España quiere tener una ley que consagre el derecho a reparar. El Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 ha comenzado la tramitación de una “Ley de Consumo Sostenible” con la apertura de una consulta pública previa para sacar adelante esta nueva norma.
Anunciada por Bibiana Medialdea, Secretaria General de Consumo y Juego, esta futura ley deberá “incluir el derecho a reparar como principio básico, permitiendo que, siempre que sea posible, se pueda optar por reparar un producto cuando se estropee durante su garantía, e incluso posteriormente”.
Además, permitirá “desarrollar un índice de reparabilidad que permita comparar las características de circularidad de productos en su propio etiquetado”. Es decir, hasta qué punto es un producto que se puede reparar.
El derecho a reparar es algo que se viene reclamando desde hace años en la electrónica de consumo y que se había logrado, de cierta forma, en el automóvil hace más de 10 años al permitir que cualquier taller pudiese arreglar un coche en garantía. Sin embargo, con el auge de los coches eléctricos y sus baterías, el derecho a reparar ha vuelto a quedar entredicho.
La batería es el elemento más caro de un coche eléctrico y sustituir una batería estropeada por una nueva puede costar entre 6.000 euros y más de 20.000 euros, según la marca y el tamaño de la batería.
Para la mayoría de los productos, la reparación es una opción más asequible que la sustitución. Y en teoría, muchas de estas baterías de coches eléctricos podrían repararse.
Batería irreparables por diseño
Los coches contienen grandes y caras baterías que inevitablemente se degradarán o dejarán de funcionar con el tiempo. Reparar estas baterías sería beneficioso para la sostenibilidad: se ahorrarían energía y recursos que de otro modo se emplearían en fabricar una nueva.
Y es algo esencial en un coche eléctrico, pues deben circular durante años y decenas de miles de kilómetros para compensar su enorme huella carbono inicial generada por la fabricación de la batería. Sin embargo, muchas de las baterías son difíciles de reparar por su propio diseño, y algunos fabricantes desaconsejan esta práctica por motivos de seguridad.
La batería de iones de litio de un smartphone contiene una única "celda", una pila, para entendernos. Una batería de coche eléctrico, por su parte, puede contener cientos o miles de celdas individuales, que a menudo se empaquetan en "módulos" y, a partir de ahí, se agrupan en un paquete de batería; lo que llamamos comúnmente una batería.
Además de las celdas o pilas y los módulos, las baterías de los coches eléctricos incluyen un sistema de gestión de la batería que supervisa su estado de salud y controla el ritmo de carga y descarga, así como su refrigeración. Por no mencionar, que a menudo, la batería es parte esencial de la estructura del coche, lo que hace que arreglar una batería no sea una operación muy sencilla y al alcance de muy pocos (conocimientos, herramientas necesarias, etc). De hecho, ni siquiera la sustitución es tan fácil y sencilla.
En ocasiones, cuando una batería falla suele ser por una o unas pocas celdas, cuando no es un problema del sistema de gestión. El problema es que, por diseño, no es posible sustituir la celda o las celdas defectuosas a un coste razonable. Y no siempre es posible arreglar una batería.
Por ejemplo, en la batería de un Tesla Model Y, las celdas están un sandwich de polietileno fuertemente adherido a una estructura de acero. El famoso ingeniero Sandy Munro (uno de los mayores consultores técnicos de automoción que trabaja con las propias marcas) y sus mecánicos intentaron abrir la batería de un Model Y durante dos días, sin éxito.
En esas condiciones, el derecho a reparar parece más un deseo que una realidad. Si no es posible reparar una batería, aunque sea por diseño, esa ley quedará sin efecto sobre ese producto.