Ni todo el mundo nace sabiendo ni tampoco aprendemos a conducir por ciencia infusa. El aprendizaje en la conducción es un proceso que se tiene que producir de forma gradual y que con la práctica se va perfeccionando.
El paso previo a la obtención del permiso de conducción es la autoescuela, pero después viene una etapa muy interesante en el aprendizaje. Es el período en el que se asientan los conocimientos y en el que es muy importante adquirir buenos hábitos, muchos de los cuales se conservan de por vida.
No obstante, como todo proceso, tiene sus vaivenes. En esos momentos, el sentido común y la prudencia se convierten en las mejores herramientas para el conductor. Vamos a repasar algunos puntos importantes que debemos tener en cuenta.
El acompañante perfecto, ¿existe?
Podríamos decir que, si no existe el perfecto, sí que existen muchos que desde luego no son aconsejables.
Es muy recomendable que la persona con la que inicies los primeros trayectos sea alguien cercano; si es un conductor tranquilo, mucho mejor. Idealmente, la familia más próxima, padre, madre, pareja o algún hermano o hermana en el caso de los más jóvenes, puede ser una buena opción, aunque no en todos los casos es posible y hay que buscar alguna amistad.
Busca alguien que te ofrezca confianza y se mantenga sereno a tu lado
Lo aconsejable es alguien que tenga la suficiente libertad para decirte aquello que puedes mejorar, que no se ponga nervioso y que demuestre su confianza en ti cuando está sentado en el asiento del acompañante. Evita gente que te ataque los nervios –como se suele decir– o que te esté recriminando a todas horas. Es probable que, con esas personas, cuando pase el tiempo tampoco te sientas cómodo al volante.
El exceso de confianza es un mal aliado
Un momento especialmente complicado es cuando el conductor novel controla perfectamente el vehículo, incluso se atreve a conducir con una sola mano o “imitar” conductas de otros usuarios más expertos.
La experiencia del conductor en esta etapa está muy limitada y, aunque llega un momento en el que conducir parece una tarea muy sencilla, tiene sus riesgos. No contemplarlos puede convertirse en un problema.
Entre los jóvenes, esta situación resulta muy delicada. Es cuando se hacen las primeras salidas de ocio utilizando el coche y el conductor novel trata de demostrar su destreza entre las amistades.
Sol, lluvia, noche, niebla…, no siempre se conduce igual
Algo que da la experiencia es la capacidad de adaptar la conducción a cada escenario. Habitualmente, las clases prácticas se realizan en un periodo de uno o dos meses, por lo que, si te has sacado el carnet en el mes de julio, cuando lleguen las lluvias o la nieve unos meses más adelante, te vas a encontrar con condiciones desconocidas.
Otro error común, despreciar la influencia de los fenómenos atmosféricos
El aumento de la distancia de frenada, la falta de iluminación o la pérdida de estabilidad son solo algunas de las consecuencias de conducir bajo fenómenos meteorológicos adversos, por lo que se hace imprescindible adaptar la conducción en estas circunstancias. Hoy en día, los coches incorporan muchos sistemas de ayuda a la conducción y, en muchos casos, nos asisten para solucionar pequeños errores al volante; por ejemplo, pérdidas de estabilidad o frenadas de emergencia. Aun así, la precaución antes de conducir en un entorno desconocido debe ser la primera opción.
Busca situarte en el lugar correcto
Esto es algo muy común, tanto en ciudad como en carretera es muy importante situarse en el sitio más adecuado antes de realizar una maniobra. En caso contrario, el resultado puede ser que haya que dar una vuelta a la manzana, a la rotonda o salir en la siguiente salida de la autopista, opciones que serán siempre mucho mejores que hacer una maniobra brusca.
Para no encontrarse con este problema, aquellos conductores que en su etapa anterior se han fijado en la conducción de otros, por ejemplo, de sus padres si hablamos de los jóvenes, tienen mucho adelantado. Un consejo: si tu hijo o hija se va a sacar el carnet de conducir, aprovecha mientras conduce para explicarle los trayectos más comunes y la forma de situarse en la vía para realizar maniobras.
Las distracciones son algo habitual
Normalmente, el conductor novel siempre está muy pendiente de la carretera, de las marchas del coche, de la conducción... Sin embargo, algo que siempre llega es el momento en el que el piloto se empieza a sentir confiado y, en consecuencia, aumentan las distracciones.
El móvil sigue siendo el rey de las distracciones
La conducción pasa a ser la tarea secundaria y otras actividades, muchas veces tecnológicas, se convierten en la prioridad. Las distracciones son la causa de la mayor parte de los accidentes de tráfico, accidentes que se pueden evitar y que dependen de los buenos hábitos de los conductores.
Los vehículos incorporan sistemas para ayudar a evitar estas pérdidas de atención, como sucede con el sistema Toyota Safety Sense. Con todo, la actitud del conductor es la mejor herramienta para evitarlas.
La distancia de seguridad
La importancia de no mantener la distancia de seguridad adecuada durante la circulación, por desgracia, la conocen muchos automovilistas después de haber sufrido un alcance. Las fuerzas a las que el vehículo está sometido son las responsables de su comportamiento y estabilidad.
Mantener la distancia correcta aumenta el margen de seguridad
Por otra parte, la cuestión de las distancias y las medidas es, en principio, complicada. A pesar de ello, al final es algo a lo que el conductor se hace fácilmente. Eso sí, es frecuente que en los primeros compases, a la hora del aparcamiento, tenga algún que otro rasponazo o abolladura. Por ello, lo importante es tomarse el tiempo necesario para realizar la maniobra y no impacientarse.
El coche, en el mejor estado posible
El coche debe ofrecer garantías de seguridad. Es verdad que la economía familiar es un aspecto que condiciona la adquisición y no siempre se puede optar por un coche nuevo para entrar en el mundo de la conducción.
De cualquier forma, conviene evitar coches demasiado viejos o mal mantenidos que se puedan convertir en un auténtico suplicio para el conductor (y también para los pasajeros). Muchas veces parecen una buena opción porque, si se rayan o se golpean, no se sufre demasiado. Pero es una creencia engañosa, pues si no cuentan con los últimos avances en seguridad o no están en perfecto estado, estamos poniéndonos en riesgo a nosotros, nuestros acompañantes y el resto de vehículos que circulan por la vía. Así, si se pueden evitar, es aconsejable hacerlo.
Es relevante también conocer algunos aspectos decisivos para embarcarse en los viajes a cuatro ruedas. Por ejemplo, cómo cambiar una rueda, cómo poner los triángulos de emergencia o dónde está el chaleco reflectante.
El kit inicial del conductor novel
Con el carnet recién sacado en el bolsillo, los conductores que obtienen el permiso tienen marcadas una serie de limitaciones y obligaciones, debidas principalmente a la falta de experiencia. Con estas medidas, se trata de que su periodo inicial sea más seguro.
La principal es la famosa L, la placa que debe colocarse en la parte trasera durante el primer año y que se presupone que hará que el resto de los automovilistas sean más comprensibles y pacientes con el piloto novel.
Otra limitación importante, retirada la limitación que existía antes sobre la velocidad, tiene que ver con la tasa de alcoholemia. En lo que se refiere a los conductores noveles, no se debe superar los 0,15 mililitros por kilogramo de aire expirado.
Y, por último, el tema de los puntos. El conductor novel inicia su andadura con tan solo 8 puntos. Es a partir del segundo año al volante cuando igualan su saldo con el del resto de conductores, llegando a tener 12 puntos.
Esperemos que esta breve guía sea de utilidad para todos aquellos que empiezan en el estimulante mundo del transporte en vehículo privado, gobernando por sí mismos esa máquina que todos adoramos.
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