El post acerca de los hábitos de conducción eficiente de J1M1 ha provocado un intenso debate. El que lo haya seguido se habrá dado cuenta que la conducción eficiente o ecológica se suele asociar con ser un pelas, ir estorbando al tráfico o dormirse.
Lo cierto es que no tienen necesariamente que ver unas cosas con otras. Ahí va un ejemplo estrambótico que rebate otro de los tópicos: el Príncipe Carlos de Inglaterra, un personaje que no tiene problemas de liquidez. Posee un Land Rover, un Audi, dos Jaguars y un Aston Martin DB5 clásico, como el de Sean Connery en la película “Goldfinger”.
Todos sus coches están adaptados para funcionar con bioetanol puro (E100), de procedencia totalmente sostenible: utilizando excedentes de vino inglés y derivados de la fabricación del queso. Debido a la cuota de producción del vino, lo que sobra se tiene que tirar, pero hay otro destino posible para dichos excedentes.
Aunque viaja en el DB5 menos de 500 kilómetros anuales, Carlos quiso que sus desplazamientos fuesen más sostenibles. Su coche clásico viene a consumir unos 23,52 litros de vino cada 100 kilómetros, como puede verse, es un contraejemplo de que no se puede beber y conducir a la vez… si quien bebe es el coche, claro. Contrariamente a lo que puede parecer, por el tubo de escape no sale precisamente un pestazo desagradable, sino aroma a Vodka... qué curioso…
La conversión ecotuning del clásico DB5 supuso un gasto de 6.000 euros, aunque es calderilla para él. Esto puede resultar chocante, pues se supone que una persona con unas finanzas como las suyas no tiene por qué andarse con tonterías pudiendo llenar los depósitos con gasolina de 98 octanos sin pestañear.
Ojalá más gente bañada en dinero tomase ejemplo. Su motivación no ha sido el ahorro, sino el ecologismo, ya que es un hombre bastante concienciado por lo que he podido averiguar. Si fueses rico, ¿dirías que no a un coche cuyas emisiones huelen a Vodka?
Vía | El Mundo, Daily Mail Online