Este fin de semana, la retransmisión de Telecinco dejó mucho que desear para mi gusto. Eso hace que el Gran Premio de Gran Bretaña haya sido algo menos atractivo para mi que otros, porque me da la sensación de que Lobato esta vez se ha pasado de la raya.
No es por nada, pero es un pesado con sus comentarios. Todos hemos visto el error de Hamilton en boxes, no hace falta que nos lo repita una y cien veces con adjetivos como "terrible", y que podía haber sido un desastre, que es un gran error... Sólo faltó que se le escapase algo más fuerte hacia su persona. No digo que deba ser totalmente imparcial porque eso es imposible. Si es seguidor de Alonso, yo también lo soy, pero debería ser, antes de nada, seguidor de la Fórmula Uno y no un ex-reportero de otras cosas al que meten de repente en la F1 por ser asturiano. No se si es asturiano, de hecho. Y eso que me imagino que retransmitir un Gran Premio es complicado. Hacer sangre de un piloto que es casi perfecto, o pretender hacer una montaña de un grano de arena es lo que está haciendo Lobato, que ha quedado peor esta vez en el ranking que su compañero Serrano. Ni el error de Hamilton es tan grande, ni el fallo de puesta a punto tan calamitoso, vamos a ver. Que estamos hablando de un tio que lleva nueve podiums y ha terminado tercero. Si tan mal pintaba la cosa, ¿es que los demás pilotos van en patinete?
Pero si Lobato me desespera (ahora si, tanto como para plantearme darle al mute), Hamilton me aburre. Pero Anthony Hamilton, no su hijo. No entiendo que hace ese hombre en el paddock acaparando tanta atención. Muchos padres acompañan a su hijo a los grandes premios, sobre todo de motos, pero este tiene demasiado protagonismo para mi gusto.