El Toyota Corolla Sedan Electric Hybrid 125H es algo más que un coche para los que pretendan alejarse de la galaxia todocamino. Se trata de una opción que cobra sentido cuantos más kilómetros se hagan. La berlina incita a hacer viajes largos.
Esto es lo que hemos sentido a los pocos minutos de montarnos para probarla. Al alejarnos de la sede de Toyota y del tráfico denso, emblema de la ciudad dormitorio, nos topamos con un comportamiento en carretera interurbana intachable.
Claro, a nuestro favor está que hemos recibido la versión Advance del Toyota Corolla Sedan Electric Hybrid, con llantas relucientes de 18''. Pero no es el único motivo. En estos primeros instantes, su tacto en autovía ya nos va avisando de lo que nos espera.
Adelantémonos al momento de escribir estas líneas. Atrás quedaron esas primeras sensaciones. Han pasados los kilómetros y los días y toca sopesar su actuación con más frialdad.
Aunque nos cuesta etiquetarlo como un animal de ciudad, su presencia en una gran urbe pasa más desapercibida que la de un todocamino. Es indudable que es un coche con el que hemos disfrutado acumulando kilómetros. Aun así, damos fe de que se puede adaptar a una rutina diaria de tránsito urbano con solvencia y, sobre todo, con mucha más eficiencia que cualquier térmico puro.
Esta es la historia de cómo nos propusimos someter al Toyota Corolla Sedan Electric Hybrid a diferentes ambientes: zonas urbanas de constantes paradas, ciudades dormitorio, carreteras aledañas a zonas de montaña y autovía. Veamos el resultado.
¿Tiene sentido comprar un sedán híbrido eléctrico en 2021?
La cuota de mercado de sedanes y berlinas pasó del 15 % en 2000 hasta un mínimo 2,5 % en 2020. Hay quien piensa que este tipo de carrocería roza la extinción, arrinconada por la preponderancia de los SUV. Los todocaminos atesoraban el 40 % del mercado en 2020.
Pese a ello, la berlina resiste ante la teoría de la "SUVlección natural" con algunos de sus puntos fuertes más representativos. Sus 1.425 kilogramos de masa la hacen algo más ligera que un SUV. En concreto, suponen más de 100 kg menos si la comparamos con el Toyota C-HR Electric Hybrid, o más de 200 kg con el Toyota RAV4 Electric Hybrid, a igualdad de acabados.
Más allá de la incidencia de su talla y de unas líneas suaves en la zaga para ser una berlina, la clave de un sedán como este reside en su capacidad para conservar determinadas emociones y prestaciones al volante. De forma similar a como ocurre con el Toyota Camry Electric Hybrid, el Toyota Corolla Sedán Electric Hybrid ofrece una posición de control más cercana al asfalto, algo que hemos agradecido, y mucho, durante los kilómetros recorridos.
Al mismo tiempo, hemos gozado de los tres aspectos que Toyota gusta de promocionar a propósito de este vehículo ("no son solo humo"): comodidad, espacio y cierta elegancia. Esta última, no es solo de habitáculo hacia dentro, sino también hacia fuera, a la hora de maniobrar de forma milimétrica.
Esa estabilidad lo hace ideal para el papel ya consolidado de coche de representación y flotas; pero también para aquellos conductores que busquen un toque más clásico al volante, sin algunas de las florituras que los SUV han añadido en los últimos años.
Eficiencia aplicada a su estilo
Según hemos podido valorar, esto también se debe a cómo Toyota a integrado su motorización Electric Hybrid en este Corolla de carrocería extendida.
El consumo no engaña. La casa nipona ha aplicado toda la eficiencia del Toyota Corolla Electric Hybrid a su versión sedán. Este Toyota Corolla Sedan Electric Hybrid Advance homologa 5 l/100 km y 113 g/100 km en emisiones de dióxido de carbono, todo ello en ciclo combinado WLTP.
Para comprobarlo, hemos sometido al modelo a un par de escenarios. El primero, conduciendo con mucha suavidad ahorrativa a través de carreteras convencionales, con tránsito recurrente, paso a través de poblaciones y orografía cambiante. En este contexto, hemos rondado un consumo de 4,1 l/100 km durante unos 50 kilómetros.
Tras esto, nos hemos internado en ciudad, alternando áreas residenciales y de centro urbano. Para pecar de injustos, hemos exigido más de la cuenta al modelo, apurando con prudente exceso la aceleración en las arrancadas, cambiando de forma muy aleatoria entre modo ECO y modo Sport y afrontando calles serranas con pendientes muy severas.
Así nos pasa: al rato queremos conducir solo en modo eléctrico, pero no es imposible porque nos hemos precipitado a agotar gran parte de la energía. Tras esta sucesión de maldades, obtenemos un consumo de 7,7 l/100 km.
En definitiva, el Toyota Corolla Sedán Electric Hybrid se tiene bien merecido el apelativo de eficiente y la etiqueta ECO. La mayor parte de culpa recae en su propulsor 125H e-CVT de 4 cilindros en línea para 122 CV de potencia y 142 Nm de par máximo.
El motor es ya un viejo conocido para los modelos Toyota y, en la versión sedán del Corolla, vuelve a mostrar su versatilidad. Se nota, por ejemplo, en su cifra oficial de aceleración de 11 segundos para alcanzar los 100 km/h.
A vueltas con el viejo y el nuevo confort tecnológico
Por tanto, los kilómetros han demostrado que el Toyota Corolla Sedan Electric Hybrid coincide en dinamismo con sus hermanos de apellido.
De ellos también recibe un semblante frontal con faros más estilizados y felinos, al que suma unas características hendiduras en los extremos del paragolpes. En la zaga, su identidad de berlina se consolida a base un trazado marcado, discreto y con una pequeña dosis de deportividad.
Si comprometemos sus medidas (4.630 mm de largo, 1.775 ancho, por 1.435 mm de alto) a través de trazados más revirados, responde con creces. Se agradece el brío de los 72 CV de la aceleración eléctrica, pero tanta alegría no resulta suficiente para abrazar los primeros escalones de la deportividad. Tampoco es lo deseado, ni por el fabricante ni por nosotros.
A la vez, percibimos la entrada en funcionamiento del bloque térmico frecuentemente en determinadas situaciones, por ejemplo, para mantener una velocidad constante en una carretera en ligera pendiente. El ruido que produce junto a la transmisión automática no molesta, pero tampoco es imperceptible.
Mejor experiencia tenemos con su suspensión, con sensaciones análogas a las vividas probando el Toyota Corolla Touring Sports Electric Hybrid. Es decir, el modelo permite superar los obstáculos del firme a una velocidad prudente, sin frenar y recibiendo tan solo una tímida agitación. Algún que otro SUV no podría presumir de ello.
Tranquilidad y control en el interior
El interior de la berlina destaca al transmitir la misma tranquilidad que ofrece su conducción. Lejos de abofetearnos a base de tecnología en forma de decenas de botones, su panel de instrumentos mantiene la compostura.
Combina un área digital con otra analógica, mutando de color y decoración en función del modo de conducción elegido. La consola central está gobernada por una pantalla de ocho pulgadas con una interfaz y distribución de botones acertadamente sencilla. Lo mismo ocurre con el climatizador de mandos físicos que nos encontramos más abajo.
La primera sensación al montarnos es de amplitud y comodidad, con asientos calefactables cómodos y reposabrazos mullidos. Un espacio holgado de berlina con el que también se topan los habitantes de los asientos traseros (viajen en SRI o no) y el maletero, con un volumen de 471 litros.
En los diferentes episodios de los que consta nuestra prueba, comprobamos que el modelo viene también bien equipado de ADAS y ayudas a la conducción en el acabado Advance.
Son de agradecer la cámara de visión trasera o el detector de ángulo muerto. Resultan asistentes imprescindibles para consolidar la sensación de tranquilidad y seguridad que nos ha demostrado el Toyota Corolla Sedán Electric Hybrid.
Aparte de estas tecnologías, el modelo cuenta con control inteligente de luces de carretera, reconocimiento de señales de tráfico, control de crucero adaptativo, asistente de cambio involuntario de carril con recuperación de trayectoria o sistema precolisión con detección de peatones y ciclistas.
Una berlina que devuelve el placer del tránsito
Tras probarlo a lo largo y ancho de las variadas carreteras madrileñas, constatamos que el sedán conjuga cierta armonía entre su apariencia y su conducción, lo que deriva en una experiencia de conducción bastante placentera. No buscamos la deportividad porque lo que nos pide el cuerpo es relajarnos disfrutando del control de las manos al volante, el tacto de la goma sobre el firme y el mundo exterior que se muestra a nuestro paso.
El Toyota Corolla Sedan Electric Hybrid resulta una solución a la disyuntiva moderna con la movilidad. Y es que hemos conducido un modelo limpio, con una distinguida presencia sin necesidad de alcanzar la dimensión SUV, y con un comportamiento que se mueve entre el rigor tradicional de su segmento y lo risueño de su conducción eléctrica.