Me dejan colarme por aquí porque hace unas semanas tuve la suerte, gracias a estar estudiando diseño de coches en San Francisco, de visitar la sede de Tesla Motors y ver de cerca ese auténtico rompemoldes que va a ser es el Roadster; un deportivo que cuando entra en el garaje y estás de espaldas no te enteras hasta que el piloto de pruebas de turno sale y cierra la puerta; que en vez de gasolina lleva varias docenas de baterías de ordenador portátil (ver foto de mamotreto negro) monitorizadas por varios ordenadores alrededor del coche, y que llega a a 14.000 rpm contaminando lo mismo que un caracol. Y al contrario que los eléctricos o híbridos que conocemos, no comparte con el caracol su velocidad. Aquí van unos datos curiosos y algunas fotos “espía”.
La “caja de cambios” cuenta con dos velocidades: arrancando en segunda acelerará de 0 a 100 más rápido que un Golf GTI, pero si no nos importa que se nos acabe la batería mucho antes de los 400 kilómetros de autonomía máxima, en primera ganaremos a un Gallardo sin problemas.
Más que la extraña sensación de potencia máxima desde las 0 revoluciones, es la ausencia de más marchas, curiosamente, a lo que más tarda uno en acostumbrarse. Según contaba uno de los técnicos, un cambio de velocidad, ya sea manual, automático o secuencial, y ya sea por la pausa en la aceleración o el cambio de sonido del motor, es equivalente a cuando nosotros respiramos: lo tenemos tan asumido como los propios latidos del corazón, y cuando pasas de 0 a 250 km/h “de un tirón”, corres el riesgo, casi literalmente, de que se te olvide respirar.
En el interior tenemos enfrente de nuestra rodilla izquierda una pantalla LCD que informa de todo lo relativo al motor y las baterías (carga, temperatura, etc). Noté una calidad de plásticos bastante baja, quizá para abaratar costes, quizá porque el Lotus Elise (en el que está basado) tampoco era un lujo en este sentido, o quizá porque realmente no es a lo que vamos a prestar atención conduciendo este deportivo ecológico. Tiene, sin embargo, cuidados detalles en una de las zonas a la que sí vamos a prestarle atención: el interior de la “boca de la gasolina” (es decir, el enchufe eléctrico) se rodea de una luz verde que parpadea lentamente mientras se está recargando, como si de un Mac en stand by se tratara.
Con el Roadster a punto de caramelo, están trabajando muy entusiasmados en su siguiente proyecto: una berlina deportiva relativamente asequible (50.000 dólares) que se podrá enfrentar de tú a tú con otras joyas como el Audi S6 o el BMW M5. En lugar de basarse en un chasis y diseño ya existentes, este coche se está desarrollando desde cero, y será la primera muestra de las intenciones estilísticas de Tesla, una vez demostradas las técnicas con el Roadster. De hecho uno de los grandes secretos del proyecto es su diseñador, y ante nuestra sugerencia de que fuera Henry Fisker (ex de Aston Martin), nuestro anfitrión respondió con el silencio y una sonrisa.
Sonrisa la nuestra cuando empecemos a ver éstas máquinas por la calle.
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