No hay mucho que se puede decir a favor de Spyker como equipo de Fórmula 1 en 2007. La calidad o rendimiento de un equipo suele ser inversamente proporcional a la cantidad de pilotos que utiliza, y cuatro en una temporada son demasiados. El único que ha mantenido el tipo, y salvado la honra del equipo en algunas carreras de la temporada, ha sido Adrian Sutil. Quede el gran premio de Bélgica como máximo exponente de ese buen rendimiento.
El coche era malo de solemnidad cuando empezó la temporada, sin nada que el nuevo Director Técnico Mike Gascoygne pudiera hacer para modificarlo a tiempo. Puede decirse que lo único que le sentaba algo mejor que años anteriores era la decoración, y aunque se introdujo un nuevo chasis a lo largo de la temporada, con el que se ganaron algunas décimas, no había ya ni el dinero, ni los recursos, ni las ganas suficientes para enderezar el equipo. Cuando se empieza a hablar de posibles compradores no esperes ningún resultado positivo sobre la pista. Campos, Agag, De Orleans, etc, estuvieron en las quinielas, para que al final fuese el multimillonario indio Vijay Mallya, amigo de Ecclestone, el que se llevase el equipo de F1 antes de que hundiese también su división de coches de calle.
Y tan mal se veían ya las cosas que a falta de dinero y coche, hubo que acabar recurriendo al ingenio. Fue el único equipo que apostó por los neumáticos de lluvia extrema en el comienzo del gran premio de Europa en Nurburgring, consiguiendo que el debutante Markus Winkelhock encabezase varias vueltas la carrera cuando las cosas se pusieron chungas, aunque no le sirviese de mucho para su futuro.
A parte de estas jugadas ingeniosas, sólo una temporada más en la cuesta abajo que vive este equipo desde que dejó de ser Jordan y empezó a ser objeto de sucesivas compras por arribistas ricachones con ganas de hacerse publicidad y pasarlo bien quemando algunos billetes al lado de gente famosa. Y el nuevo dueño no tiene mucha mejor pinta. Sólo la manera en que están afrontando el fichaje de su segundo piloto ya causa pavor. Parece que les da igual una manzana que una pera, un joven que un viejo, uno malo que uno bueno...
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