Mantener el habitáculo del coche a una temperatura idónea para conducir supone siempre un consumo de energía, energía que es producida expresamente o que se aprovecha de otros sistemas, pero en cualquier caso energía que se obtiene a partir de un gasto de combustible.
Por tanto, partiendo de que el gasto energético es un peaje que no se puede evitar, lo que sí podemos es optimizarlo, es decir, conseguir el objetivo deseado consumiendo la menor cantidad de combustible posible.
¿Quieres frío o calor?
EL GASTO ENERGÉTICO PARA LLEGAR A LA TEMPERATURA IDEAL ES INEVITABLE, PERO SIEMPRE PODEMOS OPTIMIZARLO
Para obtener frío entra en juego el compresor del aire acondicionado que básicamente consiste en un motor accionado por correa al motor del coche y que lógicamente necesita de su trabajo con el consiguiente incremento de combustible.
Para obtener calor, la calefacción utiliza parte del calor del sistema de refrigeración del vehículo canalizándolo hacia el interior del coche. En este caso el consumo es menor ya que el único motor que se necesita accionar es el del ventilador del sistema. Pero para los incondicionales de conducir calentitos, hay que tener en cuenta que el coche necesita llegar a una temperatura óptima de funcionamiento. Encender la calefacción en un día frío nada más sentarse en el coche va a provocar que se tarde más en llegar a esa temperatura de funcionamiento ideal del motor.
En este sentido, ya existen sistemas como el que incorpora el Prius Plug-in hybrid que permiten que la entrada de calor sea más inmediata través de un climatizador automático con bomba de calor a inyección de gas.
Lo claro es que en invierno necesitamos calentar el ambiente y en verano buscamos enfriarlo usando la calefacción o el aire acondicionado en cada caso. Existe un elemento que gestiona ambos, al que únicamente tenemos que decirle a qué temperatura ha de estar el habitáculo, se trata del climatizador, que se encarga de utilizar uno u otro para que nos sintamos cómodos.
La gestión de la temperatura
El climatizador da paso al funcionamiento de la calefacción o al aire acondicionado en función de la temperatura marcada. Cuando la temperatura en el interior es mayor que la temperatura deseada se activa el compresor, que se apagará cuando se llegue a ella. En caso contrario el compresor no se conecta por lo que en invierno normalmente sólo va a entrar cuando tratamos de desempañar los cristales.
En verano, a diferencia del sistema tradicional de aire acondicionado que requiere del funcionamiento continuo del compresor (a no ser que el conductor apague el aire) el climatizador hará que el compresor se encienda sólo cuando sea necesario.
Esta gestión se realiza de forma automática, pero si somos capaces de hacerlo nosotros, y hacerlo de forma eficiente podemos ahorrar algunos euros en combustible.
Temperatura, confort, seguridad...
No conviene pasar por alto el importante papel que juega la temperatura a la que conducimos en nuestra seguridad. Al igual que en verano el calor produce estrés, conducir con frío hace que nuestros movimientos sean lentos e imprecisos.
EVITA CONDUCIR CON DEMASIADAS PRENDAS DE ABRIGO, PERJUDICA TU SEGURIDAD Y LIMITA MUCHO TUS MOVIMIENTOS
Pero, cuidado, no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad. En invierno cuando nos metemos en el coche no apetece mucho quitarse el abrigo, sobre todo si está aparcado en la calle. Conducir demasiado abrigado es peligroso, por una parte limita mucho los movimientos del conductor, y por otro lado, en caso de que se requiera el uso del cinturón de seguridad por un frenazo o un accidente, provocará que actúe “engañado” debido al espacio extra que supone el grosor del abrigo, con el consiguiente peligro para el conductor de que pueda colisionar con el volante.
Además si hemos puesto la calefacción, cuando esta llegue a la temperatura de servicio y sintamos calor se pueden dar dos situaciones. Una que el conductor se trate de quitar el abrigo en marcha, y otra que se mantenga con el abrigo y por el calor baje la ventanilla para refrescar el ambiente. Ambas son peligrosas, y en el segundo caso estaremos desperdiciando energía y gastando combustible sin necesidad.
Desde el primer minuto
La calefacción utiliza el calor del sistema de refrigeración del vehículo, por lo tanto únicamente va a funcionar desprendiendo calor cuando el circuito de refrigeración alcance una determinada temperatura. Con el coche recién arrancado en invierno da igual programar el climatizador a 30 grados o a 20, el aire que va a salir es el que se obtiene del exterior que será frío. En este caso utilizar el ventilador también es un gasto innecesario y conseguimos el efecto contrario al deseado.
EL INCREMENTO DE COMBUSTIBLE POR BAJAR LAS VENTANILLAS ES CONSIDERABLE A PARTIR DE 70 KM/H. EN CIUDAD BAJAR LAS VENTANILLAS SIGUE SIENDO UNA BUENA OPCIÓN PARA RENOVAR EL AIRE EN EL HABITÁCULO
Hay que prepararse para evitar en la medida de lo posible el primer impacto de frío o calor cuando nos metemos en el coche. En verano, en un coche que ha estado aparcado al sol durante horas sin ningún tipo de parasoles y el volante literalmente abrasa las manos, lo más efectivo es permitir que el coche se ventile antes de entrar, abriendo puertas y ventanas.
Por mucho que en estas situaciones encendamos el aire acondicionado, durante los primeros minutos no lo notaremos y estaremos conduciendo con la incomodidad que supone el calor. Una temperatura excesiva produce estrés y reduce la capacidad de reacción y los reflejos.
Es mucho más efectivo bajar las ventanillas en muchos casos, por ejemplo en trayectos cortos urbanos y además se permite que el aire se vaya renovando cada cierto tiempo. El incremento de combustible por llevar las ventanillas bajadas se nota en circulación en carretera ya que afecta más a la aerodinámica del coche. En ciudad el impacto sobre el consumo no es significativo.
Para una mejor climatización es conveniente distribuir las salidas de aire y no enfocarlas directamente al cuerpo aunque en un principio pueda parecer más efectivo. Lo mejor es dirigirlas hacia el parabrisas para que se distribuya posteriormente por todo el habitáculo.
El sistema de refrigeración y calefacción tiene una serie de elementos que deben ser mantenidos correctamente, como el filtro del habitáculo, el compresor o las propias salidas de aire que deben estar despejadas. Llevar el mantenimiento adecuado asegura su funcionamiento óptimo y evita pérdidas de energía.
Climatización “a la carta”
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La gama de climatizadores va desde los que únicamente se limitan a mantener la temperatura marcada, los que también controlan el flujo de aire o incluso las salidas, hasta los que además disponen de sensores que aumentan la potencia en función de otros factores como por ejemplo, estár expuestos al sol.
Además, cada vez más modelos disponen de climatizadores “bizona” o “multizona”, que permiten regular independientemente la temperatura en las diferentes zonas del coche con lo que optimiza el consumo.
Los sistemas de climatización de los coches no siempre son bien conocidos por los usuarios, y el desconocimiento provoca que no se usen correctamente ni se saque el máximo partido de ellos. Dedica un poco de tiempo a conocerlo, seguro que puedes ahorrar algunos euros en combustible.