El tres veces galardonado como mejor motor del año, el Ford 1.0 EcoBoost marcó un antes y un después en el downsizing. Cierto es que la tendencia ya se había marcado, pero la marca americana fue más allá y pegó un tijeretazo a los centímetros cúbicos mucho más extremo que el resto de fabricantes. Arriesgado, pero el tiempo les ha dado la razón, sus motores funcionan.
El pequeño tricilíndrico de un litro turboalimentado y con inyección directa de gasolina consigue cifras de consumo cercanas a los diésel (no equiparables por completo como quiere vendernos la marca) con buenas prestaciones. Pero estos buenos consumos todavía se pueden rebajar más utilizando la tecnología de desactivación de cilindros.
Este sistema no es nuevo y ya se usa en diferentes motores grandes y no tan grandes, porque el Grupo Volkswagen lo utiliza en un tetracilíndrico de 1.4 litros. Lo del EcoBoost de un litro es rizar más el rizo, porque sólo tiene tres cilindros, tampoco va muy sobrado como para ponerse a desconectar, pero las pruebas de momento van por buen camino y se habla de un 6% de ahorro en combustible.
La desconexión de cilindros exige cambios en el motor más allá de los propios que gestionan esta desconexión, hay que trabajar el equilibrio del motor y para ello se utiliza un nuevo embrague y un volante motor bimasa. ¿Es el camino a seguir? Porque en el otro extremo tenemos a Mazda buscando consumos reducidos y estables con motores de dos litros de gasolina atmosféricos. Apasionante carrera, veremos quién gana.
