Estados Unidos se ha embarcado en una guerra comercial contra China y quiere que sus aliados europeos sigan sus pasos. "La política industrial de China puede parecer remota mientras estamos sentados en esta sala, pero si no respondemos estratégicamente y de forma unida, la viabilidad de las empresas de (...) todo el mundo podría estar en peligro", advirtió la Secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet L. Yellen, en la Escuela de Finanzas y Gestión de Fráncfort, donde recibió un doctorado honoris causa.
La Secretaria del Tesoro considera que Estados Unidos y Europa deben trabajar juntos para contrarrestar el exceso de capacidad industrial de China. Para EE.UU., las exportaciones chinas baratas representan una grave amenaza para la economía mundial.
La enorme producción china de tecnologías del ámbito de la energía verde, como los paneles solares, las bicicletas y los coches eléctricos, se ha convertido en el último año en una acuciante preocupación en ambas orillas del Atlántico Norte.
A Europa también le preocupa la estrategia china, pero es más dependiente de China
Al ejecutivo de Biden le preocupa cada vez más que sus esfuerzos por financiar la fabricación local de baterías, coches eléctricos, paneles solares y otras tecnologías de nueva generación se vean socavados por China, que produce acero, coches eléctricos y paneles solares a un ritmo vertiginoso y sobre todo a un precio muy por debajo del habitual.
En ese sentido, Estados Unidos levantó nuevos y elevadísimos aranceles para los productos chinos, llegando a gravar la importación de coches eléctricos chinos con un 100% sobre su valor. Al mismo tiempo, mantiene activos los aranceles levantados por el presidente Trump sobre productos chinos por valor de más de 300.000 millones de dólares.
Mientras, en Europa, la preocupación crece al ver que con las puertas de EE.UU. cerradas, especialmente para los coches eléctricos, China lo apuesta todo a Europa. Nuestro continente es un mercado de 10,5 millones de automóviles (cifra de 2023), de los cuales 1,5 millones son coches eléctricos. Es un mercado muy apetecible para China.
Con el precedente de los paneles solares en los que China prácticamente ha aniquilado la industria europea inundando el mercado con paneles a precio de derribo, Europa teme que vuelva a pasar lo mismo con el automóvil.
Y aunque Europa subirá los aranceles que gravan los coches importados de China (actualmente es del 10%), puede que no sea suficiente. Pero Europa tampoco está en la misma posición que Estados Unidos. Poner un impuesto del 100% a coches que no se venden en tu territorio es fácil, nadie pierde salvo las marcas chinas que ven cómo se les cierra un mercado de más de 11 millones de coches al año.
Europa, en cambio, está más interconectada comercialmente con China. Alrededor del 37% de todas las importaciones de coches eléctricos a Europa se producen desde China, y no sólo son marcas chinas, también marcas occidentales fabrican allí para vender aquí, de Tesla a Volvo pasando por BMW o el Grupo Renault.
Europa es el segundo mercado mundial de coches eléctricos, y sus importaciones se dispararon el año pasado hasta los 11.500 millones de dólares, frente a los 1.600 millones de 2020.
Además, la industria del automóvil da trabajo a casi 14 millones personas, entre empleos directos e indirectos, y los seis millones de coches que exportó el año pasado generaron un superávit comercial de más de 100.000 millones de euros.
Si para China, inundar Europa de coches es una cuestión de estado estratégica, para Europa el mantener su industria competitiva es una cuestión de supervivencia. Y si para ello hay que gravar con fuertes impuestos quienes no juegan limpio, como hizo Europa con las bicicletas eléctricas, se debería de hacer.
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