Lo típico, que te enteras que Ferrari lanzará el LaFerrari Aperta, coges tu chequera, firmas uno por un millón de dólares a nombre de Sergio Marchionne y se lo envías junto con una carta que explica lo loco que estás por los Ferrari. Esperas un tiempo y, el día menos pensado, desde Italia te devuelven tu cheque y te responden que todas las unidades han sido vendidas. ¿Qué te queda por hacer? Bajo la lógica de Preston Henn, demandarlos.
Preston Henn es un piloto y coleccionista americano. Entre sus juguetes están un Ferrari F40, un F50, un 458 Speciale, un 375 GTB, un Enzo y un LaFerrari. También guarda en su garaje un Daytona Spyder, un Maserati MC12 y uno de los coches de Fórmula 1 de Michael Schumacher.
Su colección no ha sido suficiente para que la firma del Cavallino Rampante lo considerara dentro de los clientes del LaFerrari descapotable. Porque, como sabes, cuando se trata de modelos tan exclusivos, Ferrari no decide quién le compra, sino a quién le vende. Y Preston Henn no estaba en la lista.
Así fue como el coleccionista americano demandó a Ferrari por 75.000 dólares, bajo el argumento de que fue humillado al negársele la compra de un LaFerrari Aperta. El documento dice lo siguiente:
"La publicación de la declaración que dice que Preston Henn no está calificado para comprar un LaFerrari Spider daña la reputación de Henn y lo lleva al ridículo, a la falta de respeto y altera su reputación en su profesión, su negocio, su ocupación, su pasatiempo y ante sus amigos y asociados sociales y de negocios".
Si Preston Henn gana ante la corte, podríamos estar ante una nueva táctica para que futuros coleccionistas puedan hacerse con el modelo que les apetezca, siempre bajo el argumento que, de no hacerlo, su reputación se vería dañada.