Dicen que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. Pero la frase se queda incompleta cuando olvidamos añadir que “siempre y cuando ese sitio sea el real”. Para Alain Prost, la imagen dada de sí mismo en el documental Senna está completamente “torcida”, o en otras palabras, sacada de contexto después de la cantidad de horas y explicaciones que tuvo que rodar.
Antes de seguir hay que explicar que no es mi intención cargar contra el documental “Senna”, pero hay que reconocer que incide mucho en la parte mística del malogrado Ayrton, que tiene un desarrollo claramente comercial, para llegar al gran público, y que en la cinta Senna aparece como el gran genio, amado y odiado a partes iguales, cosa que se utiliza para dar el toque final de piloto incomprendido en aquél momento histórico de la Fórmula 1: cuando coincidieron en la pista y con el mismo equipo dos grandes indiscutibles de todos los tiempos.
Otros autores pueden hablar del incontenible afán de Ayrton Senna por ser siempre el más rápido, de vencer a sus rivales como un objetivo que iba más allá, a veces, de lo racional y lo razonable. Martin Brundle es un piloto que sabe perfectamente cómo “perder” no estaba en el vocabulario de Senna. Antes fuera de la pista, que vencido. Eso, otros autores.
Nadie puede negar las manos y la sensibilidad casi infinita de Senna bajo el agua. Tampoco nadie va a negar que entre Prost y él hubo más que palabras, hubo odio y competitividad. Hubo vetos (Prost a Senna para entrar en Williams), hubo retos y hubo “venganzas en pista”. Nadie descubrirá nada nuevo en ello. Lo que se puede manipular es el enfoque, y a eso va Alain Prost:
Estoy realmente, diría, muy molesto en cierto sentido. Te diré por qué en 30 segundos. Porque pasé un montón de tiempo filmando para esto. Me pasé muchas, muchas horas tratando de explicar esto.Tuvimos un Ayrton Senna antes de la Fórmula 1, tuvimos al Senna cuando estábamos luchando en la Fórmula 1 y tuvimos el Ayrton Senna cuando me retiré.
Y entonces es cuando viene el lado humano de la historia de dos personalidades, y la gente entendería qué pasó cuando estábamos luchando, por qué luchábamos así y habrían entendido mucho más los tres o cuatro meses en los que me llamaba una o dos veces por semana preguntándome cosas, pidiéndome que volviese a la GPDA, preguntándome cosas acerca de Williams, sobre seguridad, sobre la vida personal – secretos muy grandes que nunca revelaré a nadie.
Estaría bien haber tenido esto, está todo en el material que hice. Y al final ellos quisieron hacer algo comercial sobre el bueno y el malo. No me importa demasiado ser el malo.
Pero lo que me preocupa es ver eso. Estamos aquí en Goodwood [estaban retransmitiendo el evento para ITV. n.d.r.], tenemos una gran cantidad de fans, es historia del automovilismo de competición. Me hubiese encantado ese final para la historia.
Al final del día todo lo que puedes ver es el lado humano. De otro modo no tienes historia, no tienes tradición y es realmente una gran pena.
No seré yo quien juzgue, porque no tengo toda la información que sí tiene Prost. Pero coincido plenamente en que la forma en la que se enfocan las cosas hace que el sentido completo de un documental, o una historia, cambie por completo.
Coincido en que, con el paso de los años, la historia que merece ser contada no es la del bueno y el malo, sino la historia de cómo entre finales de los 80 y principios de los 90 existieron dos campeones de talla gigante, de cómo convivieron en el mismo espacio, tiempo y equipo, y de cómo años más tarde, con la retirada de uno de ellos, se acercaron personalmente hasta un punto que no podemos llamar amistad, pero posiblemente podamos llamar respeto y unión íntima.
Vía | F1 Fanatic