El día que me quedé tirado con un Tesla en medio del Pirineo aragonés
A los que nos gustan los coches, nos gustan por una infinidad de razones. Ya sea por la competición, las sensaciones que te puede dar un deportivo, porque sencillamente te gusta conducir o porque es un instrumento de libertad de movimiento. Y habrá otras tantas razones como personas. Personalmente me gustan por las razones que he enumerado, pero quizá por mi historia personal, la vertiente que más me atrae de todas es la de viajar. La libertad de movimiento que te da el coche.
Y cuando toca probar un Tesla Model S 75D (cuya prueba publicaremos en breve), uno de los coches eléctricos más avanzados en la actualidad y que tiene la libertad de viaje como su mayor baza, hay que comprobar en persona si esa libertad de movimiento es real o no. Y para ello decidí irme hasta Canfranc-Estación y hacer la sesión de fotos allí.
La idea, aunque un pelín descabellada, es hacerlo todo en un día. Desde Barcelona son unos 365 km, podría hacerlo en cuatro horas. Me da tiempo de sobra para probar el coche en todo tipo de vías durante el trayecto (nacional, autovía, puerto de montaña), hacer las fotos y volver. Aunque tenga que volver de noche, no será un problema. Al fin y al cabo, soy el tipo de persona que se va en coche a comer una hamburguesa a Madrid con el resto del equipo de Motorpasión y vuelve ese mismo día a Barcelona (aunque en esa ocasión nos turnamos con Josep Camós para conducir).
Todo hay que decirlo, si no fuese por los Supercargadores, las cargas en destino de Tesla y la autonomía real de 380 km del Model S 75D ni siquiera me plantearía aventurarme hasta allí con un coche eléctrico. Aún así, esta pequeña peripecia me ha permitido vivir en primera persona los límites de la movilidad eléctrica. Una movilidad que, al menos a día de hoy y en España, no haré mía porque me limita en mis movimientos.
De Barcelona a Canfranc-Estación
Al salir de Barcelona con la batería llena, tras usar el Supercargador de Sant Cugat, pongo el destino en el navegador, Jaca. Me indica que recargue 25 minutos en el Supercargador de Lleida y que al llegar a Jaca me quedará un 14 % de autonomía. No me queda otra que volver a cargar a tope la batería para poder tener margen y recargar en alguno de los dos hoteles que disponen de carga en destino por la zona. La carga completa en Lleida, llegando con un 30 % de autonomía restante, duró más o menos 1h30.
Por la zona de Jaca son más bien pocos los establecimientos con carga en destino, pero en el peor de los casos, hay un Supercargador a unos 80 km, en Pau (Francia). Confiar en la accesibilidad de ese Supercargador ha sido mi error y también lo que me ha permitido poder experimentar en primera persona las limitaciones a día de hoy de la movilidad eléctrica.
Me explico. Al llegar a la zona de Jaca, me quedan 110 km. Pido poder recargar en los hoteles que disponen de carga en destino. Mala idea, uno está cerrado y el otro solo te deja recargar si te alojas en él.
Los límites de la carga en destino
La idea de las cargas en destino es que los dueños de un Tesla puedan recargar mientras se alojan en el hotel, comen en el restaurante o hacen uso de las instalaciones que disponen de esos cargadores (centros deportivos, centros comerciales, cines, etc). O no, como en el municipio de Artíes (Valle de Arán) donde el punto de carga en destino es público y gratis.
Esos cargadores, los instala Tesla gratuitamente y tienen capacidad para dos Tesla, auqnue una de las dos tomas de corriente sirve también para cualquier vehículo eléctrico, fomentando así la movilidad eléctrica. La factura de electricidad la paga el establecimiento, claro.
El objetivo es atraer a clientes al lugar, obviamente, al mismo tiempo que, como mencionaba, facilita la movilidad eléctrica. El problema es que ya es una primera limitación. El cargador está en unas instalaciones privadas y por tanto, el dueño es libre de decidir quién tiene acceso a esos cargadores y quien no.
Anteriormente, he tenido ocasión de hacer uso de carga en destino en Barcelona y aunque no te alojes en el hotel, puedes recargar siempre y cuando esté libre. Con que hagas gasto o pagues el parking, te dejan usarlo. No es el caso que nos ocupa hoy. Y de todos modos está en su derecho.
Gastaremos los últimos 110 km en ir a Pau a recargar, entonces. Pues tampoco. Resulta que al ser un coche de pruebas, el seguro es válido exclusivamente en España, por lo que va a ser imposible acercarme a Pau. Culpa mía por no haberlo comprobado antes, me dirás. Evidente.
Pero me sirve igualmente para ver los limites de viajar con un coche eléctrico. Ahora imaginemos que estamos por Coruña en lugar de Jaca. ¿Qué opciones de Supercargador tendría? Bembibre a 220 km (muy cerca de Poonferrada) y Vila Real, en Portugal, a más de 300 km. Muy práctico...
Antes de arrojar piedras a Tesla, recordemos que han abierto muchos Supercargadores (desde este año ya se puede ir hasta Finisterre o Lisboa en Tesla) y hay previsión de abrir muchos más este 2018 (Santiago de Compostela, Lugo, Oviedo, Santander, Huesca, Teruel, etc) para poder cubrir una buena parte de la península ibérica y que a término haya una estación de carga cada 80 o 100 km.
Las alternativas
Se hace de noche y ya está claro que hoy no voy a volver a Barcelona. Busco donde dormir y encuentro habitación en un pequeño hotel, lejos de todo en la carretera de Francia (un hotel malísimo, no, lo siguiente, pero eso es otra historia). Tampoco me queda otra, pues tengo que buscar con calma donde recargar.
Por suerte, los Tesla vienen con dos cables adaptadores para poder enchufarlos en casi cualquier punto de recarga de otro operador, siempre y cuando ese punto tenga un enchufe tipo 2 (como los de casa) o de tipo 3, conocido como Mennekes. Haremos uso de esos puntos de carga, pues.
En la zona de Jaca, según la app de Electromaps (imprescindible cuando se conduce un coche eléctrico) hay unos cuantos. Veo dos que me pueden servir y son de acceso público. Uno está en el centro de Jaca (Plaza Cortes de Aragón) y el otro en Sabiñánigo, en el polígono industrial.
El de Jaca lo gestiona Urbener y en los comentarios de usuarios de Electromaps todo son alabanzas hacia ese punto de carga. El problema para mí es que no tengo una tarjeta RFID para poder usarlo. Por teléfono, en Urbener me informan que todavía no tienen lista la app que permitirá recargar usando un código QR en los puntos de carga sin necesidad de tarjeta RFID. Mala suerte, la mía.
A Sabiñánigo que voy. Este punto de recarga es gratis y lo gestiona Feníe Energía. Cualquiera lo puede usar descargando la app de la gestora y hasta se puede reservar con antelación. Obviamente, me reservo el spot. El funcionamiento es muy bueno y la app muy fácil de usar para abrir el punto de carga. Excelente inciativa la de Feníe Energía.
El problema para mí es que carga a 7 kW y tarda como tres horas en darme algo más de 80 km de autonomía. Es domingo, de noche, en un polígono industrial y estoy a 35 km de mi hotel. ¿Dejo un coche de casi 100.000 euros ocho horas enchufado ahí? ¿Cómo hago para ir de vuelta al hotel? Al igual que en muchas zonas rurales de España, el transporte público brilla por su práctica ausencia. Nada, que al final vuelvo al hotel con el Tesla. Cuando lo aparco, tengo una autonomía de 120 km. Mañana será otro día.
Es lunes y ya puedo molestar a la gente de Tesla con mis problemas. Ante la imposibilidad de recargar de forma rápida, desde Tesla llaman al hotel YOY Villa de Sallent, en Formigal, -uno de los dos con carga en destino- que está cerrado al público por ser temporada baja. Aceptan que vaya hasta allí a cargar el coche.
Tres horas de carga después, tengo lo justo para llegar al Supercargador de Lleida. Eso sí, con el mensaje en la pantalla central que me aconseja no pasar de 80 km/h si quiero llegar a mi destino... Finalmente, llego con 11 km de autonomía al Ibis Style donde están los Supercargadores. Lo pongo a cargar otra hora y poco para llenar la batería al 80 %, pues no pienso volver a Barcelona a 80 km/h...
Sin red de carga rápida y extendida, el coche eléctrico es una solución parcial
Soy consciente de haber sido poco previsor, pero es justamente ahí donde está el quid de la cuestión. Para mí, la gracia del automóvil es la libertad que da para ir del punto A al punto B pasando por el punto J porque a medio camino porque sí, sin tener que planificarlo todo de antemano y tener que hacer largas (o larguísimas) paradas en sitios donde no me apetece ir, pero he de pasar si quiero seguir mi camino.
Es evidente que hoy en día es posible hacer viajes largos con algunos de los coches eléctricos más recientes y especialmente los Tesla. Sin embargo, los tiempos de espera cada vez que es preciso recargar se me hacen eternos y condicionan la ruta. Es verdad que con un Supercargador, sobre todo si sé que habrá otro más adelante, no tengo porque estar hora y media con el coche enchufado, salvo que quiera quedarme a comer o descansar. Pero aún así son tiempos largos.
En cuanto a los puntos de carga en destino, pues está muy bien si vas a ese sitio en concreto y vas a estar al menos una hora allí. De lo contrario, en algunas ocasiones, no tendrás acceso a ellos. Los punto de carga de otros operadores son una solución para los usuarios locales que pueden dejar sus coches un par de horas o tres mientras viven sus vidas.
En el caso de un viaje, te pueden sacar de un apuro y bienvenidos sean. Sin embargo, ninguna de estas soluciones te dará la rapidez y comodidad que tienes con un coche de combustión interna, o híbrido enchufable, al repostar en una gasolinera en un viaje largo.
Finalmente y a día de hoy, el coche eléctrico es una solución de movilidad viable si disponemos de un punto de carga en casa y nos movemos con el coche en nuestra área de residencia, sea rural o urbana, pero no para viajar. Incluso con un Tesla no lo veo factible, para mí. Ya sé que muchos viajan con Tesla, pero no es para mí.
Tener que planificar la ruta en función de si voy a poder recargar o no -y si no puedo, ¿dejo de ir a donde quería?-, y unos tiempos que se alargan -tiempo de recarga, velocidad de crucero baja o muy baja para poder llegar- hacen que al final el coche eléctrico me limite en mis movimientos. Y eso es justamente todo lo contrario de lo que espero de un automóvil.
Y ojo, esto no es una crítica al coche eléctrico per se. No me cabe duda que se verán más y más en el mercado en el futuro, pero es evidente que sin una red de electrolineras en las que se pueda recargar una batería al máximo en unos 10 minutos, el coche eléctrico no acabará suplantando por completo al coche con motor de combustión interna.
Y es que incluso con una extensa red de puntos de carga rápida a lo Tesla, el coche eléctrico no limitará tus movimientos, pero sí los condicionará. Lo cual no deja de ser otra forma de limitación. Y eso, para mí, es un impedimento a la libertad de movimiento que me da un coche de combustión interna.
¿La solución para mí? Depende del presupuesto, obviamente. Pero por el precio de un Tesla se puede optar a un coche eléctrico compacto, como un Renault ZOE o un Nissan Leaf, y con el resto hacerse con un coche con motor de combustión interna para largos viajes y/o placer, como un Kia Stinger GT, amplio, cómodo, divertido de conducir y con buenas prestaciones gracias a su V6 de 370 CV.
O bien, si ha de ser un solo coche, un híbrido enchufable (PHEV), como un Mitsubishi Outlander PHEV, un Volvo XC90 T8 PHEV o cualquier modelo de la gama de BMW iPerformance, por poner tres ejemplos, sería una solución más que aceptable. Eso sí, en el caso de los PHEV hay que cumplir con la premisa de tener un punto de carga en casa, de lo contrario acabaríamos gastando más carburante que con un coche “normal”.
Por último, decir que, por supuesto, esto no es una crítica hacia Tesla. Al contrario, es el único fabricante que ha conseguido hacer avanzar la movilidad eléctrica (a pesar de un Elon Musk, digamos, muy tendencioso en Twitter) y que ha demostrado que sí se puede viajar en eléctrico. De hecho, con cualquier otro automóvil eléctrico habría tardado mucho más en llegar a destino. Y quizá aún estaría por ahí recargando e intentando llegar de nuevo a Barcelona.