Hace ocho años nacía el proyecto de The Boring Company, una red de túneles subterráneos ideada por Elon Musk que quería acabar con los atascos de las grandes ciudades. Actualmente, sólo tiene un tramo en funcionamiento de 3,8 km en el norte de Las Vegas.
Conocido como The Loop, ahora vuelve a ser noticia y no precisamente por firmar avances reseñables. Lo hace por las pésimas condiciones de los trabajadores, que han salido a la luz gracias al que fue responsable de seguridad de la división de esta ciudad de Nevada. Tanto, que califica de milagro que no haya muerto nadie durante las obras de excavación.
Barro tóxico hasta las rodillas y quemaduras por cumplir con los plazos
Wayne Merideth, a cargo de la delegación de Las Vegas de The Boring Company entre enero de 2022 y julio de 2023, envío un mail en mayo del año pasado a la dirección de esta empresa de Elon Musk. El gerente de seguridad llevaba meses denunciando las lamentables condiciones que sufrían los operarios. Sus quejas fueron desoídas sistemáticamente y el culmen fue aquel correo electrónico.
"Puede sentirse muy afortunada [The Boring Company] porque no se haya producido ninguna víctima mortal en los últimos meses". "He visto a mis amigos lesionarse debido al ritmo que hemos estado llevando". "Me niego a ser la primera víctima mortal en la historia de esta empresa. Ningún túnel vale la vida de una sola persona".
Estas lindezas se recogían en aquella misiva de Merideth, según ha confirmado en una entrevista concedida a la publicación Fortune. "Hemos coqueteado constantemente con la muerte".
Las prisas por hacerlo realidad en plazos poco realistas en opinión de Merideth, se materializa en una escasa supervisión de las tareas y en las precauciones de seguridad más elementales brillando por su ausencia. Una de las claves es que no se tuvo en cuenta el tipo del terreno en el que iban a trabajar confeccionando este túnel a 13,5 m bajo la superficie.
Según el testimonio de otros empleados, recogido por Bloomerg, los operarios tuvieron que hacer frente a piscinas de barro de 60 cm de profundidad "con la consistencia de un helado cremoso". Las fotografías publicadas demuestran que no exageran.
Y por si fuera poco este barro es tremendamente tóxico por los acelerantes químicos utilizados para asentar la lechada del túnel. Quemaduras, erupciones cutáneas o reacciones alérgicas han sido el pan de cada día de los que allí trabajaban. En varios casos estas afecciones pasaron a ser crónicas.
Sólo en 2023, The Boring Company informó de un total de 36 lesiones a la Administración de Salud y Seguridad Ocupacional (OSHA por su siglas en inglés) del estado de Nevada. Finalmente se comenzó una investigación por una denuncia anónima que aseguraba que entre 15 y 20 empleados habrían sufrido quemaduras por dichos químicos.
Estas denuncias podrían saldarse con millonarias indemnizaciones a las que tendría que hacer frente The Boring Company. Desde luego el relato de estos operarios es dantesco, y en parte recuerda al brutal pero infructuoso trabajo de los mineros que cavaron el túnel bajo la central de Chernóbil. Sólo importa que se acabe en tiempo, sea cual sea el coste. Y en este caso no hablamos de un desastre nuclear si no de rentabilidad.
De coches autónomos super rápidos a un Tesla con chofer a 60 km/h. Esta vanguardista red de túneles de The Boring Company, aka The Loop, está proyectada en ciudades como Las Vegas, Los Ángeles o como nexo de unión entre Washington DC y Baltimore.
Tras casi una década, y una inversión millonaria, sólo el mínimo tramo de Las Vegas está operativo: funciona cuando hay eventos en el Centro de Convenciones de Las Vegas y lo recorren coches de Tesla. No son autónomos: van con chófer, ya que la idea de que condujeran solos se desechó por razones de seguridad. Van a una velocidad máxima de 64 km/h y están lejos del cacareado objetivo de llevar a 4.500 pasajeros cada hora.
El fin último de esta red de túneles era albergar el Hyperloop capitaneado por Elon Musk, que de momento ha fracasado. Esta tecnología, criticada por los expertos, se ha topado de bruces con la realidad: costes desorbitados, exigencias legales y medioambientales o las propias leyes de la física. De ahí que hasta el bueno de Musk parece haber perdido el interés en su tren supersónico subterráneo.
Tanto es así, que su pista de pruebas fue demolida en noviembre de 2022 para ampliar el aparcamiento de empleados de Space X, otra de las firmas de Musk. Pese a ello, se sigue trabajando en esta tecnología tanto en China como en Europa y hay quien señala que podría triunfar donde fracasó Musk.
Volviendo al túnel en sí, este nuevo capítulo es otra tacha en el historial de las compañías del sudafricano. Tesla es un buen ejemplo. Lo más son los despidos masivos que pretende perpetrar en un año que pinta en bastos para la marca de coches eléctricos: se habla de 14.000 empleados, un 10 % de su plantilla en todo el mundo. Las prácticas para decidir quién es prescindible son cuanto menos cuestionables.
No es lo único, Tesla también está en pie de guerra con Suecia por negarse a acatar el convenio colectivo de los mecánicos de sus talleres. Por no mencionar la escabechina que perpetró Musk cuando pasó a dirigir Twitter, que se saldó con el despido del 80 % de la plantilla de la red social del pajarito.