No hay que ser un genio para darse cuenta que la Fórmula 1 es un mundo atestado de hipocresías, donde el interés económico y político pisotea al deporte. En medio de todo ese lodazal, sorprende la sinceridad de la jefe de Sauber, quien sin inventar cuentos trasnochados admitió que la contratación de Marcus Ericsson obedece a su aporte financiero. La confirmación del piloto sueco para 2015 sorprende porque no aparecía en ninguno de los planes de la escudería suiza, pero el damnificado de Caterham se presentó en Austin con una maleta repleta de dólares muy verdes y muy frescos; razón poderosa para borrar de la lista de espera a los otros candidatos.
Sauber atraviesa por un agónico laberinto financiero. A falta de dos carreras para cerrar la temporada todavía no han alcanzado puntos, así que el riesgo de cerrar el año con los bolsillos vacíos está latente. En tal sentido, la propuesta millonaria de Ericsson apareció en el mejor momento, así que ignorarle, argumentando razones sustentadas en la justicia, la lealtad y los méritos deportivos sería una insensatez del tamaño de una catedral.
La contratación de Ericsson también abre las puertas a Giedo van der Garde, quien cuenta con el aval financiero de su padre, el propietario de la marca deportiva McGregor. A estas alturas del juego, negar que Sauber se ha transformado en una escudería de alquiler es negar una realidad que abofetea. Un equipo venido a menos, devorado por los intereses de los que organizan el show.
En palabras de Monisha Kaltenborn:
Sí, el dinero es importante. Honestamente los equipos privados debemos considerar el argumento financiero para contratar a un piloto, independientemente si esto es bueno o es malo para la Fórmula 1 actual. Ericsson no es el único piloto que lleva dinero a un equipo, así que no pueden decir que hacemos algo negativo. Yo lo he visto en los últimos Grandes Premios y su rendimiento iba en ascenso, sobre todo en las últimas carreras.
Vía | speedweek
