Ayer os dejaba con la segunda parte de la prueba del McLaren MP4-12C mientras a nosotros nos caía una nevada de auténtico escándalo en la carretera de Ronda. Contra esas condiciones ambientales poco se puede hacer.
Pero no me había pegado más de 600 kilómetros desde Madrid para que la lluvia y la nieve enfriasen (nunca mejor dicho) el que debería ser uno de los días más felices de mi vida, el día en el que me puse a los mandos del coche con el que llevaba soñando más de un año.
Tras rodar unos cuantos kilómetros con el McLaren MP4-12C en su modo más manso, el Winter, decidí volver al modo normal viendo que los copos de nieve apenas cuajaban sobre la carretera. Había que echarle coraje, confiar en mi conducción y en la bendita electrónica para tratar de disfrutar.
Evidentemente, una carretera nacional rápida de curvas amplias y con buen asfalto no es el mejor sitio para disfrutar de los 600 caballos con el asfalto congelado por la nieve. Un error se puede pagar muy caro, así que decido tomar un desvío para buscar una carretera más ratonera, con curvas más cerradas y en la que la velocidad media fuese inferior.
Después de repostar 40 euros de Sin Plomo de 98 octanos y quedarme sorprendido cuando el dependiente de la gasolinera me dice “Ese McLaren ya había pasado por aquí. ¿Cuantos caballos tiene?”, éste me mira con cara de loco cuando le pregunto si la carretera del cruce anterior lleva a una zona de curvas.
Me dice que si, pero que para disfrutar de ese coche me vaya mejor a Ascari, que está a pocos kilómetros. Le sonrio dejándole caer que lo sabía, pero por desgracia estaba reservado para un evento, ya lo habíamos preguntado. Vuelvo hacia el coche, que esperaba imponente con sus dos características salidas de escape escondidas en la parrilla trasera.
Desde la carretera nacional tomo el desvío que nos debería llevar a la diversión. La carretera cambia por completo a medida que avanza por la ladera de la montaña, y pronto veo que nos esperan muchas curvas unidas por tramos rectos muy cortos.
Éstos se hacen si cabe más cortos si le pisas al McLaren MP4-12C. El motor V8 es muy progresivo en conducción tranquila, pero si pisas el pedal derecho con fuerza, el turbo se hace notar por todos lados y hay que subir de marchas de forma rápida.
Uno de los últimos coches turbo que había probado, y en el que el turbo se hacía notar de especial manera fue el Ford Focus RS y no pude evitar acordarme de él. Por desgracia todavía era muy jóven para conducir en la época del Renault 5 GT Turbo, pero estoy seguro de que también me hubiese acordado del mítico “soplillo”.
El turbo sopla de forma más que evidente en algunos momentos, y eso se nota tanto por el sonido como por la fuerza con la que el coche comienza a empujar hacia delante. El sonido es ronco, grave e intimida. Pero en ningún momento llega a ser molesto en el habitáculo. Las sensaciones invitan una y otra vez a volver a pisar con contundencia el acelerador desafiando a la climatología.
Otra característica del MP4-12C, es que las marchas hay que meterlas de verdad. Frente a lo que ocurre en otros coches con levas en el volante en los que basta con acariciarlas para que la marcha entre, en este en cambio hay que pulsarla con fuerza. Así evitas equivocaciones con las marchas.
Uno de los puntos que más me gustó del McLaren MP4-12C para tratarse de un auténtico superdeportivo, es que la superficie acristalada es muy grande y te permite ver con claridad tanto el perfil del coche como todo lo que te rodea.
Esto es algo que se agradece en una carretera de curvas como ésta. La amplia visibilidad me permite trazar las curvas de forma más fina. En los siguientes 15 kilómetros solo nos cruzamos con un coche, así que os podéis imaginar cuanto disfrutarmos.
Durante ese tramo de curvas más pronunciadas que en la carretera nacional anterior, pude reafirmar que hay tres aspectos que destacan especialmente al conducir el McLaren: agilidad en curvas, facilidad de conducción y confort de marcha. Si a esto unimos un motor que corre como un auténtico demonio, tenemos un cóctel perfecto.
Y es que con el coche configurado en el modo de chasis “normal” y el motor también en el modo “normal”, el confort de marcha es tan alto que puedes llegar a pensar que estás a los mandos de una berlina o un compacto normal y corriente.
También ayuda un chasis muy bien puesto a punto, que hace que los miedos que habitualmente se tienen cuando uno se pone a los mandos de un coche superdeportivo desaparezcan por completo al poco tiempo de rodar con él. El MonoCell de fibra de carbono solo pesa 75 kilos, es una auténtica obra de arte y se nota al conducirlo.
A los pocos kilómetros pasamos por una pequeña población después de un buen maratón de curvas de todo tipo. Apenas llovía ya, así que paramos en esa tranquila población para hacer las fotos estáticas del coche en la zona peatonal pegada a un río.
Carácter sin humor británico
Mientras hacían las fotos estáticas del coche, volví a admirar cada línea de su carrocería con detenimiento. El McLaren MP4-12C es un coche con carácter, un coche capaz de enamorar tanto a los amantes de los deportivos de aspecto clásico como a los que persiguen lo vanguardista e incluso extravagante.
Me había demostrado un par de veces, que a pesar de llevarlo en el modo más tranquilo y sosegado de chasis y de motor, también es un coche capaz de ponerte en apuros con lluvia y frío como era el caso.
Las gotas que caían del cielo comenzaban a calmarse, parecía que el día de película de terror estaba llegando a su fin. Y yo no podía resistirme más a volver a ponerme al volante del coche, para seguir experimentando sus sensaciones.
Mi compañero Javier Álvarez, que hacía las labores de fotógrafo me dijo que ya tenía material suficiente en parado, así que sin dudarlo ni un minuto volví al coche y puse en marcha el motor V8. El estruendo pareció romper por completo la calma de aquella mañana de viernes en ese pequeño pueblo, e incluso pareció espantar parte de las nubes. Y eso que no llevaba los escapes deportivos opcionales.
El clima nos daba un respiro, así que no había tiempo que perder. Salimos del pueblo en busca de una carretera de curvas con un mirador que nos había indicado un vecino, pero el mirador nunca apareció ante nosotros.
Tal vez nos lo pasamos de largo disfrutando de los 600 caballos de potencia, que en el modo del chasis “sport” y con el motor también en configuración “sport” hacían que tuviese la sensación de estar al volante de un coche completamente distinto.
Las suspensiones cómodas y confortables que nos habían acompañado durante la mañana, dejan paso en este modo intermedio a unas más duras y rígidas, que invitan a aumentar el ritmo de forma constante a medida que nos acercamos a cada curva.
La respuesta del motor por su parte es mucho más contundente, más directa y más adictiva. Bajas dos marchas pulsando con fuerza la leva izquierda del volante, insinuas con tu pie derecho que quieres comenzar a volar y sales disparado hacia delante como una exhalación.
Llevando el coche en esa configuración me divertí mucho, la trasera se insinuaba, bailaba sobre el asfalto húmedo pero con un nivel de control claramente superior al de la mañana.
Pronto, a los pocos kilómetros, regresamos a la carretera nacional por la que subíamos antes hacia Ronda. Estábamos en un alto y de lejos se veía un poco de sol sobre la costa, así que bajamos tranquilamente hacia San Pedro de Alcántara asimilando las sensaciones que el superdeportivo nos había transmitido.
Se que la mayoría de vosotros pensaréis que está siendo una prueba “descafeinada” porque no he podido exprimir al máximo el McLaren MP4-12C, no he podido ponerlo al límite ni sacar si quiera un 70% de su potencial.
Pero también es cierto que con esas escasas cuatro horas que llevaba al volante del superdeportivo británico, ya sabía perfectamente de lo que era capaz. Poner al límite un coche así es algo que solo se puede hacer en circuito, en carretera debería ser ilegal.
Los interruptores que permiten configurar el Handling (chasis) y Powertrain solo habían estado en modo N (normal) y S (sport), mientras que el modo T (track) se quedaba reservado para otra ocasión. La climatología estaba en contra nuestro, pero hay que buscar el punto positivo. Ahora tenemos una disculpa para tratar de volver a reencontrarnos con el McLaren MP4-12C.
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