Estamos acostumbrados a que los pilotos sean cada vez más jóvenes, la pasión por los coches y las motos parece que llega cada vez antes... o los padres se la inculcan a sus hijos de forma más temprana. Pero esto normalmente sucede a nivel de competición, aunque hay casos en los que la enfermedad paterna no responde a motivos competitivos.
Como el protagonista de este vídeo, un padre que no me queda claro si es un piloto de drifting frustrado, un auténtico especialista o simplemente un iluminado que ha decidido que su nene tiene que aprender a derrapar casi desde la cuna.Y digo iluminado no porque el niño sea pequeño, sino por el sistema elegido para cruzar su vehículo.
No sé a ti, pero no me parece un método muy seguro para el chaval. Me recuerda a cuando era pequeño y jugaba en el recreo al látigo.