En Georgetown (Kentucky) todos los días se produce una curiosa simbiosis. Dos especies que normalmente no se llevan demasiado bien, o mejor dicho, que el hombre no siempre acepta de buen agrado al lado suyo, colaboran el uno con el otro como si de viejos compañeros de profesión se tratase.
En la fábrica que Toyota posee en esta ciudad norteamericana, 85.000 abejas cualificadas y repartidas entre 10 colmenas realizan diariamente su trabajo de polinización y fabricación de miel mientras al otro lado de los muros, trabajadores de Toyota también cualificados pero en la producción de automóviles, realizan su trabajo.
Sostenibilidad, polinización y ayuda a los más necesitados
Su traje amarillo y negro las delata. Están allí para realizar otras tareas, una de las cuales es la polinización de los jardines. Con ello consiguen que la cantidad de plantas y árboles crezca todos los años, creando espacios verdes en los alrededores que ayudan a crear un lugar mucho más plácido para trabajar.
Pero además, las abejas son unos seres muy sensibles con la contaminación. Una colmena activa es un indicador infalible de que la calidad del aire, de la tierra y del agua es apta para el consumo. Si no, ellas no estarían allí sin ninguna duda.
Su infatigable labor permite también que toda la miel producida, una vez recolectada, se destine a comedores sociales o a gente con escasos recursos, cediéndoles un complemento alimenticio de gran poder energético, sobre todo de cara a los niños que son los que más necesitan tener una alimentación adecuada para desarrollarse correctamente.
Quién lo iba a pensar cuando huimos de ellas despavoridos...
