 12 días seguidos? Con lo que le costó el billete de avión vitalicio se podría haber sacado una licencia de piloto si tanto le gusta volar. Le gusta viajar, especialmente a Australia, confiesa, pero también hay una razón más pragmática. Y es que el billete vitalicio con tarifa plana de destinos permite acumular millas, o puntos de fidelización.
Esos puntos no solamente se pueden canjear en nuevos billetes de avión, sino sobre todo en casi cualquier cosa en alguna tienda o empresa asociada al programa de puntos.
"La mejor inversión de mi vida", asegura Stuker al diario. Desde entonces Stuker ha vivido como un sultán gracias a las millas de United: lujosas suites de hotel por todo el mundo, cruceros de varias semanas, comidas gourmet desde Perth hasta París.
Y no solamente se ha pegado buenos caprichos. Llegó a canjear las millas acumuladas en suficientes tarjetas regalo como para poder reformar la casa de su hermano. En una ocasión, canjeó sus millas en tarjetas regalo de Walmart por valor de 50.000 dólares (unos 47.000 euros) en un solo día. Al final, volar se ha convertido en una suerte de trabajo.
Vuela sin parar en temporada baja, a menudo junto a su esposa con la que ya han tenido más de 120 lunas de miel, asegura, para luego canjear las millas en temporada alta y así disfrutar de largas vacaciones en hoteles de lujo todo gratis, a costa de United Airlines.
Todos esos viajes le habrían costado millones de dólares, por lo que hace mucho tiempo que su billete ha sido más que rentabilizado. Obviamente, United Airlines canceló la venta de billetes vitalicios el mismo año que los puso en venta.